CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

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Hay algunas cosas en la vida que se dan entre dos personas, sin que estas necesiten hablarlas.

Aun con los secretos, con aquello que no se podía decir y con los sentimientos a los que no se les ponía nombre de por medio, Jungkook y Jimin se dejaron ser, con todo fluyendo cual corriente de aire danzante a su alrededor.

Resultó ser que Minie había llegado a la ciudad mucho antes de pasar por Jungkook al hospital, se había dado una vuelta por el apartamento y la imagen que lo recibió —todo tal desastre como la primera vez que había llegado allí— le había inspirado para preparar una sorpresa para el doctor.

El estar en Busan, rodeado de su familia y de las cuestiones de su madre; su cabeza se había vuelto un lío, pero si había algo que Park Jimin hacía con seguridad, era atreverse.

Así que aseó el lugar, preparó una cena digna de un restaurant de la alta clase y se maravilló con la sorpresa en el rostro de Jungkook al entrar y ver todo listo y dispuesto para su deleite.

—¿Qué es todo esto? —había preguntado el doctor con voz estrangulada.

Con un sencillo encogimiento de hombros, Jimin le dijo:

—Nos debíamos una celebración y he regresado.

No se necesitó más que eso.

Sobraban las palabras y las emociones ocuparon tanto del espacio como quisieron. Sonrieron, se miraron a los ojos y charlaron.

A Jungkook le encantaba siempre tener algo de lo que hablar con Jimin; entre ellos todo era un tema y los detalles más ínfimos de su día a día le parecían relevantes para compartirlos con el muchacho.

Aun no salía de su asombro de lo que había pasado en su despacho. Había atacado al chico sin preocuparse de que se trataba de su lugar de trabajo y cualquiera que pasara por el otro lado de la puerta, los podía haber escuchado y tomado por sorpresa. Aún más, estaba encandilado por la confesión sincera de Jimin y en cómo, a pesar de no ser capaz de formular las palabras, él había querido confesarle de vuelta que se estaba enamorando de él.

Minie aún estaba consternado también por el impulso al decirlo, así que se sonrojaba cada que se hacía un silencio entre ellos y Jungkook que le había echado tanto de menos, se puso de pie al final de la cena y tendiéndole la mano, se dijo a sí mismo en su mente de manera fuerte y clara: "¡Deja ya de ser un idiota!" Por lo que, su primer acto para empezar a demostrar su amor, fue guiar a Jimin a su cuarto y meterse ambos dentro de la cama.

Encajando como solo ellos parecían encajar, cada uno tomó un lado del colchón. Se desnudaron mutuamente con manos seguras, ya nada de nervios entre ellos y se abrazaron. El cuerpo de Jungkook protegiendo al de Minie que suspiró atontado por el contacto íntimo y Jungkook acarició con su nariz el cuello de Jimin.

Se durmieron así, creando un amoroso patrón para los días venideros.

***

—¿Del trabajo no te dejan tomarte un par de días? —Jimin preguntó desde la cocina. Se había quitado la chaqueta al llegar de casa de TaeHyung y se estaba arremangando las mangas de su camisa de seda para cocinar algo ligero para pasar la noche.

Jungkook se le acercó por detrás, luciendo delicioso a ojos de Minie, con el cabello desordenado, recién levantado de su siesta, descalzo y con un buzo que se caía en sus caderas.

Él abrazó al muchacho, disfrutando de su cuerpo un tanto frío por el exterior y su colonia mezclada con los aromas de la calle.

—Se pueden pedir permisos en algunas ocasiones puntuales; las emergencias son un tema aparte. Todo depende de la naturaleza de tu ausencia, ¿Por qué?

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora