【XIII: Atrapado】

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No se bien cuanto tiempo pasó.

Me tenían atado y con los ojos vendados.

Aveces la sensación de pesadez y enfermedad desaparecía, pero la mayor parte del tiempo me sentía fatal.

Varias voces discutían en el salón, hablando en ese extraño idioma que yo no entendía, pero que se me hacía raramente conocido. Aunque estaba seguro de no oírlo antes.

O quizás si...

-Basta de charla, ¿Algo le pusieron sacar?- Se impuso una voz vieja y amargada de varón.

-No, lo lamento, señor, el Cazador no dijo nada a pesar de la presión-

Hubo un corto silencio durante el cual no pude evitar ponerme algo nervioso.

-Habrá que usar métodos más bruscos entonces-

-¿Qué dice, Maestro Clay?-
Reconocí esa voz como la de Jessica, casi quise morirme, ¿Ella habría estado tras mi secuestro?

-Que habrá que aplicar tortura-
-¡Eso está contra nuestras leyes!- La clara y firme voz de Henry sonó en la sala. Me sentí algo mejor. Al menos uno no quería torturarme.

-Maese Henry, usted no tiene voz acá. Yo soy el Maestro de Nueva York-

-Y me enviaron para ayudar-

Otro silencio. No sabía cómo funcionaban las cosas en su Orden, pero dentro de la Corporación, esa insubordinacion era pagada muy caro.

-No discutamos más. He dado la orden-

-Señor, estuvo un día inconsciente, lo interrogamos una noche entera. Ha dormido sólo unas horas.-

-Tampoco ha comido y bebido-

Henry y Jessica trataban de abogar por mi. La sensación de pesadez aumentó de repente, a la vez que oí la puerta abrir y cerrarse.

-Oh, Owen, al fin llegas-
-Un avión de la Corporación ha llegado hace unas horas. Parece que planean un rescate-

-¿Mandaron a otro Cazador? ¿O a un Agente?-

-¿O un montón de Cazadores y Agentes?- Agregó alguien, bastante molesto.

-No lo pude ver, pero casi seguro que un Cazador experimentado. Lee es de Sangre Antigua. Es valioso-

Otra vez con la Sangre Antigua.
Casi no pude evitar un resoplido. Mi infancia había sido una mierda por eso.

-Está despierto-
Otra vez me sentí enfermo.

Sentí que alguien me levantaba y me sentaron en una silla. Acto seguido, me quitaron las vendas de los ojos.

Mi vista tardó en acostumbrarse, pero cuando pude ver claramente mi sorpresa fue mayúscula.

Me encontraba en una habitación cómoda y modesta. Detrás de mi había una gran jaula que ocupaba una pared, y a unos metros una mesa redonda, alrededor de la cual, se sentaban cuatro hombres y una mujer.

El más viejo, un hombre de pelo canoso y de ojos fríos y despiadados me clavó la mirada.
Junto a él se encontraba Henry, el cual me sonrió ligeramente. Jessica no lucia muy feliz, pero me saludó con la cabeza.

Los otros dos hombres me observaron fijamente. Uno tenía el cabello y ojos de un tono marrón oscuros. Y el otro era de piel pálida, cabellos rubio ceniza y ojos de un exótico amarillo que no hizo sino inquietarme.

Esa mirada la reconocía bien. Me hacía sentir enfermo.

-Conrad, ve por tu máquina, la probaremos con el más tarde- El Maestro Clay no sonreía. Una terrible cicatriz en su boca deformaba ligeramente esa parte de la piel.

Patrick Elgart, el Cazador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora