❄️San ju roku🔥.2

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  Caminé hasta la sala de invitados y, tal como me había dicho Rei-san, en una posición estoica tomando té estaba Endeavor. Era una zona apartada de la casa, por lo que no le sería fácil a Shoto vernos o escucharnos. Sus ojos demostraban fortaleza y determinación, las cicatrices en su cuerpo y cara eran prueba de las tantas catástrofes que tuvo que enfrentar a lo largo de su vida. Sin embargo, había algo en él que no concordaba con su postura o su mirada. Su respiración no era calmada, parecía nerviosa con las varias cosas que buscaba abarcar en esta conversación, pero no sabía por dónde comenzar.

   —Antes que diga algo —empecé el discurso, debía asegurarme de que Shoto no estuviese alerta para echar a su padre en la primera oportunidad—, intentaré de que Shoto se vaya a dormir. Es la única forma de garantizar que no habrá interrupciones.
   —Me parece justo —respondió él. Salí de la habitación, volví a dónde dormía con mi esposo y vi que ya se había bañado y quería que lo acompañase en la cama. Le dije que fuera a descansar, ya que fue un día largo y él cayó rendido sobre la almohada. En cuanto volví a donde estaba mi suegro, me sorprendí de ver a Kazuya despierto y observando desde la puerta a su abuelo—. Hola Kazuya.
   —Kazuya, vuelve a la cama —lo regañé.
—Pero mamá, Toya no me deja dormir con sus ronquidos —se quejó mi hijo mayor, sin quitarle los ojos a Endeavor—. Además, quiero preguntarle...
—No es el momento Kazuya —respondí con cierta seriedad en mi tono—. Es tarde y deberías estar en la cama.
—Obedece a tu madre, Kazuya-kun —dijo mi suegro en tono amable, algo muy atípico en él—. Ya habrá otra ocasión para que me preguntes lo que quieras.
—¿Lo prometes? —los ojos de Kazu centellaban sin parar, al mismo tiempo que el héroe ladeaba una sonrisa.
—Sí, lo prometo —asintió y, por fin, camino a paso rápido hasta su habitación—. Lamento venir a estas horas, incluso después de haber salido recientemente del hospital.
   —Sea breve por favor, Endeavor-san —le pedí amablemente al pelirrojo—. Estoy cansada y quisiera evitar darle más nervios a Rei-san.
   —Claro. La razón por la que estoy aquí, es simplemente para intentar conversar contigo —yo solo levanté una ceja poco convencida de su razón—. Bien, quería saber si existe la posibilidad de que me permitieras ver y conocer a los niños...
—Mire Endeavor-san —respondí, luego de soltar un suspiro—, el hecho de que lo haya perdonado es una cosa. Pero me temo que Shoto no está dispuesto a que conviva con nuestros hijos y lo sabe. No creo ser capaz de convencerlo y hacerle cambiar de opinión.
—Lo sé, pero también sé que él te escuchará —veía que sus facciones faciales cambiaron, parecía mostrar arrepentimiento y desesperación—. Te lo suplico, intenta cambiar la perspectiva de Shoto.
—No puedo prometerle nada —respondí después de algunos segundos de silencio absoluto—, haré lo que pueda para que Shoto permita, aunque sea, que vea y conozca a los gemelos.
—Te lo agradezco de corazón —hizo una reverencia.

Mi suegro se retiró de la casa, yo caminé hasta el cuarto donde Shoto estaba plácidamente dormido y a Toya moviendo sus manos en el aire. Probablemente se despertó y no lloró para no llamar la atención. Me acerqué a mi bebé, quién soltó algunas risitas al verme. Yo lo alce en brazos mientras lo mecía en una mecedora que, probablemente había comprado Shoto con el dinero del seguro. Intenté que se durmiera con el movimiento suave y una canción de cuna que le solía cantar a los gemelos cuando eran así de pequeños.
Toya parecía resistirse a cerrar los ojos, pero el poder de los métodos para dormir pudieron más y terminó cerrando los ojos y roncando a todo pulmón. No sabría decir de quién heredó ese tipo de ronquido, pero entendía porqué los gemelos se quejaran de no poder dormir a causa de su hermanito. Deposité a Toya en la cuna nuevamente, lo arropé y, cuando quise volver a la cama a dormir, sentí unos fuertes brazos rodear mi cintura por detrás.

—Shoto, pensé que caíste rendido en la almohada —respondí al sentir que besaba mi cuello con cariño—. ¿Qué haces despierto?
—No pude evitar despertarme por Toya —respondió él, manteniéndome prisionera en un abrazo muy fuerte—, aún que, casi volví a dormir por tu melodiosa voz.
—Ay Shoto, basta, me avergüenzas —dije con las mejillas rojas de lo cohibida que estaba—. Volvamos a la cama mientras podamos.
—Me hacía falta tu compañía en este lugar —me levantó en sus brazos y me llevó hasta la cama, depositándome con delicadeza.

No hemos subido el tono, pero admito que extrañaba sentir a mi esposo cerca mío. Sin intenciones de dejarme ir, nos besamos, nos dimos caricias por cada parte del cuerpo y él me atrajo para estar piel con piel. Dormimos abrazados plácidamente, hasta que los gemelos ingresaron a la habitación para despertarnos. Toya todavía dormía tranquilamente, nos desperezamos y sacamos a Kazuya y Yukito del cuarto para poder cambiarnos.
Desayunamos en paz con Rei-san, ella salió a caminar con Shoto para dejarme a solas con los niños. Los gemelos me pidieron verlos jugar una partida de su videojuego favorito, regalo de navidad de Tetsutetsu. Toya, quejándose por comer algo, intenté darle el biberon (con la esperanza de que me diera un descanso de darle pecho a cada rato), pero movía la cabeza negándose a que le diera el biberon.
Según me contaron Shoto y Rei-san, Toya tomaba del biberón sin ningún problema cada vez que daba señales de hambre. Suspiré rendida y fui a buscar la manta de lactancia, en uno de los cajones que estaba en la habitación que preparamos para Toya. Dejé a mi bebé en el corral, mientras rebuscaba en cada rincón del mueble en busca de la manta. De pronto, sentí algo inusual al tacto y saqué unas piezas de ropa erótica femenina del fundo del cajon.

Lo arrojé fuera de la habitación, como si estuviese sujetando una rata en mis dedos y sacudí la mano. Yo jamás usé ese tipo de ropa, menos se me ocurriría guardarla en el cajón del mueble de mi bebé de 3 meses. Sabía que la casa, antes de trasladarnos, era dónde Shoto vivió con Momo cuando estaban casados. Le envié un mensaje medio furiosa a mi esposo que le esperaba una conversación pesada cuando volviera a casa. No me molestaba el hecho de que esté viviendo en la casa donde mi esposo convivió años con su ex, si me caía mal encontrar semejante pieza de ropa interior en el cuarto de un bebé.
Me apresuré en sacar la pieza erótica del pasillo y lo dejé en el cuarto que compartíamos con Shoto, sería demasiado si los gemelos comenzaran a preguntarme por eso. Finalmente, encontré la manta en la habitación de lavandería. Volví a sentarme en el sofá, amamantando a Toya, mientras Yuki festejaba con un baile chistoso de vencer a su hermano en su videojuego. Ni bien terminaron la partida, alguien tocó la puerta. Como Toya no me daba posibilidades de dejarme el pezón en paz, le pedí a Kazu que fuera a ver quién era.

—Son el tío Eijiro y la agencia —me avisó Kazuya, le dije que les abriera la puerta. Los hombres de la agencia Fat Gum entraron en la sala, saludándome de lejos notando que, todavía, el más pequeño de los Todoroki no quería terminar de alimentarse—. Mira tío Tetsu, Yuki hizo trampa en el juego que nos regalaste.
—¡No es cierto! —se quejó su hermano, yendo con Eijiro, quien lo alzó en brazos—. Kazu-nii es mal perdedor.
—Claro que no —y ahí iban otra vez, una pequeña riña de hermanos sobre quién tenía la razón sobre el otro.
—Ya niños, no peleen frente a su mamá, quién despertó hace poco —Fat despeinó a los gemelos—. Mucho menos, con su hermanito quién puede escucharlos.
—Perdón tío Fat —dijeron ambos, bajando la cabeza.
—¿Por qué no van a entrenar en el anexo? —sugerí, al fin terminando de alimentar a Toya—. Seguro que su padre llega dentro de poco.
—¡Sí! Quiero perfeccionar mi tolerancia al calor —festejó Yukito, mientras iban caminando al anexo con Eijiro y Tetsutetsu.
—Hoy te venceré en la resistencia... —y volvieron a competir entre ellos, antes de que fueran literalmente a enfrentarse.
—Ay, esos niños son tan competitivos —resoplé, acomodando la camiseta que traía puesta y sujetando a Toya—. Espero que tu no seas tan competitivo como tus hermanos, ¿qué dices Toya?
—Es un bebé muy tierno —opinó Tamaki-san, observando desde una distancia bastante prudencial, como si mi hijo fuera a atacarlo—. Kirishima-kun siempre lo llevaba cuando Todoroki le pedía un día que lo cuidara.
—Toya es un tierno y dulce bebé Tamaki, no un criminal —le criticó Fat, al notar que su ayudante temblaba en un rincón lleno de miedo. De pronto, alguien tocó la puerta.
—¿Quién podría ser? —me pregunté a mi misma, mientras caminaba hacia la puerta. Del otro lado, veía a Mina casi sin aire—. Ah, hola Mina...
—Hola *___________*-chan, lamento molestarte, ¿tienes un segundo? —hablaba tan rápido que de milagro le entendí.
—Claro, ¿de que...? ¡Ahhh!

? ¡Ahhh!

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¿Estás dispuesto a darlo todo cómo padre? (Todoroki Shoto x TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora