CAPÍTULO OCHO

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Minie estaba inclinado en la nevera sacando una botella de agua cuando la puerta de entrada se abrió. Irguiéndose, se encontró a Jungkook de pie en el umbral, luciendo como un poseso.

Llevaba casi dos semanas ya bajo su techo y había visto al chico en estado cansado. Ahora esto, era alarmante. Sin moverse, con los ojos achinados y medio verde; su aspecto era más bien tétrico.

—¿Te encuentras bien? —Minie preguntó con voz queda. Presentía que cualquier cosa podría sobresaltarlo.

Jungkook pestañeó y tardó algo en girarse y percatarse de su presencia.

—Ah, hola —respondió moviéndose. Sus ojos enrojecidos checaron todo a su alrededor.

—¿Te encuentras bien? — Minie repitió tras un momento.

Jungkook asintió y lanzó su bolso y bata blanca al sofá más cercano.

—Sí, solo estoy cansado. Tomé tres turnos seguidos y estoy sostenido por pura fuerza de voluntad.

Minie abrió los ojos sorprendido. Se adelantó y le entregó la botella que acababa de sacar del congelador, cerrando la puerta mientras Jungkook tomaba un gran trago. Así de cerca, Minie pudo notar que Jungkook portaba unas ojeras tremendas. Pobre, debía de estar exhausto.

—¿Qué ha pasado? —Quiso saber. No era como si hubiesen tenido tiempo de charlar en los pasados días, pero había escuchado a Jungkook quejarse de escases de personal hace solo dos mañanas antes de salir corriendo con media tostada colgando entre los dientes. —¿No pudiste cubrir con nadie?

Jungkook se apoyó en el brazo del sofá y negó, restregándose los ojos con los puños.

—Nadie, ¿recuerdas que te comenté que faltaban doctores?— Minie asintió. Claro que lo recordaba, de hecho podía enumerar con los dedos de una mano las conversaciones que habían intercambiado desde que llegó, aunque no le diría eso. —Pues bien, en pediatría ha renunciado un doctor de planta hace dos días justamente. ¿Puedes creerlo? Tuve que cubrir un turno extra de él y otro de Evelyn que se enfermó. Ella es mi nueva pasante. Me ha asegurado que solo fue algo del estómago y rezo porque así sea. No sé qué más hacer, no creo pasar una semana igual así.

Jimin se compadeció de él. En momentos así lucía mucho más mayor de sus treinta años.

—Luces terrible —No se contuvo de comentar.

—Gracias —Jungkook sonrió y algo en el estómago de Minie se removió. —Como sea, ¿qué ha sido de ti? Lamento que no hayamos podido coincidir demasiado... ¡Oh, Dios! Ni siquiera sé si ya comenzaste tus clases, soy la peor clase de compañero de piso, lo siento tanto.

Minie no entendía porque Jungkook se excusaba tanto con él, pero se emocionó de todas maneras, así que lo dejó estar. No es como si el tipo tenía alguna clase de deber de estar a su alrededor, él no contaba con ello y mucho menos en vista de cómo de pesada era la carga que tenía el doctor en su día a día.

—Está todo bien, ya encontraremos tiempo para charlar...

—Pero Minie... —Jungkook intentó pelear pero Jimin negó. Acercándosele, le quitó la botella de las manos y le dio una palmadita en la espalda indicándole el pasillo.

—Mejor ve. Date una ducha y a la cama, puede que cuando despiertes hagamos algo.

Jungkook se veía como si quisiese protestar pero se lo pensó mejor y asintió, caminando ya hacia su habitación. De inmediato, Minie escuchó el sonido del agua correr en la ducha. No queriendo pensar en el doctor mojado y enjabonado, se sentó en el sofá enfrente de la televisión y comenzó a jugar con el mando a distancia. No tenía muchas ganas de ver nada, solo quería distraerse un rato así que hizo zapping pero en vista de que no encontró algo que capturase su atención, sus pensamientos no quisieron cooperar y se encontró pensando en Jungkook de todas maneras.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora