CAPÍTULO DIEZ

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El día de la visita finalmente llegó. Jungkook vio a Min Ki alistarse, peinar su corto cabello claro para un costado y hacer el nudo de su corbata flojo. El resultado era un niño radiante. Tomando la mano de Jimin, ellos emprendieron el camino. Jungkook estaba nervioso, la angustia royendo sus intestinos.

Los ojos de Min Ki eran inmensos mientras miraba las dependencias de la cárcel de varones. El nudo en las tripas de Jungkook se hizo más apretado, jamás había querido algo así para su hijo. No quería esa clase de recuerdos en su memoria.

Lo encontró torciendo sus manitas en el interior.

—¿Estás nervioso? —preguntó con fingida voz calma.

—Un poco —Min Ki rebotó en el asiento mirando hacia la puerta una vez estuvieron en la sala de espera. —Quiero agradarle.

Jungkook tomó a su hijo, besando la coronilla de su cabeza.

—Lo harás, eres muy lindo.

—Lo sé —Min Ki asintió con una sonrisa.

—Y tan modesto. —Jimin se rio.

—Me pregunto de quién ha sacado eso —Jungkook bromeó. Jimin le regaló un guiño, justo cuando la puerta era abierta.

Como en la pasada visita, dos guardias ingresaron a JungHyung, le quitaron las esposas de las manos y los pies y le dejaron solo, apostándose junto a las puertas. Él les dio una inclinación de cabeza a Jungkook y Jimin antes de centrarse en Min Ki. Parecía ser que había corrido una maratón para llegar allí, pues su respiración estaba acelerada, así como la intención en su rostro.

—Se parece sorprendentemente a ambos. —Fue lo primero que dijo. Había una energía nerviosa saliendo de él, casi como si el niño lo asustara, lo que era cómico. Un hombre de entrados cuarenta años versus un pequeño de cinco.

—Papa Jungkook dice que eres mi tío —Min Ki habló de inmediato, su voz pequeña demostrando su timidez, pero su cuerpo estaba erguido con propósito, lo que hizo a Jungkook sentirse orgulloso.

JungHyung le miró hacia abajo.

—Sí, eso me dijeron a mí también.

Hubo en silencio tenso, en el que Jungkook se preguntó si su hermano sería capaz de decirle alguna mala palabra a su hijo. Si es que era tal clase de monstruo. Y si es que ese era el caso, él tomaría la mano de Min Ki, daría media vuelta y jamás miraría atrás. Las normas podían joderse.

—Mi nombre es JungHyung —Este habló al fin.

Min Ki sonrió enseñando sus pequeños dientes y extendió su mano para que su tío la tomara. Fue un sencillo acto para él, desde luego, ignorando por completo lo que significaba para el resto de los adultos presentes.

La mirada de JungHyung se alzó, buscando los ojos de su hermano y Jungkook pudo comprobar que este sí que lucía aturdido. Con la garganta apretada, Jungkook asintió dando su permiso. Y JungHyung tomó la mano de Min Ki dejando salir un trémulo suspiro.

Después de eso y con el encanto natural de su hijo, Jungkook tomó asiento junto a Minie, dejando que el pequeño guiara la conversación y el ritmo del encuentro.

Min Ki se mantuvo de pie, haciendo preguntas, señalando a todo lo que le pareciera curioso. Cuestionando rasgos de JungHyung y tocándolo en todos los lugares, para consternación de este último.

Hasta que las preguntas tensas vinieron y Jungkook se encontró sonriendo ante la cara perpleja de su hermano.

—¿Sabes que eres adoptado? —JungHyung tanteó con miedo de meter las patas en un bache desconocido.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora