| El Joven Patrick |

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El bosque estaba sumido en el silencio. La nieve caía perezosamente y el viento se hacia presente en una ligerisima brisa.

No podía ser mas tranquilo.

De repente, el crujido de una botas rompió la quietud, y un hombre se revelo de entre los árboles.

— ¿Donde se metió ahora?.... —  Shay camino tranquilamente. Sabia que su hijo estaría bien, al menos físicamente.

A todos les había afectado la muerte de Ludwig, pero sin dudas Patrick había sido el mas dañado.

Al menos había muerto valientemente.

Un aullido en la lejanía lo saco de sus pensamientos.

Siguió andando.

Mas allá, en otra parte del bosque, un joven dormía plácidamente entre un montón de lobos. Una loba negra llego al trote y lo quedo mirando.

El muchacho llevaba casi un mes viniendo todos los días a su cubil. No tenia nada en contra, pero el tenía su familia.

Se acerco y le tiro violentamente de una manga.

— ¡Hey! Vamos, Lupa, dejame un rato más... —

La loba lanzo un gruñido. Había que tenerle pata dura. Lo peor era... Esa expresión.

— Por favor...—  gimoteo el chico.

Lupa hizo un esfuerzo. Sabia como convencerla. Pero esta vez Shay estaba por allí buscando.

Gruño y le mordió la bota.
Era suficiente.

El joven suspiró y se levanto.

— Esta bien. — Miro su reloj — Papá debe estar buscándome... — suspiró.

Los otros lobos jóvenes se levantaron.

Patrick se despidió y salio rumbo a su hogar.... Hogar humano.

Iba por los lindes cuando vio la espalda de su padre, que hablaba por teléfono.

— Hey! ¡Papá!—

El hombre se dio vuelta, y su rostro reflejo la molestia y cierta decepción.

Cortó la llamada.

— Faltaste a las pruebas. Hoy, ayer, y antes de ayer —

Patrick se encogió de hombros.

— No me gustan. Me inyectan cosas, y me meten en maquinas y jaulas — Hizo una mueca de disgusto. — Ni se que buscan —

— Ya te dije, ciertas características, pero parece que te estas demorando en expresarlas, lo cual no nos sirve —

Un gruñido brutal se escapó por la garganta del joven.

Shay endureció la mirada.

— ¿Otra vez fuiste con Lupa? —
— Es mas agradable que tu y mamá—
— Calla, vamos a la base, tendrás que dar todas las pruebas hoy—

Eso era lo más desagradable para el muchacho. Esas malditas sesiones en las que era una rata de laboratorio.

En media hora se encontraba sentado con cuerdas sujetándole pies y muñecas.

Un científico se acercó con una jeringa en la mano.

Y, cielos, esa aguja era enorme.

Se removió inquieto y lanzó un gañido.

— Tranquilo chico, solo sera un pinchazo—
El olor del extraño líquido burbujeante llegó a su nariz. Lo que sea que había en esa jeringa no le haría nada bien.

Patrick Elgart, el Cazador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora