—¡Jungkook !
Éste se detuvo a medio pasillo cerrando los ojos y maldiciendo internamente.
—Solo he venido por una muda de ropa, debo volver al trabajo —habló sin voltearse. Se metió a su cuarto tironeando de los cajones. Había un bolso en algún lugar, pero no podía verlo con el ajetreo dentro de sí. Agarró una mochila en cambio y la llenó con un par de camisetas limpias y ropa interior mientras que Jimin entraba en el cuarto.
—¿No crees que deberíamos hablar? —el chiquillo preguntó.
—No lo creo, no hay nada de qué hablar.
Tras la escueta respuesta, Minie tragó duro.
Jungkook pasó frente a él, agachándose para alcanzar un par de zapatillas de deporte de la entrada y luego se dirigió por el pasillo.
¿Por cuánto tiempo pensaba desaparecer?
—¿Puedes mirarme al menos? —pidió Jimin sin más remedio que seguirle. Jungkook se volteó de mala gana, era obvio en el gesto de su rostro que no deseaba hablar de nada. No deseaba encontrarse allí. Aquello debió de darle una idea a Minie para que fuese con tacto pero sus emociones saltaron primero. —¿Qué sucede? Si esto es porque me besaste...
—Oh, ¿yo te besé? —Un musculo palpitó en la mejilla del doctor. —Creo que tú estabas participando activamente también.
Jimin boqueó ante tal respuesta. Era mejor que nada, se dijo.
Jungkook lucía del todo fuera de su elemento. Había mas que señales de cansancio en su rostro fatigado y en las ropas arrugadas, pero no era aquello lo que hizo a Minie impulsarse hacia adelante. Era la manera en que sus manos temblaban sobre el asa de la mochila, era la mandíbula encajada y el brillo en sus ojos con alguna emoción furiosa que intentaba en vano contener.
—Bueno, son detalles; solo fue un beso, no es... no es la gran cosa. —Mentiroso. —Yo solo quiero saber... ah, ¿por qué fue?... digo, si quisieras responderme, ¿por qué?
Jungkook dejó caer las cosas que sostenía directo al piso con un golpe seco y comenzó a pasearse por la sala de estar.
Había esperado no tener que mantener aquella conversación. Tras meterse de lleno en el trabajo, había mantenido la vaga idea de que Jimin se vertería a su vez en sus cosas y todo quedaría en el pasado. Pero como era de esperarse, todo por el contrario, el chico frente a él estaba plantado haciendo un mal acto de disimular su interés y él no podía con ello... Estaba superado. Aquel beso... ¡qué error tan grande! ¡Qué muestra de debilidad! No sabía que cosa lo había poseído para saltar sobre el pobre chiquillo de esa manera, pero no podía dejar que avanzara o se mal interpretara o peor aun, que volviese a repetirse. Porque él no quería que tal cosa volviese a pasar. Por supuesto que no.
—Esto es lo que sucede Minie, para mi no es solo un beso, yo... te he visto... como me miras. —comenzó y no podía sonar más renuente. —Sé que te gusto —dijo de nuevo, está vez con convicción —Lo he sabido desde que eras un niño.
Aquello fue un golpe inesperado. El ceño de Minie se disparó y su boca cayó abierta.
—Yo...
Jungkook le detuvo.
—Tu mirada cambió cuando cumpliste los trece años, —explicó armándose de valor para hablar de ello. —antes de eso eras adorable, me gustaba pasar tiempo contigo. Mucho. Te ponías nervioso de la más mínima cosa y con tu hermano éramos tu pareja de guardaespaldas en contra de los chichos de la escuela. Entonces, de pronto, comenzaste a balbucear cuando estaba muy cerca de ti.
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...