CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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La velada estaba resultando ser de lo más amena, mientras que Jimin, TaeHyung y Ming se batían en la cocina preparando una elaborada receta bajo las estrictas instrucciones de la chica. Los platos estaban ya listos con TaeHyung decorándolos con una sonrisa. Jungkook había advertido no comer nada que hubiese tocado TaeHyung para no correr riesgo de intoxicación, pero tras una perorata del moreno, todo había quedado en risas.

Jungkook estaba en la sala, apostado en un sofá, escuchando a Jin y Evie discutir entre ellos sobre técnicas de reanimación.

Por el rabillo del ojo, Minie le observaba con una opresión en el pecho.

El doctor pasaba por tiempos oscuros cada cierto par de días. Él sabía que Jungkook se estaba esforzando. Había cumplido con su palabra de recorrer la ciudad cada que podían, cenaban fuera en acogedores lugares escondidos con velas iluminando sus sonrisas. Se pasaban el día en parques, jugando con roces insuficientes bajo el sol. E incluso barajaban la posibilidad de una noche para ir a bailar.

Con eso en vista, Jimin intentaba capear los malos momentos.

Él sabía que no era fácil el asunto entre ellos, que las cosas tenían que desarrollarse por sí solas, por eso se mantenía firme en no presionar, pero se hacía difícil. Y mucho.

La pasada noche había sido como una revelación y no dejaba de rondar los pensamientos del chico.

—¿Amaste a tu esposa? —Jimin había preguntado a media voz. No había querido hacerlo, sin embargo, la pregunta llevaba tanto tiempo con él que ya tenía voluntad propia.

El pecho desnudo de Jungkook, bajo la mejilla de Minie, subió y bajó conforme tomó aire. Era pasada medianoche y ya ninguno pretendía dormir. No con los dedos de Jungkook recorriendo el brazo de Jimin y con éste último removiéndose inquieto.

—No creo haber amado a nadie nunca.

No era una respuesta a que al chiquillo lo tomara por sorpresa. Estaba conociendo a Jungkook en todos los sentidos y eso era parte de ello.

—¿Ni siquiera a ti? —siguió Jimin tras la pausa.

Jungkook había negado.

—En especial no a mí. —dijo rotundo. Estaba entrando en un trance, sobrecargado de trabajo, pensamientos contradictorios, abandonando miedos y el cumulo en su camino de construcción no era cosa fácil. —Con Lisa fuimos amigos. Era un buen trato, aunque nunca debí casarme. Fui consciente de ello el día que firmé los papeles del divorcio. Nunca se sintió correcto y, aun así, dejé que pasara. —Su matrimonio era un tema que se tocaba a pinceladas, Jimin se moría por indagar más sobre ello. Él había visto en una sola ocasión a la ex esposa de Jungkook. Y otro par en fotografías o en retazos de conversaciones de su hermano. Sonaba a una chica decente, pero no había mucho que pudiese decir, menos de como se había desarrollado la relación con el doctor. Jungkook acarició con la palma abierta la espalda del chico, haciéndolo seguir el movimiento, arqueándose —Con ella jamás me sentí cabizbajo por tener que priorizar trabajo a citas. Jamás sentí como si perdiese la cabeza sin verla una semana. Jamás sentí que mi corazón se iba con ella cada mañana... Con ella no sentí nada de lo que siento contigo.

—¡Listo! —TaeHyung gritó justo en el oído de Jimin, llamándolo al presente.

Él se hizo a un lado, de modo que Ming y Tae pudiesen llevar todo hasta la mesa que esperaba. Jin y Evie se trasladaron sin abandonar su acalorada conversación. Aun a pesar de la diferencia de edad y experiencia entre ellos, parecía haber una relación que se daba sin tropiezos. Minie la envidiaba.

Él se acercó con una budinera en una mano y una copa en la otra. Jungkook se adelantó para moverle la silla del paso.

—Miren nada más, —Jin se mofó tomando asiento —ustedes dos todos hogareños. No me lo esperaba de ti Jungkook, pensé que eras una especie de tipo que come todo lo que venga de un recipiente preparado, encerrando en su habitación.

Jimin iba a comentar que algo así había sido cuando recién llegó, más Jungkook se le adelantó.

—Te lo he dicho hasta el hartazgo, no soy un ermitaño. —Su tono era duro y a la vez relajado. Cansado mas bien. Él le brindó una sonrisa a Minie al aceptarle un plato que el menor le extendía. Sus ojos no se iluminaron con el gesto —Además, Jimin es un compañero de piso que incentiva con las comidas.

Las cejas de Jin se juntaron y él miró a Minie. También todos en el cuarto, como si las palabras de Jungkook hubiesen molestado a todos los presentes.

Evie se aclaró la garganta, TaeHyung llamó la atención de Ming para distraerla con respecto a la comida y Jimin se hizo el fuerte. Fingió que no había pasado nada, aún cuando su corazón se sintió apuñalado tanto literal como emocionalmente.

Mientras cenaban y el ambiente se relajaba, olvidando el impasse de Jungkook, éste intentó que su mirada coincidiera con la de Jimin en todo momento, pero el chico estaba empeñado en disfrutar de sus amigos. Charló, participó activamente e ignoró sus intentos de llamar su atención tocando su pierna bajo la mesa.

—No sé tú —comentaba Jin estirándose en su asiento, su mano cayó descuidada sobre el respaldo de la silla de Evie. —Pero quiero vacaciones. Necesito vacaciones, eres un encargado que me machaca todos los días y estoy estresado.

Sus palabras se desmentían con sus gestos, mas con sus sonrisas. Jin se presentaba cada día lleno de energía al trabajo, así que Jungkook se mofó, con una copa de vino en la mano, una que estaba nuevamente vacía. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces la había llenado.

—Tengo que hablar con el directorio para comenzar a organizar nuevamente los recesos y permisos de todos, pero ni sueñes que serás una prioridad.

TaeHyung que estaba evidentemente bebido, ronroneó desde el otro extremo de la mesa.

—Tu bien podrías ser una prioridad para mí —dijo mirando directamente a Jin con ojos vidriosos. El doctor por primera vez durante la jornada, perdió los papeles, tragando a todas luces nervioso.

Una risa se alzó fuerte en la mesa y TaeHyung aprovechó para guiñarle a Evie.

—Ya es hora de llevarlo a casa, señorito TaeHyung —Ming se hizo escuchar. Ella se había visto orgullosa de que todos comiesen su comida con avidez y ni se había acercado a los tragos, por lo que, era la última voz cuerda. Con un evidente esfuerzo, dado su pequeño cuerpo, alzó a TaeHyung por el brazo.

Se iniciaron las despedidas, algunas tardando más que las otras. Ming se acomodó a un somnoliento TaeHyung con un hombro sobre los brazos y lo guío hasta la puerta.

—¿Evelyn? —TaeHyung llamó a la chica, —¿Te vienes con nosotros? Ming manejará, no corres ningún riesgo.

Ella iba a asentir, pero Jimin percibió su indecisión, mirando atrás, en donde Jin le hablaba a Jungkook cerca y en voz baja. Las cejas de Minie se juntaron con suspicacia.

—¿De qué crees que estén hablando? —preguntó Evie ojeándolos con disimulo y mirando nerviosa a Minie.

—No lo sé, pero se ve serio.

Jungkook negó de pronto, echándose atrás ante algo que su amigo había dicho. Jin no se veía culpable para nada. Él palmeó a Jungkook en el hombro.

—Piénsalo. —dijo en voz alta y fue a la puerta. —Muy buena comida, chico —él miró a Jimin con una inclinación y luego a Evie con interés —¿Lista para irte ya, Evelyn? No he bebido lo suficiente como para querer poner fin a esta noche.

Ella resplandeció, ondeó una mano a modo de despedida hacia Minie y juntos el grupo se dirigió afuera. Al ponerse ella al lado de Jin, Jimin escuchó a TaeHyung quejarse antes de cerrar la puerta.

Si es que su amigo no estaba jugando a algo secreto, ahí iba otro enamoramiento fallido.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora