CAPÍTULO 1

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Nueva York

La noche sonaba muy agitada en las calles de la bella ciudad de Nueva York, las personas iban y venían de un lado a otro. El bullicio de los coches y de los anuncios eran los sonidos melodiosos que Kihyun escuchaba cada vez que regresaba a casa después de una jornada de trabajo tan intensa.

Cada viernes terminaba igual de agotado, dirigir las tareas de los cocineros y estar pendiente de cada platillo en el mejor restaurante del centro de la ciudad no era nada sencillo, pues su puesto como el chef principal demandaba su total atención dentro de la cocina.

Habían pasado seis años desde que llegó a vivir a esa ciudad y cuatro desde que comenzó a trabajar en aquel restaurante. Había comenzado desde abajo siendo el commis (asistente de cocina), pero su fuerte perseverancia y su fuerza de voluntad, lo habían hecho salir adelante, y ahora, después de mucho esfuerzo demostrando su talento, por fin tenía tan importante puesto.

Todo era perfecto, después de tantos años de sufrimiento, por fin tenía la estabilidad que tanto había deseado. Tenía el trabajo de sus sueños y a sus dos grandes amores, esas dos personas maravillosas que estaban en casa esperándolo, tal vez ninguno despierto, dado que ya pasaban de las dos de la mañana.

Sí, estaba totalmente cansado, pero pensar en su familia siempre le robaba una sonrisa cálida. Disfrutando del aire fresco y pensando en llegar a darles las buenas noches, se unió a la voz que salía de la radio de su coche, la mejor manera de calmar la ansiedad por llegar a casa.

Al llegar a su edificio, se dirigió inmediatamente al estacionamiento, aparcó y apagó el motor para entrar velozmente, no sin antes saludar muy cortés al guardia de veinticuatro horas, entró al ascensor y en un par de minutos llegó a su piso correspondiente.

Entró a su departamento lo más silenciosamente posible, pero eso se fue al carajo cuando una sombra en medio de la sala lo asustó, haciendo que dejara caer sus llaves al suelo y soltando un pequeño grito de sus labios.

-¡Mierda! – dijo Kihyun encendiendo la luz de la habitación. – Por Dios Changkyun, ¿Quieres matarme de un susto?

-Llegas tarde, de nuevo – dijo el aludido con tono desaprobatorio y una expresión muy seria. Sus brazos cruzados a la altura de su pecho.

-Ya lo se. ¿Por qué no estás durmiendo?

Kihyun recogió sus llaves y las colocó en el cuelga llaves, se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero para después ir a la cocina a servirse un vaso de agua, siendo muy consciente de la mirada intensa que seguía todos sus movimientos. Maldición, ¿por qué su hermano debía ser tan intimidante? ¿Tal vez se debía a que era tres años mayor? Ni idea, pero de que lo intimidaba, lo intimidaba, en especial cuando estaba enojado como en ese caso. Y lo peor es que tenía razón para estarlo.

Una vez terminó su agua regresó a la cocina para encararlo, sea cual fuera su discurso de hermano mayor, quería escucharlo lo antes posible para ir a ver a su otro gran amor y despedirse.

-Anda, suéltalo – demandó Kihyun con un suspiro.

Changkyun descansó sus brazos a los costados y relajó su semblante, pero eso no quitó el hecho de que estaba tenso o, ¿ya era imaginación de Kihyun? Su hermano tenía siempre un rostro tan serio, que ya no sabía diferenciar si estaba bien o molesto, no entendía cómo podía ser profesor de niños.

-Wonjin te extrañó – dijo Changkyun tranquilamente. - Quería esperarte, pero no resistió el sueño.

Kihyun levantó las cejas a modo de sorpresa, ese comentario no lo veía venir.

-¿Está bien? ¿Le pasó algo? – dijo el castaño preocupado y dio un paso, pero el otro lo detuvo.

-Sí, está bien. Está durmiendo en tu habitación.

Sin conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora