¿Estás dispuesto a darlo todo cómo padre? (Todoroki Shoto x TN)

❄Nii🔥

  Las semanas en la U.A fueron fascinantes, los chicos solo tuvieron dos semanas de clases antes de su fiesta de graduación. Muchos habían decidido empacar para prepararse para la fiesta en sus casas, otros prefirieron quedarse en los dormitorios. En nuestro caso, nos quedamos unos días más en los dormitorios, así Eijiro podía empacar todo y un jueves volvimos a su casa. Mis tíos estaban más que emocionados por recibirme, hasta me dijeron que tenían varios regalos para que me llevara de regreso a casa, después de la ceremonia de graduación de mi primo.
  Solo fueron dos días, los únicos tranquilos, ya que las chicas del curso de héroes me habían pedido que las acompañará en varias salidas sociales (al centro comercial, a ver películas, tomar un café y muchas más). Los chicos tampoco se quedaron atrás, gracias a mi fascinación a los videojuegos fuimos a varios arcade y hasta organizamos una noche de torneo la cual sería en casa de Todoroki, porque a Momo no la dejaban tener este tipo distracciones ridículas en su casa.

  Hoy era esa noche, nosotros llevábamos algunas botanas y unas bebidas. Salimos rumbo a la residencia del héroe número 1, yo ansiosa por presumirlo ante Isami ya que él no le gustaba mucho venir a Japón y tampoco parecía interesado en trabajar aquí, considerando la alta estima que le tienen a los héroes. Mi hermano está en un péndulo entre la holgazán y activo, me costaba entender porque había elegido un empleo donde demandaba mucha presencia.
  Al llegar al portón, no me dejó más que la mandíbula abierta. Sabía que los héroes ganaban mucho, pero nunca pensé que fuera tanto como para comprar una casa del estilo tradicional. La única vez que estuve en un lugar así, fue cuando mi abuela aún vivía. Entrar en las habitaciones me daba más miedo que estar en mi propria casa (considerando que no vivíamos en un barrio muy bonito). Tocamos el timbre y las puertas se abrieron automáticamente por el compañero de mi primo.

   —Bienvenidos, pasen. Son los primeros en llegar —miré mi reloj, con el miedo de que hayamos llegado demasiado temprano, pero solo faltaban 10 minutos para la hora acordada. Muy común para los japoneses, pero no para mí, siempre estar algunos minutos antes—. Me alegra de que podamos hacer esto aquí, aprovechando que mi padre está en Hiroshima.
   —Vamos Todoroki, pensé que habías dejado lo de tu padre hace años —le recriminó mi primo, poniendo un pie ya en la propiedad—. Lamento las molestias, gracias por invitarnos.
   —¿Tú y tu padre no llevan bien? —pregunté con cierta timidez, ya que no había tenido la oportunidad de intercambiar mucho con Todoroki. Él solo me dedicó su mirada seria de costumbre y soltó un suspiro pesado—. Lamento si mi pregunta te incomodó...
   —Tranquila, no es tu culpa ___________-chan —respondió, restándole importancia al asunto—. La verdad es que, mi padre y yo no estamos en malos términos pero hay muchas cosas que no me siento capaz de perdonarlo.
   —Entiendo —respondí, entrando a la casa—. ¿Dónde instalaremos el equipo?
   —Síganme por aquí —nos señaló a su izquierda y yo camine con él, mi primo prefirió dejar las cosas en la cocina.

  Caminar junto al hijo menor de Endeavor me parecía extraño (pero no en el mal sentido), sino que jamás conseguimos entablar una conversación larga y tendida. Ni siquiera cuando pasaba tiempo con Momo y él estaba allí, no quería decir una palabra. Tampoco era que estaba enloquecida por oírlo hablar sobre algún tema en particular. Luego de una caminata en silencio y, para mí eterna, abrió una habitación bastante grande, vacía con un gran televisor y muchos futones preparados.
  Sentía que mis ojos hacían una fiesta ante la idea de como luciría este lugar después de unos minutos, cuando todos estuviésemos allí. En casa no tengo muchos amigos, yo siempre quise criarme aquí en Japón, pero mis hermanos y mis padres no concordaban conmigo. Es por eso, que mandé casi todas mis aplicaciones a universidades en distintas partes de Japón con la esperanza de que alguna me tomara. Al principio, mis padres no estaban muy a gusto con la idea, pero considerando que vieron que me sentía muy infeliz en mi país natal, no quisieron descartar la idea de que lo mejor para mí era hacer esto.