CAPÍTULO CINCO

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Media hora después de que solo dieran vueltas en el mismo tema, Jimin y Jungkook dejaron el edificio.

—Es una locura, —repetía este último —no lo llevaré ahí. No lo llevaré con Jung Hyung. Maldito loco. Ella está loca. Desquiciada.

Jimin permitió que Jungkook dejase salir toda la frustración que sentía mientras se dirigían de vuelta a su hogar. Jungkook iba manejando, le gustaba manejar y, de todos modos, Minie no se sentía con la capacidad de estar atento a alguna otra cosa más que el problema que tenían en sus manos.

—¿Todo en orden? —preguntó la madre de Jungkook tan pronto vio a su hijo entrar y dirigirse escaleras arriba.

Jimin negó, quitándose el abrigo y colgándolo en el perchero de entrada.

—No, la visita con la nueva asistente no ha sido para nada lo que esperábamos. —Juntos fueron hasta la sala de estar, tomando asiento uno frente al otro. —¿Está Min Ki en casa?

—No, su abuelo lo ha llevado de compras. Necesito materiales para hacer galletas y él se ha ofrecido como mi ayudante.

Minie asintió, sin saber por dónde comenzar.

—¿Qué sucede Minie? —La madre de Jungkook puso una mano sobre las de él.

Ella era tan buena. Jimin no tenía muchos recuerdos de ella cuando él había sido joven y sus familias se habían visto envueltas en una amistad, pero desde que ella se enteró de su relación con Jungkook no había hecho más que acogerlo con las puertas de su casa bien abiertas.

La relación de confianza entre ellos se había dado con alarmante rapidez.

—Vivian Foxx , así se llama la nueva psicóloga. Es persistente. —dijo con cautela. —Ella nos ha preguntado por Jung Hyung.

—Oh —La señora Jeon se sentó derecha. Una arruga de preocupación entre sus cejas. —Oh, por eso es por lo que Jungkook ha llegado así... ¿Qué quiere con él?

Jimin miró al rostro de la madre de Jungkook. La pobre mujer había pasado por mucho con ambos de sus hijos; las enfermedades de Jungkook siendo un niño y el problema de Jung Hyung con las drogas; pero ahí donde Jungkook le había devuelto su agradecimiento con cada acto que podía, Jung Hyung seguía siendo un dolor de cabeza.

Sacudió la inquietud de sus hombros, para decir:

—Básicamente que conozca a Min Ki, quiere que llevemos al niño a prisión para verle.

—Y yo no lo permitiré —Jungkook bajó las escaleras con paso determinado. Él se posicionó bajo el umbral de entrada.

—Jungkook —Jimin pidió, pero Jungkook ya se encontraba negando. Su rostro era duro, al igual que su tono.

—No.

La puerta que daba a la calle fue abierta. Un viento helado y un poco de nieve se coló dentro del hogar, Jeon padre entró con la nariz enrojecida y cargado con bolsas de la compra.

—Hola, hijo —saludó a Jungkook en su camino a la cocina. Dio una inclinación de cabeza para Minie antes de reparar en su rostro. —¿Sucede algo? —preguntó deteniéndose. Su esposa le indicó que siguiera su camino al interior. Y tras tocar el hombro de Minie de manera sutil, ella le siguió igualmente, ambos desapareciendo.

—¡Papa, estás en casa! —Min Ki entró corriendo hasta Jungkook. Chocó con sus piernas, abrazándose a estas. Le miró hacia arriba. —¿Dónde está papi?

Jungkook le indicó la sala de estar.

Min Ki fue hasta Jimin para colgarse de su cuello y que así lo alzara en brazos. Jungkook aprovechó la oportunidad para retornar escaleras arriba. Con un suspiro, Minie lo dejó escapar. Apenas podía imaginarse lo que significaba para Jungkook tal petición, pero no podía cerrarse a ella.

Jeon Jung Hyung era varios años mayor que Jungkook, había tenido problemas con el abuso de drogas desde antes que Jimin llegase al mundo y problemas de personalidad mucho peores. Por azares del destino, sus caminos se habían cruzado y la experiencia había sido como mínimo traumatizante.

Jimin no podía pensar en su único encuentro sin estremecerse. Sin embargo, no le guardaba rencor. Él solo no podía. JungHyung era familiar de Jungkook, su parecido era grande. Y muy en el fondo, Minie creía que todo se trataba de un encuentro de la vida, de algo predestinado. Sonaba descabellado, pero así eran las cosas.

JungHyung le había atacado bajo la necesidad, bajo el miedo y de nuevo, sustancias en su cuerpo que lo habían puesto a mil.

De no ser por Jung Hyung, Jungkook quizás nunca hubiese abierto los ojos. Y pensar en eso era algo que Jimin no podía concebir. La idea de no tener a Jungkook a su lado, como su compañero. De no tener la vida que tenían. De no tener a Min Ki... él no podía siquiera pensarlo.

Era el pensamiento más horrendo que pudiese tener.

Más tarde esa noche, cuando Jimin tuvo la oportunidad, interceptó a Jungkook en la sala. Min Ki estaba arropado en su cama desde hacía un buen rato. Los padres de Jungkook se habían retirado a su cuarto también, apelando que necesitaban horas de sueño tras el exhaustivo día, cuando todos habían podido ser conscientes de que escapaban de la sensación tensa reinante.

—Minie, por favor. —Jungkook se quejó.

—Tenemos que hablar con él. —pidió Jimin claramente refiriéndose a su hijo. —¿No lo ves Jungkook? Todo está apuntando en un mismo camino. Primero la fotografía y ahora esto. Hay que preguntarle al menos qué curiosidad tiene respecto a Jung Hyung.

Jungkook lo miró a los ojos negando.

—No puedo, no me pidas eso.

El corazón de Minie se estrujó en el interior de su pecho. Extendió su mano, tomando la nuca de Jungkook, atrayéndolo contra su cuerpo. Había pasado una velada separado de su esposo, era más tiempo del que quería alguna vez estar sin tocarlo. A pesar de su humor, o quizás a causa de este, Jungkook envolvió sus brazos de manera inmediata en el cuerpo de Minie. El abrazo era apretado, dolía un poco y dificultaba la respiración, pero a Jimin no le importaba.

—Todo estará bien —susurró depositando un beso en el centro del pecho de Jungkook. —¿Recuerdas lo que solíamos hablar antes de que Min Ki llegara a nuestros brazos? ¿Recuerdas que decíamos que haríamos cualquier cosa por él?

—Minie... —dijo Jungkook con voz estrangulada.

—Esto es cualquier cosa —Minie finalizó. —Ha llegado el momento en donde nosotros no importamos, solo lo hace Min Ki. Tenemos que ser sus padres y procurar ser unos buenos.

Jungkook se aferró a su amado, combatiendo las lágrimas y los sentimientos encontrados. Él no quería, pero sabía que Jimin tenía razón. Jimin siempre tenía razón.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora