CAPÍTULO CUARENTA Y TRES

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Jungkook despertó echo un ovillo en la cama, sobre la almohada que usaba Jimin. Esta mantenía el olor de su colonia y estaba húmeda en donde Jungkook se había abandonado al dolor incluso en sus sueños.

Se levantó con pereza, sin saber qué hacer. Se pasó las manos por el desordenado cabello y estiró algo de la ropa con la que se había dormido del día anterior. Entraba luz por las cortinas, indicio de que tenía que empezar el día para buscar a Minie. Había recuperado su teléfono de la escena de la pelea, pero la policía se lo retuvo como parte de las pruebas, así que sin él tendría que hacer las cosas a la antigua...

En el comedor había voces, fue hasta allí como guiado por un imán.

Evie y Jin estaban en los sofás, con tazas de cafés humeantes en las manos y rostros serios. Le miraron con gestos indescifrables.

—Hola.

—Hola —respondieron ambos. —Aquí, ten —Jin empujó una taza en su mano y le señaló el sofá. —Tienes un rostro que da miedo.

—¿Cómo es que...?

—¿Qué hacemos aquí? —Jin fue por una taza con nuevo café para sí mismo. —TaeHyung nos llamó. Y la policía a él. No tengo los detalles aun, pero creo que entre los testigos del desastre de anoche reconocieron a Jimin de la tienda de su amigo. Él nos contó todo y nos dio la llave. Estabas tan dormido que no sentiste cuando llegamos.

Jungkook esquivó sus miradas, mirando alrededor. Estaba todo en orden. La puerta al final del pasillo cerrada. El hueco de hace unas horas se abrió en su pecho y apuró el café por su garganta sin importar que quemara, necesitaba algo que le diera calor a su muerto cuerpo.

—Anoche fue... una verdadera pesadilla.

—TaeHyung nos lo dijo, no puedo creer... —Evie había comenzado con voz enérgica, pero se detuvo cuando la mano de Jin descansó sobre su rodilla. Ella tomó aire de manera temblorosa. —Estoy tan molesta, todo lo que tuvo que pasar el pobre de Jimin...

Jungkook se encogió.

—Evelyn, tienes que comprender mi posición, —intentó. —con mi hermano en medio...

—¡No me importa nada de eso! —Ella exclamó sobresaltándolos. —¿Es que lo que sucedió, no te hizo ver las cosas claras, Jungkook? ¿Qué más necesitas para despertar? —Jungkook se quedó sorprendido. No sabía si era porque ella acababa de usar su nombre de pila o por la repentina sinceridad.

—Necesito saber, dónde está él. —Se inclinó hacia adelante con suplica. —Supongo que lo sabes, ¿me dirías ...?

—No —Se negó la chica de inmediato— Jimin no necesita verlo ahora mismo.

—¿Cómo qué no? Necesito aclarar las cosas con él.

Jungkook se tapó la cara con la mano que tenía libre, completamente frustrado.

—El chico está en Corea, se ha ido con TaeHyung.

—¡Jin! —Evie le fulminó con la mirada, a lo que el doctor se hizo pequeño. Jungkook no pudo dejar de notar que su amigo no se veía sorprendido por la forma en que Evelyn lo trató. Tendría que preguntar por eso más tarde.

—Lo siento mucho, —Se excusó Kim. — pero Jungkook tiene que saber.

—¿Para qué? No es como si fuera a hacer algo.

—Estoy sentado justo aquí, Evie, gracias. —Jungkook los miró a ambos. Unos de los pocos testigos de su relación que sabían las cosas sin matices. —Jodí todo con Jimin. Estaba aterrado de hablar de más y que Jung Hyung decidiera hacerle algo. Y su mirada, ¡Dios, la forma en que miró por última vez!

Se aferró a la ahora vacía taza de café y miró el fondo, en donde se aconchaban los restos.

Jimin no era alguien a quien se le olvidara con facilidad, la sola idea era... incorrecta en tantos sentidos que Jungkook ni siquiera quería comenzar por enumerar. Pero la principal que resaltaba entre las demás, eran sus ojos, tan expresivos, donde Jungkook se había visto a si mismo reflejado como un cobarde y un idiota.

—Jefe, no necesito haber estado ahí como para saber que Jimin le perdonará todo. —Habló Evelyn, obviamente más calmada y apiadándose de él. —Tan grave como pudo haber sido; si usted se enmienda, Minie lo perdonará. El que le amedrentaran, no es lo que hizo a Jimin poner distancia entre ustedes, es la forma en que le negó. El cómo lo llamó, incluso, si fue en otro tiempo. Él no sabe nada más que lo que escuchó anoche y eso es suficiente para espantar a cualquiera.

—Te dije que no hicieras nada estúpido, que no tuvieras miedo —Jin recordó negando.

—Es más fácil decirlo que hacerlo. —Se quejó Jeon removiéndose inquieto. Que le dijeran sus verdades a la cara no le sentaba nada bien. —Habíamos discutido antes de que dejara el apartamento, si tan solo lo hubiese retenido, nada de esto hubiese pasado.

—No vale la pena pensar así —apuntó la chica. —Las cosas ya hechas están y ahora solo le queda enmendarlas o seguir de largo.

—Enmendarlas, por supuesto.

Ella se vio feliz por la rápida replica.

—Las personas somos estúpidas por amor. Es ese algo que hay entre ustedes, que le garantizo que aún tiene una oportunidad.

Jungkook deseaba poder aferrarse a la esperanza.

—¿Ese qué?

—No lo sé, pero es romántico —suspiró y cuando habló, su voz fue completamente conciliadora. —Vaya por Jimin, enciérrelo en una habitación y no lo deje ir hasta que ambos estén cansados y sudorosos... Y completamente seguros de que se aman.

─¿Estás segura?

─Créame. —concluyó con una sonrisa.

Jungkook intentó sonreírle de vuelta. Sí, era una amiga sincera de esas que valen la pena y él tenía que estarle agradecido a Jimin por ella también. Por haberla integrado a su vida. El chico, no solo había cambiado su vida con su persona, sino sumando otras a la ecuación.

Le debía tanto y le había pagado terrible. Lo peor era que Jimin ni siquiera lo había hecho con la intención de recibir algo a cambio, solo porque lo quería, no, lo amaba. Él mismo lo había dicho. Rezaba porque así siguiera siendo...

—¿Qué vas a hacer ahora? —Jin quiso saber.

Jungkook le miró serio, con su cerebro trabajando a toda máquina. Jin era un buen tipo. Esmerado en su trabajo, habían tenido suficientes experiencias codo a codo como para conocer el modo de operar el otro y sabía a ciencia cierta que no tenía que preocuparse por errores. Jin siempre hacía lo correcto, incluso en esas veces que Jungkook no había sido capaz.

—Voy a comenzar a hacer las cosas bien, por una vez en mi vida. —dijo tan seguro que el miedo no tuvo lugar que ocupar dentro de él. Se puso de pie ansioso por comenzar. —Así que si puedes cubrirme.

Jin se rio, como niño preparado para una travesura.

—Cuenta con ello. 

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora