CAPÍTULO TRES

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Tan pronto la puerta de entrada se cerró detrás de su hijo, Jimin se recargó en esta mirando hacia Jungkook.

—Al fin solos —pronunció mordiéndose el labio.

Los ojos de Jungkook brillaron siguiendo el gesto.

—Por el único motivo que me pongo feliz de que Min Ki se vaya con mamá, es por tenerte solo para mí. —dijo acercándosele.

El estómago de Minie se volvió una fiesta de nervios. Odiaba y amaba a partes iguales escandalizarle a tal nivel por Jungkook. Ni el título de esposo, ni el paso de los años hacían nada por ayudarle a controlarse a su alrededor. Si no fuese porque ellos eran padres ahora, con un chico que entraba a su cuarto sin dar aviso, probablemente se la pasarían follando como conejos sin control.

Ahora tenían que hacerlo en silencio y con un oído atento a cualquier movimiento proveniente del otro cuarto.

—Ven aquí, —Jungkook llamó sacándolo de sus pensamientos. Si a Jimin le importara, sería mortificante la rapidez con la que saltó a los brazos de Jungkook, como no lo hacía, solo sonrió obediente. Los brazos de Jungkook se enredaron en su cintura, calientes y fuertes. Sus labios bajaron para probar la piel de un costado de su cuello —voy a poder escuchar tus pequeños gemidos otra vez.

Jimin gimió ante la succión de la boca de Jungkook. Eso iba a dejar una marca.

—Puedes colocarte un cuello alto —dijo Jungkook leyendo sus pensamientos. —No me pidas que me contenga ahora.

Se besaron y acariciaron con calma por un exacto de cinco minutos, luego de eso se transformaron en un juego fiero sin respiración, arrancando la ropa del otro a tirones y dejándola caer en cualquier lugar. La sala de estar se sofocó rápidamente, cayeron contra el sofá besándose como si se les fuese a acabar el mundo en cualquier momento.

Minie gemía sin control con Jungkook encima de él besando su piel con reverencia. Se sujetó a sus hombros como un salvavidas. Le enterró las uñas romas con los ojos cerrados, solo disfrutando ser devorado.

Amaba a su esposo. Amaba su paciencia, su dedicación, su esmero y su sensibilidad. Amaba que fuese un buen compañero y un excelente padre. Pero antes de conocer todas esas cualidades, Jimin había conocido algo primitivo de Jungkook; su pasión. Y no había podido ser indiferente a ella.

Jungkook terminó de despojarlo de toda prenda. Besó desde su cuello sonrosado, sus mejillas sin rastro de barba pese a su edad, a su boca generosa y regordeta.

—Jungkook... —Jimin se las arregló para pronunciar entre su mente nublada y atontada. La continuidad de esa frase, sin embargo, se perdió cuando su esposo le alzó del sofá dejándolo en sus rodillas y manos. Jungkook le cubrió desde atrás, sus labios pegados a su cuello. Su estómago plano contra su espalda.

Jimin podía escuchas el susurro de las ropas apartadas. El envoltorio del condón ser abierto y la tapa de la botella del lubricante saltando. Los gruesos dedos que ya conocía tan bien se adentraron en él resbaladizos y perfectos. Minie dejó su cabeza colgando, viendo hacia atrás.

—Te he extrañado. —dijo a media voz.

—Yo también —Jungkook le besó.

No dejaron de besarse en ningún momento. Jungkook tragó los gemidos de Minie con su boca, meciéndose contra él, dentro de él, concentrándose en el placer del cuerpo del chico. En el amor que tenía por él. Lo amaba tanto sin duda.

Cuando las endorfinas del orgasmo se disiparon de su cuerpo minutos después, Jimin se encontró recostado sobre el pecho de Jungkook. Estaban tendidos en el sofá, una simple manta de lana cubriéndolos. Minie respiró satisfecho, restregado su nariz contra el pecho de Jungkook.

—¿Vamos a hablar de lo que encontramos ayer?

Jungkook se tensó en contra suyo. Su mano siguió subiendo y bajando, dibujando patrones en el brazo de Minie, pero su intención cambió.

—No creo que debamos.

Jimin negó.

—Pues yo creo que sí. Min Ki no lo ha mencionado, pero obviamente le genera curiosidad si es que ha guardado la fotografía bajo su almohada. —Esperó a que Jungkook dijese algo, pero solo le respondió el silencio. Suspiró. —Quizás ha llegado la hora de hablar con él sobre ello.

—Jimin-ssi... —Jungkook se apartó, sentándose para mirarlo.

—Jungkook, vamos, sabíamos que esto pasaría en algún punto.

—Pero no así, no de este modo.

—¿Y de qué modo entonces?

Jungkook alejó su mirada.

Mientras aseaban el cuarto de su hijo y metían en bolsas lo último que dejaban atrás, se habían llevado la sorpresa de que Min Ki guardaba una fotografía bajo sus almohadas. Una muy vieja y roída, una que Jungkook ni siquiera recordaba que existía, pero que, al parecer, había sido relevante para su muchacho.

Hace muchos años que Jungkook no veía a su hermano Jung Hyung, desde aquel encuentro en donde casi lo pierde todo, donde Jung Hyung había atacado a Jimin solo por saberlo gay y que vivía bajo su techo. Jungkook se cerró a él, negándose a saber más de lo necesario. Se había enterado de que fue cambiado de prisión cuando la corte lo declaró competente para asumir la responsabilidad de sus actos y que tras la rehabilitación se encontraba limpio de drogas.

Nada más allá.

Ahora, la fotografía le había enseñado a un Jung Hyung más joven, menos perdido y sin tanto peso en su espalda. Sin hundimiento en sus mejillas, ni locura en sus ojos.

—Pensé que me había deshecho de todo rastro de él —Se lamentó pasando las manos por su cabello. Jimin se apoyó en su hombro, dejando caer un beso cálido.

—Aunque quieras, eso no puede borrarse. Es tu hermano.

—Lo sé, pero él no es una buena persona. —De solo pensar en lo que una vez había hecho, a Jungkook se le revolvían las tripas. No importa la cantidad de años que pasaran, él nunca olvidaría que de no haber llegado cuando lo hizo, no tendría a Jimin a su lado. No tendría la maravillosa vida que tenía.

No sabía que sería de él, de no haber llegado cuando lo hizo.

—No entiendo cómo puedes hablar tan relajado del tema. —Jungkook dijo volteándose a mirar a Minie. Lo atrajo para sentir su calor nuevamente. Le sentó sobre su regazo. Minie siempre sería su pequeño chico. —Jung Hyung nos hizo mucho daño. A ti te lo hizo.

Jimin se encogió de hombros.

—Supongo que lo dejé en el pasado. Te tengo a ti, y a Min Ki. No vivo de lo que una vez fue. Vivo mi presente. Quiero lo mejor para ti y para nuestro hijo, si eso significa hacer las paces con el tipo que creó una mala memoria en mí, lo haré. —Él se aferró al cuello de Jungkook, sus manos tomando sus lados para mirarlo fijamente. —No hay nada que no haría por ustedes.

—Eres tan... —Jungkook no halló la palabra perfecta. Quizás nunca existiría. Unió su frente con la de Minie, relajándose con él entre sus brazos. —Simplemente te amo.

Jimin sonrió.

—Te amo también. 

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora