Llegaron al departamento en un silencio que se transformó cómodo. Ninguno de los dos parecía saber de qué hablar y no fue necesario. Como si de una rutina de años se tratara, aparcaron bajo el gran edificio de trece pisos y se las arreglaron tomando cada uno un par de maletas. Una vez en recepción, Jungkook se encargó de las presentaciones con el portero para que Minie no tuviera ningún problema en ir y venir a su antojo. Y lo guío hasta los ascensores, puesto que Jungkook vivía en el décimo piso.
—Apartamento 105A —Le dijo Jungkook llegando arriba, enseñándole una gran puerta de metal. Sacó un manojo de llaves de colores del bolsillo y abrió con la azul. —Siéntete como en casa, yaegiva.
Minie sonrió ante su mal uso del acento coreano y entró en lo que solo se podría describir como un apartamento de soltero.
Era grande, de murallas de ladrillo al descubierto y vigas de metal en el techo. No había mucha decoración salvo por un par de sofás de cuero negro que lucían cómodos y una mesilla que contenía cuencos de cereal y paquetes de papas fritas familiares. Jungkook se adelantó a recoger algo del desorden, disculpándose por no haber podido arreglar antes. Cosa que a Minie no podía importarle meno, dejó de escucharlo mirando maravillado el ala oeste del lugar. Eran ventanales de piso a techo. Con una vista definitivamente impresionante. Si Minie se había cuestionado la elección de Jungkook de un piso tan elevado, ahora lo entendía todo. Se podía ver el centro en su apogeo, no dudaba que de noche ese era un escenario espectacular con las luces y el trafico clásico de la ciudad.
Jungkook se seguía cuestionando por qué no había tenido la decencia de limpiar un poco, cuando notó que Jimin ya no le prestaba atención. Estaba apoyado contra los grandes ventanales con los ojos brillantes. Jungkook sonrió, sí, esa vista valía la pena.
Se aclaró la garganta.
—¿Minie?
Jimin se volteó y encontró a Jungkook sonriéndole en la estancia de enfrente. La que correspondía al comedor, claro. Al menos ese lado tenía más decoración. Con cuadros de Jungkook colgados al azar y estantes con trofeos en las esquinas, era más acogedora. Pero lo que más resaltaba era la mesa de roble antiguo en el centro rodeada por cuatro sillas sin diseño.
—Te hiciste con una vista de ensueño ahí.
Jungkook asintió.
—Lo sé, y espera a la noche. No hay nada como eso. No necesitas mucha iluminación al ver la tv aquí.
Minie alzó las cejas y buscó a su alrededor. Y justo a su espalda se topó con un modelito de tv de varias pulgadas embutido en la pared opuesta.
—Te advierto que el sofá frente a la tv es todo mío. —Le dijo Jungkook a su cara embobada.
—Tomo nota.
—Bien, ahora sígueme y te muestro el resto de la casa.
Minie lo siguió por un pequeño rellano que daba a la parte de atrás.
—A tu derecha está la cocina. No paso mucho tiempo aquí y Yoongi comentó vagamente sobre tu régimen de alimentación así que no quise arriesgarme. Me encargaré de eso más tarde.
—Puedo hacerlo yo si quieres —dijo Minie a su espalda, echando un vistazo a la cocina inmaculada con utensilios de acero inoxidable. Era obvio que allí nadie cocinaba en un buen rato. —Ya que no me dejas pagar alquiler de todos modos, quisiera ayudar en algo.
Jungkook negó enérgicamente sin detenerse.
—Ni lo sueñes. Am, la puerta de la izquierda es mi habitación. Y esta justo al fondo, será la tuya. Espero que te agrade.
Se detuvo tan de golpe que Minie casi choca con su espalda. Su gran espalda. Jungkook lo miró sobre sus oscuros ojos.
—¿Alguna duda?
Minie miró la puerta que correspondía a su habitación y luego a la de Jungkook. Faltaba...
—Ah, lo olvidaba —dijo Jungkook como si le leyera el pensamiento.— Espero que no tengas problemas, pero hemos de compartir el baño.
Los ojos de Minie se agrandaron. Oh— oh.
—No, ninguno. Si a ti no te molesta, yo no... —dijo simulando que eso no lo afectaba. Baño. Con ese modelito. Definitivamente, las mañanas serían interesantes.
Jungkook lo cortó con un ademan de la mano.
—No digas bobadas.
Le abrió la puerta y le depositó las maletas en la cama de una plaza. Minie hizo lo mismo y se percató que —bendita construcción fuera— el ala derecha de su cuarto eran grandes ventanales que le dejaban ver las grandes pantallas del paseo.
Jungkook dio una retirada silenciosa. Dejando a Jimin familiarizarse con su nuevo cuarto. Y porque no le gustaba particularmente estar ahí.
Esa había sido su anterior habitación matrimonial.
Jimin lo vio salir apresurado, prefirió no decir nada. Él quería comenzar a instalarse, pero miraba todo a su alrededor y se sentía tan extraño.
El apartamento era puramente masculino, desde la falta de decoración hasta el piso de madera opaca.
Jimin sabía, sin embargo, que había algo que faltaba ahí.
Que en un tiempo atrás —no mucho—, esa casa había estado rodeada de toques femeninos de los que hoy carecía.
Toques de Lisa.
Mmm.
No queriendo dar vueltas en ello, Jimin fue hasta la cómoda que había en un rincón y acomodó algo de su ropa en los cajones. Sus zapatos en la tabla bajo la ventana. Sus chaquetas en el armario.
Tomó el bolsito que contenía sus artilugios de aseo para llevarlos al baño.
Efectivamente, ambos cuartos se conectaban al baño y justo ahora Jimin vio que las puertas estaban abiertas y tenía un vistazo del cuarto de Jungkook.
Alcanzaba a ver una impecable Box Springs de sabanas azules revueltas. En la cabecera había una repisa con tres pequeños aviones de guerra modelo a escala. Nada más fuera de lugar.
Entonces, Jungkook entró en su habitación.
Ajeno a que estuviese siendo observado.
Se sacó los zapatos en la puerta; de inmediato los calzó en su lugar. Se sacó la corbata por la cabeza y la lanzó a la cama. Se desabrochó la camisa y los botones del pantalón. Tal vez, debiera darse una ducha para relajarse un poco, ¿no? Fue quitándose los calcetines hacia el baño, pero cuando los lanzaba al tiesto de la ropa sucia, fue consiente de la puerta que daba al cuarto de Jimin estaba también abierta y que este estaba de pie mirándolo sin ningún disimulo. Aun peor que en la terminal.
Jungkook alzó una ceja, pero no se movió. Sino que se deleitó en la forma que los ojos de Minie le miraron el pecho desnudo con descaro, bajando más allá; hasta esa parte de su anatomía que comenzaba a despertarse bajo su atenta mirada. Él sabía que su excitación debía de estar siendo más que obvia, dado que los pantalones solo eran de tela muy delgada, pero no hizo nada de cubrirse.
Vio que la garganta de Jimin se movía al tragar, entonces subía su vista para mirarlo ahora a los ojos.
Jungkook sintió que una sonrisa tiraba de sus labios y aquello fue como una llamada de atención. Eso no estaba bien. La ducha había quedado en otro plano al parecer, agarró la puerta que los separaba y la cerró de golpe. Puso el seguro.
YAEGIVA ES BEBÉ EN COREANO, EN HONOR A LA VEZ QUE NUESTRO KOOK LLAMÓ ASÍ A MINIE.
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...