【XVIII: El Cambio】Parte 2

59 5 3
                                    

William dormía en mi hombro mientras íbamos al aeropuerto. El cumpleaños había había un éxito, así como la diversión el resto de los días libres que tuvimos los adultos. Habíamos llevado a los pequeños a todos los museos y lugares de juego que la ciudad tenía por ofrecer, e ido a comer fuera casi todas las tardes.

Ahora habían terminado esos días, y con eso, mi tiempo con William.

Suspire mirando por la ventana y luego a mi hijo. Estaba cansado, había jugado toda la mañana con el pequeño Patrick y luego había estado largo rato hablando con Edward por la computadora.

Las vídeo llamadas habían salvado a William de extrañar a su otro amigo.

Elgart me miró por el espejo retrovisor.

— ¿Se durmió? Wow... —

Asentí con una sonrisa apenada

— Esta agitado, nada que hacerle —

— Dormirá todo el vuelo de regreso a Inglaterra, entonces. Andrew no tendrá que preocuparse demasiado — Se rió divertido.

Sonreí escuchándolo, en eso tenía algo de razón, aunque William perfectamente podía ver películas durante el vuelo y no sería aburrido para él, aunque sí, eran unas siete horas de viaje. Se cansaría bastante.

Llegamos al aeropuerto y tuve que despertar a mi hijo. Me dio lastima ver su cara de sueño, pero no había mucho que hacerle. Lo levanté en mis brazos y le sonreí.

— Mirate, creo que ya no podré seguir levantándote — Rei un poco. Él me miró somnoliento.

— ¿Por qué no?... — Bostezo al terminar la pregunta.

— Porque ya estás creciendo mucho, hijo, y mi fuerza es limitada — Lo cargue un poco mejor y eche a andar, Haytham y Andrew yendo detrás mío con las maletas. — Te portarás bien durante el vuelo, ¿verdad? — Lo miré de nuevo, él se tallaba los ojos con las manos.

Asintió con otro bostezo.

— Si, lo haré... ¿Tú cuando vuelves a casa? Nunca te habías ido a otros países —

Suspire... A decir verdad, no tenía idea cuando iba a regresar. Ya me habían trasladado primero a Nueva York, luego Alemania pasando por París... Sentía que no podía ya sorprenderme si después me enviaban a otro lugar.

Tuve que ser sincero, y lo mire a los ojos.

— No lo sé, William, quizás me necesiten en otro lugar aun, pero te estaré llamando, y a tu hermana también — Le asegure, sintiendo pesado en el pecho.

El me miró pensando la respuesta y asintió.

— Esta bien, ¿te puedo llamar yo? — Me preguntó.

Dude. Decirle que si podría traer situaciones bastante incómodas, pero tampoco quería rechazar su entusiasmo en comunicarse conmigo.

— Te avisaré que días puedes llamarme según como vaya el trabajo, ¿si? — Se me ocurrió y sonreí ordenandole el cabello. Esa era una idea excelente, no era una negativa, y podía ordenar mis horarios para hablar tranquilamente con mi hijo en momentos apropiados y seguros.

Me sentía orgulloso de mi propia respuesta.

William asintió de acuerdo.

— Bien, ¡esperare entonces! —

Sonreí y le sobe la cabecita.

— Gracias por comprender —

— Ya debemos ir — La voz de Andrew nos interrumpió y suspire. Esa vez me estaba siendo difícil enviar al niño con Andrew.

Patrick Elgart, el Cazador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora