Cuando el primer tipo le empujó por la espalda, Jimin trastrabilló, alcanzando a extender su mano y afirmarse de una pared. Se había volteado con toda la intención de replicar, pero sus palabras se vieron interrumpidas por una mano cerrándose en el frente de su playera, siendo arrastrado fuera de la acera, contra un contenedor de basura a la espalda y el rostro huraño de quien ladró palabras inentendibles, que sonaron como una demanda.
La adrenalina se había disparado dentro del chico, sus manos volando en contra de su captor, peleando por ser dejado en libertad, sin mirar al rostro de ninguno. No estaba seguro de cuantos eran, ni siquiera miró eso. Podía ver los pies de dos de ellos estando cerca, pero por las risas ante su forcejeo, supuso que había al menos dos más.
Sacó la cartera de su bolsillo y la extendió.
—Tengan, dejadme ir, no tengo más —dijo con dientes apretados. Su boca era ahora un musculo trabado producto de los nervios. Jimin conocía sus capacidades y la pelea cuerpo a cuerpo no era una de ellas. Nada que tuviese que ver con la fuerza física, estaba a su favor.
Hubo otro coro de risas secas que recorrió al grupo y la curiosidad pudo consigo. Jimin alzó la vista y se congeló por un momento.
Él conocía a ese tipo. A quien le tenía sujeto por la camisa. Sus ojos de ese extraño ámbar, el porte de sus hombros aún bajo la piel huesuda y la suciedad. La respiración se atoró en su garganta con la revelación y el nombre de Jungkook saltó en su mente de inmediato.
—¿Qué me ves? —le gruñó Jung Hyung, soltándolo y dando un paso atrás. Él no le había reconocido y no tenía por qué hacerlo. Jimin hacía mucho que no le veía y si no fuese por el parecido con el tipo del que estaba enamorado, hubiese pasado de él. —¡¿Qué me ves, mariquita?! —gritó fuerte, apartando de un golpe la mano aun extendida de Minie. Su cartera salió volando, uno de los otros tipos fue tras ella y Jimin se percató de que eran cuatro de ellos, con Jung Hyung a la cabeza, los demás luciendo como gorilas a su espalda. En todos era evidente la mirada perdida de un desahuciado.
**
Jungkook no podía creer en lo que veían sus ojos.
Toda la valentía reunida para entrar en el callejón escapó por sus poros, volviéndolo de piedra ante la escena. Su hermano se alejó de Minie y Jungkook vio al muchacho amagar para escapar, pero uno de los otros hombres le cortó el paso.
El tipo de su derecha, grande y gordo lo acorraló de vuelta contra la muralla. Su cuerpo despedía un olor a grasa que a Minie le nubló los sentidos. Sudor y manteca; como el de frituras.
—Vamos, vamos —dijo el hermano de Jungkook con sorna. —Un luchador. —Él vio como la mirada del chico se desviaba hacia el sujeto que robaba el dinero de su cartera. —No tengo interés en tu dinero, aunque no me viene mal. Estoy algo corto desde que mi hermano se negó a... ayudarme.
—No es cierto, Jungkook quiere lo mejor para ti —Jimin defendió y Jungkook sintió que se ahogaba.
—Oh, Jungkook... —Jung Hyung habló al aire. —Tengo curiosidad sobre ustedes. Me fue difícil poder conseguirte aparte de él. Y por cómo me hablas, estoy seguro de que sabes quién soy, ¿me equivoco?
Jimin negó de inmediato.
—Vivo con tu hermano, somos compañeros de piso...
—¿Compañeros de piso? —repitió Jung Hyung. Un murmullo contenido provino de sus compañeros a la vez que Jung Hyung se acercaba íntimamente al muchacho. —Explícame eso. He visto cosas y tengo mis dudas, te lo dije.
Jimin dilató los ojos al captar el significado de las palabras de Jung Hyung.
—¿Crees que no me he tomado el tiempo de ver lo que hacen? —le gruñó al oído, agarrándolo del cabello en un puño, pegando su cabeza contra el muro con fuerza. —Son un par... ¡Me dan asco!, pero ya verán lo que sucede con personas como ustedes. Empezaré contigo ¿qué me dices? Para que Jungkook aprenda ¿no? —Miró a sus amigos sonriendo —Sí, un buen escarmiento.
Jimin sintió sus ojos llenarse de lágrimas cuando Jung Hyung jaló su cabeza más abajo, haciendo que varios mechones se le arrancaran.
—No sé qué le hiciste a mi hermano, pero pagarás por ello. Y cuando termine, te dejaré para que él te encuentre y aprenda. Pero tranquilo, por ahora no le haré nada a Jungkook. No soy estúpido, después de todo, él es mi hermano.
Le ofreció lo que debería de ser una mirada tierna para él y lo soltó, dejándolo caer al suelo con fuerza. Las rodillas de Jimin no se sentían con la fuerza para mantenerlo en pie. Los nervios se abrieron paso entre todo lo demás que sentía y ganaron asentándose en su estómago, haciéndolo sentir enfermo.
Para Jimin, mirar a este hombre era tal acto cruel del destino que no podía llegar a procesarlo del todo. Jung Hyung se parecía tanto a su Jungkook, las mismas facciones, el mismo tono de ojos. Pero en donde su chico era hermoso, acogedor y protector, todo en Jung Hyung le hablaba de locura; de algo seriamente perturbado en él que se dejaba reflejar en la pupila dilatada, en la piel pegada a los huesos que Jimin intuía se debía a las drogas y en el odio que despedía de cada poro.
Jimin se había topado con homofóbicos antes, aquello no era una novedad, no en ese tiempo, mucho menos dada la forma que él era, pero Jung Hyung era algo a otro nivel. Era como si el hombre lo despreciase particularmente a él.
Miró a todos lados, buscando algo. Gritó cuando vislumbró una silueta acercarse desde la calle iluminada y un golpe seco le fue asestado en la mandíbula.
—Jung Hyung —la silueta habló. Minie tenía el rostro volteado ahora en la otra dirección, pero reconoció esa voz. Siempre la reconocería. Esperanza floreció en su pecho y entonces, un miedo aún más poderoso se la tragó. Jung Hyung podía dañar a Jungkook, él lo haría ahora que sabía sus intenciones.
Por su parte, Jungkook sabía que no había manera de calmar a Jung Hyung en el estado en que se encontraba. Pero debía de intentarlo o, por último, solo entretenerlo hasta que la policía llegara. Tenía que tentarlo con algo... Aunque luego se odiara a sí mismo por ello. Apretó el botón de marcación rápida al teléfono del detective y arrojó su teléfono al piso donde no se viera, aun con la pantalla iluminada. La llamada había sido contestada, con un poco de suerte, la ayuda no tardaría mucho.
Jung Hyung escupió delante de él tan pronto le vio y se acercó como si fuese a recibirlo con los brazos abiertos, en un saludo como cualquier día en una realidad paralela donde ellos dos se entendieran.
—Jungkook-ah —dijo con su tono de hermano mayor. Olía a cigarrillos fuertes y licor. Su rostro se mostraba ceniciento y bajo sus ojos se asomaban negras sombras. Estaba demacrado y hundido. Había perdido peso de la última vez que lo había visto, si es que eso era posible, y su pelo estaba un par de dedos más largo; desprolijo. Apuntando en todas direcciones y grasiento.
—Jung Hyung, deja al muchacho —Su voz fue segura, pidiendo por algo que intentó no se notase como lo más importante en el mundo para él.
Vio a Jimin pelearse por ponerse en pie y acercarse, solo para ser apresado por otro de los compañeros de su hermano. Cuadró la mandíbula para centrarse en Jung Hyung y no ceder al deseo de auxiliar a Minie.
—Te daré lo que quieres. Todo lo que quieras, lo haremos a tu manera —habló rápido, manteniendo la atención de su hermano. Jung Hyung se rio negando.
—No, Jungkook-ah, te pedí ayuda y me la negaste. Todo siempre haciéndose como tú quieres, no sé cómo nuestros padres nunca lo vieron... —Jungkook le tomó del brazo y Jung Hyung encontró allí el gesto de su vulnerabilidad. —Ahora me interesa más este chico, ¿Quién es?
Jungkook miró a Minie, sus miradas se trabaron y Jimin negó.
—Es el hermano menor de Yoongi, ¿recuerdas a Yoongi, Jung Hyung? De Busan, mi amigo.
Jung Hyung volvió su vista hacia Jimin.
—No lo... oh, espera. —Él paseó su mirada entre los amantes y luego a sus amigos. —Yo sé quién es este chico —el reconocimiento brilló por todo su rostro y Minie supuso que si no fuese tan despiadado como era, hubiese sido un hombre tan guapo como su hermano. —Él es Jimin, el maricón. —La oración pareció oscurecer el callejón aún más o quizás solo fue el interior de Jimin ante una palabra que odiaba tanto, que llamaba tantos malos recuerdos. El rostro de Jungkook se volvió verde en la poca luz y Jung Hyung se sintió como si hubiese ganado la lotería. —Tu querías que recuerde Jungkook-ah y recuerdo. Recuerdo cuando llegaste a casa como un loco, gritando que Park Jimin era un jodido maricón y que tú le detestabas con toda tu alma.
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...