CAPÍTULO CUATRO

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Tres días después de encontrar aquella fotografía, Jungkook pensó que todo podría volver a la normalidad.

Se equivocó.

Al momento de adoptar a Min Ki, este había llegado como un milagro, un regalo del cielo, al cual, ni Minie ni Jungkook le miraron la letra pequeña. Así como tener un hijo biológico ata lazos con el gobierno, también lo hace un hijo adoptivo.

Min Ki provenía de una de las pocas instituciones que permitían a padres homoparentales en sus filas. Impartían cursos de familia sin distinción de género y más aún, preparaban a los niños para amar a sus padres como sea que viniesen.

El hijo necesita un padre. El padre necesita un hijo. Así de sencillo.

Pero como todo, no era solo tomar a Min Ki y ya está. Jungkook y Jimin estaban sujetos a un acuerdo de monitoreo de sus primeros años. Ellos visitaban regularmente a la encargada de su caso en sus dependencias en el centro de la ciudad. Mariela Rizo. Una mujer amable y simpática, que los conocía desde un principio de todo aquel lío.

Cuando entraron en su oficina, se llevaron la sorpresa de que no era ella quien les recibió tras el escritorio.

—Tomen asiento, señor Jeon, señor Park. —La mujer les incitó nada más verlos. Ambos hicieron lo sugerido, tomando las sillas frente a ella, sus manos unidas entre medio de ambos. Habían desarrollado una comunicación no verbal basada en el apretón de sus dedos y algo les decía que ahora la iban a necesitar.

—Mi nombre es Vivian Foxx y voy a ser su nueva encargada del caso. —La boca de Minie se abrió para preguntar por su antigua psicóloga, pero la mujer se le adelantó alzando una mano. —Sé que deben de estar llenos de dudas, pero todo lo que necesitan saber es que el departamento de niños y familia se encuentra en un cambio de mando. Han reasignado casi cada torre de edificios. Me tomé la libertad de revisar su expediente. La señorita Rizo dejó todo claro, notas de cada sesión con la pareja y otras con el hijo presente. Tengo entendido que esta es sin Min Ki presente.

Jungkook asintió, aclarando su garganta para tomar la palabra.

—Disculpe el atrevimiento, pero ¿no es un poco desprolijo que nos cambien de psicóloga cuando es ella quién ha creado un lazo con nuestra familia?

Vivian le ofreció una sonrisa que se vio tensa como mínimo.

—Señor Jeon, los lazos no son los importantes aquí, lo son los hechos. Como le decía, revisé cada nota e informe sobre ustedes y su hijo Min Ki, estoy al tanto de todo.

Procedieron a las preguntas rutinarias que nada tenían de relevante, preguntas sobre su solidez de pareja y el lazo de cada uno con Min Ki.

Cuando Min Ki llegó a sus vidas, era un pequeño pelón que berreaba en busca de calor. Jimin le tomó en brazos, Jungkook besó su frente y en un acto de amor tan primordial, el niño los aceptó. No hubo más llantos. Ni cuando aprendió a caminar y se raspó sus rodillas. Ni cuando llegó la hora de dejar el chupete ir.

Min Ki era metódico como Jungkook, preocupado por el resto de la gente a su alrededor; sus compañeros de escuela, sus maestros. Era espontáneo como Minie, con una sonrisa contagiosa y unos ojazos que se compraban a la gente. Ingenioso como ambos, liderando los juegos con sus primos, que aunque mayores que él, caían por su rostro angelical.

A Min Ki le gustaba estar en la cocina mientras que Jungkook cocinaba. Le gustaba probar el contenido de las ollas y escuchar las instrucciones de su padre sobre cómo preparar los alimentos. Del mismo modo, si Jimin veía una película, Min Ki correría para acomodarse a su costado y así verla juntos.

Min Ki era un niño ejemplar.

Vivian Foxx tuvo que ver eso.

—Tengo entendido que usted tiene un hermano —dijo tras varias anotaciones. Su mirada se dirigió a Jungkook. —¿Ha conocido él a Min Ki ya?

—No —La respuesta de Jungkook fue tajante. —Mi hermano se encuentra tras las rejas. Cometió delitos que le metieron allí y yo no lo visito. No veo porqué Min Ki deba hacerlo.

—Quizás sea beneficioso para el niño conocer a todo el familiar que tenga.

—¿Qué? —Jungkook no creía en lo que sus oídos escuchaban. —¿Quiere que lleve a mi hijo a una cárcel? —Sintió el apretón de la mano de Minie, pero no pudo frenarse. —¿No se supone que ustedes velan por el mejor desarrollo de los chicos?

La mirada de la nueva encargada se ensombreció.

—En efecto lo hacemos, por eso es por lo que monitoreamos todos los cordones familiares al momento de una adopción. Éramos conscientes de los antecedentes de su familia cuando se les entregó a Min Ki. El niño tiene derecho a una familia.

—Jimin y yo somos su familia. —dijo Jungkook con vehemencia. —Somos sus padres, tiene abuelos y tíos que lo aman. Primos de su misma edad. No necesita más que eso.

—Usted no es quien lo decide.

La respiración de Jungkook se hizo dificultosa, él veía a la mujer como si fuese la peor clase de ogro que había aparecido en su cuento.

—Puede ser directa con nosotros. —Jimin se inclinó hacia adelante manteniendo un ojo en su esposo. —Queremos lo mejor para Min Ki, vemos que cada una de sus necesidades e intereses estén cubiertos, ¿de qué se trata esto?

La mujer miró otro momento Jungkook, antes de volverse hacia Minie.

—Señor Park, la ley contempla que los niños tienen el derecho a una familia, a una grande en lo posible. El deber de los padres es protegerlo de esta. —Ella removió papeles sobre el escritorio. Ella no era una mala mujer, solo una dura, y eso la hacía sonar mal en muchas ocasiones. —Lo que estoy diciendo es que Min Ki debería conocer a su tío que está en prisión y desde ahí tomar acciones, tras el encuentro. Evaluar cómo influye en el niño.

Jungkook se puso de pie apenas controlándose.

—Eso es una locura. —dijo con las manos en su cabello. —Jung Hyung no sabe nada de nosotros desde hace años.

Vivian encontró lo que buscaba. Era una carta en papel ahuesado con el logo de la prisión estatal en ella. Se la extendió a Jimin que estaba más cerca, pero él no la tomó. Solo viéndola como si no creyese a sus ojos.

—Le sorprenderá saber que su hermano está al tanto de su situación, señor Jeon. —Ella dijo mirando de uno a otro. —Él fue quien manifestó interés por su hijo.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora