Jungkook se estaba secando el cabello con una toalla para evitar que goteara en el cuello de su playera cuando le escuchó, proviniendo del exterior de su apartamento, los quejidos y reclamos masculinos parecían sacudir la puerta desde sus goznes. Intentó pasar de ello, pero le era imposible puesto que el hombre dio un alarido y tras un segundo, aporreó su puerta.
—¡Mira nada más esta mierda! —dijo el tipo al momento de Jungkook abrirle la puerta. Sin duda era su vecino, Stan. Entrado en sus cuarenta años y cabello canoso en las sienes, se veía como una remolacha con poblado bigote. Él vivía en el departamento de al lado hacía ya casi dos años y Jungkook le había considerado un hombre tranquilo hasta ahora.
—¿Qué sucede Stan? —Jungkook fue cordial a pesar del tono del tipo, miró afuera y checó a su alrededor. Había un montón de tierra en el piso y un cactus gigante dentro de un macetero tirado a un lado. Su vecino estaba de pie justo en medio de la tierra con sus zapatos completamente embarrados. —Oh, ¿pero qué...?
—He tenido un pésimo día, ¡pésimo! —gritó Stan pisoteando —solo para querer llegar a casa y encontrarme con esta maldita planta en medio del pasillo y chocarme contra ella, ¡mira esto!
Jungkook se percató con más detalle, que no solo los zapatos del hombre estaban estropeados, sino que tenía también espinas incrustadas en su pantalón e intentaba tironear en vano para que no picaran sus piernas.
—Es un desastre...
—Un desastre en efecto —refunfuñó el tipo.
—Perdona, pero no estoy entendiendo tu actitud, esto no es mío. —dijo Jungkook comenzando a hartarse de la actitud malagestada. Comprendía que pudiese haber tenido un mal día, él mismo venía de extenuantes veinticuatro horas seguidas de trabajo en el hospital y no por eso tenía derecho a descargar su furia con el primero que se le cruzase.
El bigote de Stan se movió cuando hizo un gesto adusto con la boca.
—Pues claro que es tuyo, estaba justo fuera de tu puerta cuando me tropecé con él y no dudo que sea alguna clase de mariconada de los de tu tipo ahora que he visto cómo es que vives —reclamó y su voz tembló al decir eso último.
Por un instante, la boca se Jungkook se secó procesando las palabras del hombre, la rabia detrás de ellas. No, no es rabia, se corrigió, es asco.
—¿Te estás refiriendo...?
—¿Al chiquillo que va y viene de tu apartamento? ¡Pues exactamente a eso me refiero! —completó a voz en grito y pisoteó sobre la tierra derramada otra vez. Si no fuese por la situación, podría resultar hasta cómico, pero a Jungkook no se lo parecía. Se enfureció por dentro con toda la atención de arremeter contra su vecino por primera vez desde que le conocía y sin importarle en lo más mínimo. Sin importar que él no era un hombre violento o siquiera físico. —No me cabe la más mínima duda del porqué es que tu esposa se fue, viéndote ahora. Me dijeron que éste era un edificio tranquilo, con gente decente para convivir...
—¡Hey, voy a detenerte ahí! —Jungkook dio un paso saliendo de su casa, su vecino abrió los ojos sorprendido notando que había hablado de más y retrocedió. Jungkook levantó la mano para apuntarle aun sosteniendo la toalla en ella. Él podía ser más joven que el hombre, pero considerablemente más corpulento también y eso era algo a tener en cuenta —Yo soy una persona decente y no hables sobre mi vida como si supieras algo sobre ella, porque no tienes la menor idea. —Otro paso y entró en su espacio personal —Y por sobre todo, jamás nombres a mi ex esposa.
Stan resopló, no obstante, era evidente el miedo en él. En sus ojos nerviosos y en el gesto de retirada que inició hacia a un lado, buscando una salida.
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En algún lugar del corazón
Fiksi PenggemarJimin acaba de mudarse a New York. Se ha reencontrado con su mejor amigo de toda la vida, empieza las clases en la mejor escuela de artes del mundo y su cabeza va a la deriva. Después de todo, sólo tiene veintiún años. Jungkook, por su parte, está...