【XXIX: Entre balas y fantasmas 】

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Algunos cazadores medían su éxito a través de asesinatos confirmados en los ataques o noches de cacería, yo no creía demasiado en esa práctica y tampoco pensaba mucho sobre éso, pero en aquel momento me preguntaba repentinamente si Patrick y yo seríamos dos números más en el recuento de alguien... Incluso cuando todo lo que estaba ocurriendo parecía una ilusión.

Mi corazón latía tan fuerte que pensaba que podía delatar nuestro escondite. Patrick a mi lado recuperaba el aliento dando bocanadas lentas en el mayor silencio posible.

—James... no estoy loco... esos eran...— sus ojos naranjos estaban llenos de espanto.

—Yo también los ví... eran tu padre y el mío.... Viejos cazadores...— asentí intentando calmarme, pero el solo pensar sobre lo que estaba ocurriendo hacía que me doliera el cuerpo con malos recuerdos regresando a mi mente.

—Es imposible, los dos están muertos— Patrick preparó la escopeta con las manos temblandole ligeramente. Al notar eso tragué duro.

—Están muertos... Esto es algo diferente— apoyé una mano sobre la suya en la escopeta —Calma. No es él— Le aseguré.

Elgart terminó de cargar la escopeta mirándome.

—Hueles a miedo, James— dijo entonces —Desde el primer momento que lo viste, hueles a miedo— su mirada estaba llena de preocupación.

Tomé un hondo respiro mientras lo soltaba.

—Sí. Jamás pensé verlo de vuelta, pero es una ilusión, debe serlo. Lowell Lee está bien muerto— dije firme, intentando convencerme a mí mismo también, y dejé un momento la caja para recargar mi pistola.

—Las ilusiones no deberían tener olor— Patrick bajó las cejas pensando y yo negué.

—Las ilusiones no se comparten, esto es algo más... Y muy molesto— la rabia se escapó por entre mis palabras y me levanté con el arma lista.

No me iba a esconder de él-.

—Desde que salí de Londres no hago más que correr— levanté la caja y se la dí a Patrick— Vamos, salgamos de aquí. Este sitio tiene algo raro, pero toda base tiene salida—

—Pero, James, oye—

Caminé por los pasillos con precaución intentando ubicarme. No sabía si había más de una salida, pero debían haber señalizaciones por ahí. Las paredes tenían en algunos puntos, simbologías y marcas que se me hacían conocidas, estaba seguro de haberlas visto en mi casa cuando era niño, y creí reconocerlas mientras avanzabamos en silencio hasta que me detuve en una pared viendo un cartel.

—¿Te suenan? Ésta base abandonada parece muy vieja— Patrick se agachó susurrando en mi oído.

Baje las cejas viendo los símbolos en código.

—Sí — ya entendía de dónde se me hacían conocidos —Es el código que usó el Gran Maestro anterior para ciertas bases especiales. Solo una elite de cazadores lo sabía y tenía acceso a esas bases— recordé —en el archivo de mi padre están los detalles. La sala de mando general está por acá, vamos—

Lo guié por el camino que los carteles iban indicando. Mientras avanzábamos se escuchaban de pronto voces aquí y allá que nos sobresaltaron, pero mantuvimos el rumbo silenciosamente.

Podía sentir a Patrick caminar a mis espaldas en completo silencio mientras olfateaba de vez en cuando.

En una intersección se detuvo de pronto, afirmando mi hombro desde atrás.

—Espera—

Me congelé ahí mismo y giré lentamente. Sus ojos estaban clavados en un túnel lateral.

Patrick Elgart, el Cazador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora