CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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Jungkook estaba perdido en la forma que Jimin movía sus labios. ¿Habían sido así de sensuales hace una semana atrás? Él quería besarlo para comprobarlo, de manera desesperada. Sin embargo, se tomó su tiempo admirando el rostro que había visto solo cuando cerraba sus ojos. Trazó con su pulgar sus cejas, la línea de su nariz y sus altos pómulos, antes de bajar a sus labios regordetes que daba la impresión de que siempre estaban en un dulce puchero. Con una respiración, Jungkook unió sus bocas.

Jimin vio el deseo de Jungkook y se imaginó que él lucía de la misma manera, absorbiendo al otro, esperando por ello. No obstante, no se sintió como él esperaba.

Para sorpresa de Minie, el beso fue lento. Demasiado lento, desgarrador.

Jungkook aseguró su rostro entre sus manos firmes con ligero olor a antiséptico y Jimin dejó caer el maletín al piso con un ruido sordo, para tener sus manos libres y aferrarse al cuello del mayor.

Era un beso diferente de alguna manera y Jimin encontró que encajaba con todo lo que estaba sintiendo. Borrando la ausencia y la necesidad de los pasados días.

Mil y una cosas se traspasaron con ese beso. Palabras que no podían decirse en voz alta mientras sus lenguas se enredaban, emociones compartidas en el mordisquear de sus dientes y el sentimiento cálido de la añoranza una vez que jadeaban por aire.

Jungkook rompió el beso pero no se alejó de Minie, no se sentía con fuerzas como para eso. Lo extrañaba, después de varios días sin verse, ni charlar ni nada, quería sentir su calor; lo quería a él.

Minie vio como un millón de emociones pasaban por el rostro de Jungkook mientras este lo sujetaba por la nuca y a escasos centímetros de su rostro. Pero mantenía sus ojos cerrados y en más de una ocasión, su seño se frunció. ¿En que estaría pensando?

—Joder, Jimin... —Jungkook soltó un suspiro sobre sus labios entreabiertos y negó con la cabeza.

Estaba tan jodido; no quería jugar con Minie. No lo quería para un rato o para una noche más. Lo quería para él, a su lado. Y eso estaba tan mal. ¿Por qué las cosas tenían que ser tan complejas?

Entonces, Jungkook eligió ese momento para abrir sus ojos y mirarlo y Minie se quedó perdido en lo que ahí veía.

No le dio tiempo de dar nombre a la cruda emoción que danzaba de uno a otro. Jimin se vio arrastrado en un abrazo torrentoso con Jungkook tocándolo por todas partes, el doctor parecía de pronto tener tres pares de manos más y él estaba en todos lados.

Jungkook era todo lo que Jimin podía sentir, pensar, oler y amar.

Su lengua húmeda trazando su clavícula, sus manos grandes y firmes tocando su pecho en donde el corazón amenazaba con brincar fuera de él. Su olor característico de gel de ducha mezclado con el hospital y sudor.

El sabor de su boca hambrienta que le besaba quitándole el aliento.

Sus ojos convertidos en oro fundido, reflejando cada una de sus emociones y el placer que sentía, un placer físico y emocional del escaso contacto que estaban teniendo y el ansia incontrolable de más.

Pronto, Jimin se encontró siendo presionado contra la camilla de la habitación. Él se dobló por la mitad de su cuerpo, ahogando un gemido en su puño a la vez que sentía a Jungkook presionarlo desde atrás con las ropas puestas. Era una idea caliente el ver al doctor tan perdido en su pasión.

Y hacía calor por todas partes.

Jungkook susurraba su nombre, junto con palabras sin sentido.

Jimin debería de estar avergonzado; ellos ni siquiera habían logrado hablar de algo y ya se encontraban en tal situación, pero él no podía, él no quería nada más... por el momento.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora