—Así que te lo follaste.
—¡TaeHyung!
—¿Qué? No seas mojigato, es lo que hiciste.
Jimin miró a su alrededor, a la gente paseando por el interior de la tienda de discos en la que se encontraban de compras; la mayoría de ellos no le daban ni una segunda mirada, pero uno que otro se volteó ante las palabras de TaeHyung. Él estaba demasiado emocionado para el gusto de Minie, tomando en cuenta todo lo que habían hablado hacía un par de días atrás solamente, pero él no iba a rechistar. Mucho menos para atraer más atención sobre ellos.
—Bueno, sí, pero no tienes que decirlo de esa manera. Las personas te oyen —regañó en voz baja. Tomó los dos vinilos que deseaba llevar como regalo para su hermana y los llevó hasta la caja para pagar.
TaeHyung correteó a su lado.
—¿Y qué? ¿Crees acaso que ellos no tienen sexo? —insistió, el cajero los miró curioso, aunque no objetó nada. Él recibió el dinero a cambio. —Es obvio que sus padres lo hicieron para que vinieran al mundo y ahora ellos lo hacen para tener a sus hijos, y sus hijos...
—Ya. Entiendo tu punto, —interrumpió Minie —es solo que lo haces sonar tan... obsceno.
—Aw, no me digas que fue todo un acto romántico. —TaeHyung se burló.
Ellos salieron juntos de la tienda y caminaron hacia su derecha, dos locales más allá entraron a la sex shop de TaeHyung.
—No voy a contarte jamás nada.
—No seas sensible.
El vuelo de Jimin saldría ese día en la tarde. Le esperaban buenas horas con su trasero en un asiento y una escala antes de llegar a su ciudad natal. Su familia estaba al tanto de su regreso y según Yoongi, le estarían esperando con una cena en casa de su madre. Ella había quedado de ir por él al aeropuerto también, así no tenía que andar cargando su equipaje por la ciudad mientras pillaba un taxi. Como fuese, mientras pensaba en lo que le esperaba en Busan, se enfocó en su amigo atendiendo a un par de clientes. Él le había llamado con la excusa de hablar antes de no tenerlo a mano por los siguientes días. Minie había estado contento, ya que, se había devanado los sesos buscando una manera de hablar con TaeHyung, y sin encontrarla.
TaeHyung charló con dos sujetos corpulentos, les entregó lo que parecían ser panfletos y luego los dejó con Ming, quien empezó a enseñarles cosas de los estantes mientras ellos le sonreían de manera cohibida.
—Estos tipos atreviéndose a probar son los mejores, ellos compran todo. Mis ancas estarán un tanto más llenas al final del día —comentó risueño. Jimin se removió inquieto en su lugar. Aun con todas las veces que había visitado el local, no terminaba de sentirse cómodo con la variedad de objetos. TaeHyung interpretó su desosiego de la manera incorrecta. —¿Estás pensando en cosas para Jungkook?
—¿Qué está, jodidamente mal contigo, TaeHyung? —Los ojos de Minie casi se salen de su órbita. Él miró a lo primero que tenía al frente, espantado. —¿Es que acaso quieres venderme tangas comestibles o algo por el estilo?
TaeHyung le dio una gran sonrisa cuadrada.
—Algo por estilo.
Le indicó que esperara y corrió hacia la trastienda. Minie lo escuchó abrir y cerrar cajones, golpear sonajeras y tras lo que parecieron horas, regresó con un canasto lleno de cosas que no quiso ni mirar.
Una cosa era saber que tu mejor amigo tenía una famosa sex shop y acompañarlo en las ventas de vez en cuando y otra muy, pero que muy distinta era utilizar instrumentos de dicha tienda para él y su nuevo chico. Si es que podía llamarlo así.
Demonios, ni siquiera sabía que eran aún. Solo habían pasado un par de noches juntos y si se aparecía en el departamento con algo de todo eso, de seguro y Jungkook lo votaba por pervertido.
—¿Minie tiene cita? —preguntó Ming, habiendo despachado a sus otros clientes.
—No Ming, es solo tu jefe ideando cosas descabelladas. Me voy de aquí.
Tenía que salir de ahí e ir al departamento. TaeHyung estaba fuera de sus cabales. Tal vez el que hubiesen peleado como nunca que recordara era producto de ello. Escuchó la puerta del local ser abierta a su espalda, mas no se volvió. TaeHyung apareció a su lado al cabo de unos minutos.
—Lo siento —dijo jalando la manga de su chaleco para detenerlo. De mala gana, Minie lo hizo y vio lo afectado que lucía el otro. —Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para que las cosas no sean raras aquí. —Él se mostró sincero y Minie tuvo que darle puntos a su favor. —Tuve un bajón el otro día y prácticamente te acosé. Fue lastimero. Lo siento.
Minie suspiró.
—Oye, fue incómodo. Porque sabes que te amo... solo que no de esa manera. Pero no tienes por qué disculparte. —En el rostro de TaeHyung apareció una sonrisa conocedora y revoleando los ojos, Minie depositó su maletín en el piso y abrió sus brazos. TaeHyung se internó en ellos y lo estrechó de buena gana —Ya está en el pasado. ¿De acuerdo? —La cabeza de TaeHyung asintió y luego se hizo atrás. —Solo que, si esta es tu manera de hacer las paces, por favor no lo intentes.
Ambos chicos se sonrieron y todo estaba bien entre ellos. A Jimin le agradaba no tener que sentirse mal por TaeHyung más y los sentimientos de TaeHyung no habían dejado de ser intensos, pero más que eso, estaba su amistad.
—Además, no me imagino a Jungkook usando nada de lo que vendes. —Minie prosiguió.
TaeHyung lo abrazó por los hombros y lo apretó cerca. No sabía qué haría sin ese bobo.
—¿Ni siquiera lubricante? —Minie le puso mala cara y TaeHyung se encogió.— Yo solo digo, el tipo puede ser un poco bruto.
Jimin soltó una carcajada y dejó que su amigo lo devolviera a su tienda, esta vez sin miedo de ver ni llevarse de allí nada. Y por mucho que el lubricante sonara atractivo, tenía que admitir una cosa.
—No hay problema alguno en lo que al sexo se refiere —dijo sonrojándose hasta la raíz de su cabello— Dudo que Jungkook haya tenido queja en ese departamento.
TaeHyung le dedicó un ruidito apreciativo antes de tomar la canasta que antes le había traído y llevarla de vuelta a la trastienda.
En lo que al corazón se refería, pensó Minie, bueno eso era otro tema. Estaba intentando ser paciente, vaya que lo hacía. Verlo todos los días, besarlo, tocarlo y hacer como si nada lo mataba por dentro, pero tenía que ir con cuidado. Jungkook se entregaba a él en la seguridad de su apartamento, pero en público aún era muy reacio y Jimin no sabía qué hacer con eso. Se seguía repitiendo que solo era cosa de tiempo, que tenía que darle su espacio de modo que Jungkook aceptara sus sentimientos y aflojara poco a poco.
Si había alguien que sabía de hacer las cosas a su propio ritmo, ese era Jimin.
—Prométeme una cosa, Jiminnie —TaeHyung pidió apareciendo frente a él. Este asintió. —No te enredes con Jungkook más de lo necesario. No me parece el tipo de hombre que siempre has buscado.
—TaeHyung...
—No son celos, eso lo juro. Solo quiero lo mejor para ti, como amigo —él miró a Ming, quien se hizo a un lado dándoles privacidad. Los ojillos de TaeHyung eran serios. —Él no arriesga por ti, no lo veo como que algún día va a tomar tu mano en la calle o mucho menos besarte. Eres la clase de chico al que le van las reclamaciones públicas, las muestras de afecto sin importar quién mire.
Malestar nació en el estómago de Jimin mientras esquivaba la mirada de su amigo. Había algo de razón en sus palabras. Lo había pensado después de tener relaciones con Jungkook y no compartir su cama.
Pero como se dijo, estaba siendo comprensivo al estado mental y emocional del otro y quizás, también estaba aterrado de perder lo que estaba recién descubriendo.
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...