Algo ardía en el pecho del joven Jungkook, no podía quitarse de la cabeza la imagen del chiquillo; de Jimin de pie en la sala de sus padres diciéndoles como si nada que era gay. Esa pequeña palabra, desatando un caos inimaginable.
Ahora, él estaba en su propia casa y podía dar rienda suelta todo lo que sentía.
—Lo odio, lo odio, lo odio —Todo el camino había repetido tal letanía. Quería que el muchacho no sintiese atracción por los hombres. Eso solo complicaría las cosas. Eso solo lo haría más difícil para él. —Estúpido chico, maldito Jimin...
—¿Quién te ha roto el corazón, Jungkook-ah?
Jungkook se tensó ante la burla en el tono de su hermano. Sentando en el comedor, Jung Hyung apareció por detrás y le acaricio el cabello, desordenándoselo. Jungkook se apartó de su toque. Le fastidiaba que Jung Hyung se le acercara, con su aspecto de estar a punto de desmayarse, siempre con un olor extraño en las ropas. No entendía como su hermano no podía ser un tipo normal, que ayudase en la casa y le brindase una mano como los hermanos se supone que hacen.
—Aléjate JungHyung, ¿están mamá y papá en casa?
Su hermano fue hasta la heladera para conseguir algo de beber. Él llevaba la chaqueta puesta, por lo que, supuso que venía llegando de sus paseos por la tarde. Él siempre se perdía por las tardes con aquellos amigos que a Jungkook le ponían los pelos de punta.
—No hay nadie, acabo de llegar. ¿Qué te pasa? ¿Por qué repites que odias a Minie? ¿Quién es Minie?
Jungkook en su vida había confiado en su hermano, ellos jamás habían podido desarrollar una relación como tal, pero Jungkook estaba tan desgastado, tan maltrecho por dentro con sus pensamientos contradictorias y con la maldita esperanza que se había abierto en su pecho al saber de la revelación de Jimin, que se sintió arrebatado por la situación.
—Odio al hermano de Yoongi, maldito chiquillo con malas maneras...
Todo lo que podía ver era el rostro limpio, sencillo, juvenil y jovial de Jimin y cuando hablaba, nada de lo que decía iba merecido a él. Sino que se lo dirigía a sí mismo. Jungkook sabía que había algo muy dentro suyo que no estaba bien y a veces, había sentido el impulso de decírselo a alguien para buscar ayuda, entonces, el miedo se apoderaba de él y callaba. Pero ahora tenía a alguien que usar por escudo y como suele ser, uno nunca sabe lo que le espera en el destino, así que habló, despotricó todo el desprecio hacia sí mismo que sentía. Él ahora comprendía de que se trataba y dijo todo lo que opinaba al respecto.
Jung Hyung se sentó a escucharlo como jamás había hecho, sus ojos cambiaron de tonalidades conforme a sus palabras, para al final solo alzarse y revolver su cabello antes de volver a salir.
Jungkook se había ido a su cuarto y llorado toda la noche.
—Jung Hyung —llamó con menos fuerza Jungkook en el presente. Necesitaba salir de ahí, se sentía como si se ahogara. Jimin estaba retraído, nadie más se movía. Él llevó las manos a su propia cartera al igual que el chico había hecho antes. —Aquí hay dinero. Te daré más mañana, déjame ir a casa. Con Jimin, déjalo ir.
—No.
—Jung Hyung, hermano, sé racional, no hay que hacer un problema de esto.
—Llamarás a la policía —Jung Hyung dijo a dientes juntos.
—No, no lo haré. Lo prometo.
—Vámonos Jung Hyung, vámonos —habló uno de los gorilas. A decir verdad, ninguno de ellos había hecho mucho allí. Excepto el que retenía a Jimin. Él lo zarandeó. El primer ruido de una patrulla rompió en la noche. —¡Jung Hyung!
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En algún lugar del corazón
FanfictionJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...