Jeon Jungkook era un blandengue de corazón a veces. Como, por ejemplo, hacía un mes atrás.
Exactamente veintiún días atrás, mejor dicho, aquel hombre que consideraba un hermano de otra madre, se había presentado en la puerta de su casa con la sorpresa de quedarse una semana de visita. Lo cual a Jungkook le había pintado de colores, después de todo, al fin tenía un motivo para tomarse unas merecidas vacaciones.
Como médico del área de urgencias del hospital principal de New York, no tenía mucho tiempo libre. Así que él y Yoongi aprovecharon como solo dos mejores amigos que no se ven en un largo tiempo podían hacer.
Pasaron días increíbles. Como en los viejos tiempos; videojuegos, comida chatarra, fútbol en la tv y practicar básquet por las mañanas. Incluso Yoongi había intentado arrastrarlo a un bar a conquistar chicas, pero en vista de la renuencia de Jungkook, su mejor amigo no había insistido. Después de todo, el tema de las mujeres aún estaba vetado.
Y pese a que cada cierto tiempo, ellos mantenían visitas así, Jungkook no podía quitarse de la cabeza que algo no andaba bien; y en efecto. La bomba le llegó justo cuando Yoongi regresaba a Busan.
–Necesito pedirte un favor.
Yoongs detuvo su maleta en el centro del aeropuerto y se volteó hacia su amigo.
Tenían más o menos la misma imagen, pero Jungkook creció más alto. Quizás por el hecho de ser más corpulento y que los trajes Armani que tanto le gustaba lucir fueran entallados. O tal vez, solo eran los zapatos con leve taco. Quién sabe.
–Jiminie ha conseguido entrar a Juiliard.
Como buen relacionador público, Min Yoongi expuso esto como si de un contrato con una gran empresa se tratara. Miró a su amigo a los ojos, con todo su porte y le dio primero las buenas noticias con una sonrisa contagiosa en la cara.
Solo que Jungkook no le sonreía de vuelta. En cambio, abrió los ojos con sorpresa y se metió las manos en los bolsillos de los pantalones, en un viejo acto que él conocía de cuando estaba nervioso.
–Vaya, felicítalo de mi parte.
–De hecho, creo que podrás hacerlo tú mismo. Estudiará a solo dos manzanas de tu departamento y su trabajo cinco más allá.
–Hm.
Yoongi pensó que las cosas no estaban saliendo como él creía que saldrían.
Había esperado que con solo nombrar Juiliard, Jungkook se ofreciera a darle asilo a Jimin. Aun cuando ellos no habían sido muy cercanos, se habían pasado revoloteando uno alrededor del otro, Yoongi se había encargado de eso. Salían los tres juntos, se pasaban los veranos de arriba para abajo porque uno no puede elegir entre su mejor amigo y su hermanito menor.
Decidió usar otra estrategia. Quería que Jungkook ofreciera su casa; era lo mejor a su parecer.
–Sabes que Jimin es mi debilidad, si algo le pasara no sé qué haría y ese muchacho tiene una tendencia a atraer peligros... –siguió Min distraído; ajeno a la batalla que comenzaba a librarse dentro de Jeon.
Kook dejó de escuchar correctamente en cuanto su amigo dijo el motivo del favor.
Park Jimin.
No sabía qué era exactamente qué le quería pedir, pero se hacía una clara idea. Y la respuesta era no. ¡No, no, no! Infiernos no.
No podía hacerse cargo de Jimin mientras este estuviera en la ciudad. No podía recibirlo como su compañero de apartamento. Y más que un obvio no, no podía tenerlo cerca cuando lo de su crisis estaba tan reciente.
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...