【XXV: Día, hora, minuto.】

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El humo rojo se levantaba entre los edificios mientras las luces de emergencia de la ciudad se encendían al sonar las sirenas. El amparo de la oscuridad se había ido, y todos se retiraban, mi peso siendo levantado por otras manos.
Mi mirada estaba clavada en una ventana, un niño me miraba fijamente, y el dolor agudo en mi hombro de la bala que había logrado atravesar el traje parecía irreal, hasta que el insurgente me alcanzó del otro brazo.

—¡James! ¡Reacciona!— la voz de Phillip sonaba sofocada tras la máscara.

El ensordecimiento general de mis sentidos se desvaneció como por un shock eléctrico y pateé al insurgente rápidamente, apartandolo de mi, y a la vez me zafe de Phillip dando un paso a un lado.

—¡Suéltame!— No podía saber quién más estaba con Carraway. Ese pensamiento al fondo de mi mente hizo que me alejara un poco más mientras me estabilizaba, hasta que finalmente ví la cara del escocés.

Me miraba con ojos muy abiertos, y guardó su pistola.

—Capitán... soy yo, Phillip Dyer... le llegó el disparo de un francotirador cuando salió del humo, Haytham fue por él, pero debemos salir de la calle, ordenaron una retirada general además— comenzó a explicar.

Levanté mi vista al edificio detrás mío. El niño ya no estaba allí... No sabía si había existido para empezar, o si el pánico había ganado sobre mi mente durante un instante. Phillip se acercó con cautela nuevamente y lo observé moverse... No debía dudar de mis compañeros. Bote el aire y mire mi hombro, la bala no se había introducido muy profundamente pero aun así ardía, sumado a lo resentido que había quedado mi cuerpo después del choque contra el edificio, que había sido muy brutal.

―Siento empujarte, Phillip, sigo muy alerta, ha sido una misión caótica― me disculpé viéndolo a él ahora, se veía en un estado muy decente al menos.

―Creíamos haberte perdido. Haytham se metió al humo a buscarte pero hubo que movernos― me tomó del brazo ―estamos al descubierto― recordó.

Asentí comprendiendo la urgencia.

La idea de Patrick de encender las sirenas de emergencia de la ciudad había desbaratado todos los planes de la operación, y las luces de la ciudad que se apagaban por el toque de queda, se encendían, así como alarmas en todos los edificios para despertar y mover a la población.

Debíamos retirarnos rápido.

Corrí con Phillip hasta que lanzó un gancho elevándose por los edificios.

Me detuve bruscamente cayendo en la realización de que no podía seguirle.

—Oh no— debía llegar a una de las bases móviles.

Empecé a correr velozmente cuando un sonido de silbido llamó mi atención y me lance al suelo rápidamente. Un insurgente pasó por sobre mi cabeza y giro en el aire disparándome. Rodé en el suelo y disparé de vuelta.

Al menos ahora veía mi objetivo.

El hombre me atacó de nuevo lanzándose hacia adelante y evadi rápidamente sus golpes. La potencia de cada puño y palma me hicieron retroceder poco a poco, espantandome. Podía esquivar cada ataque, y detener otros, pero el hombre atacaba con tanta fuerza y fiereza que me empujaba hacia atrás por inercia de la pelea.

De pronto sentí otro silbido. Ese sonido era en realidad el de los ganchos lanzados, y salte de nuevo hacia otro lado.

Phillip apareció en el aire precipitandose como un ave rapaz hasta el insurgente. Literalmente soltó los ganchos y cayó con los brazos por delante, y al último instante de la caída lanzaba un gancho y giraba, cortando la garganta de su enemigo en el mismo giro y volvía a subir.

Patrick Elgart, el Cazador.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora