Capítulo 9: "Tócalo, no muerde"

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Entonces el joven de cabellos rubios desvió su atención a los estantes llenos de libros delgados que se veían de diferentes colores y frunció las cejas con curiosidad

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Entonces el joven de cabellos rubios desvió su atención a los estantes llenos de libros delgados que se veían de diferentes colores y frunció las cejas con curiosidad.

—¿De qué son esos?—preguntó señalando con el mentón en la dirección de los mismos. Roy se levantó de un salto sonriendo emocionado.

—Son cómics ¿quieres echar un vistazo?—inquirió sacando uno para mostrárselo. Conan se aproximó a él mirando los dibujos plasmados en el papel—tengo de todos los superhéroes, desde superman hasta linterna verde y los avengers.

—¿Cómo los conseguiste?

—Con esfuerzo... y dinero que ahorraba de mis mesadas, a escondidas de mi madre iba y los compraba, así que poco a poco se fueron acumulando aquí hasta que ya no pude ocultar el hecho de que me gastaba el dinero en ellos—soltó una risita—mamá se volvió loca porque siempre dice que el dinero debería usarse en algo que necesites, que vayas a usar. Estuvo enojada por dos semanas.

—Bueno, ella tiene razón.

Roy lo miró de golpe ofendido.

—¿De qué lado estás?

Conan rodó los ojos.

—¿De qué te sirve coleccionar todas estas cosas? Con este dinero pudiste haber comprado zapatos, ropa o incluso dulces para llenar tu insaciable y golosa boca—comentó sacando otro libro y ojeando.

El castaño bufó.

—Suenas como mi mamá—refunfuñó dejando en su sitio el cómic que tenía en sus manos mientras Conan parecía ajeno a él, leyendo uno que había agarrado.

Roy observó que era un volumen de spiderman y sonrió yendo a sentarse en su silla giratoria frente a su escritorio distrayéndose con una bolsita de gomitas que guardaba en su cajón.

Un rato después, el rubio se hallaba acurrucado en el puff a su lado, leyendo concentradamente el segundo volumen. El sonido al pasar página y el de la bolsita de gomitas de Roy era lo único que se oía en la habitación. Roy lo observó de reojo con diversión mientras chupaba el azúcar de la golosina. El rubio lucía como un niño pequeño que había encontrado algo entretenido y se negaba a soltarlo, sus piernas flexionadas y dobladas sobre la superficie del gran puff y sus ojos clavados en las viñetas de aquel cómic, luciendo maravillado y a la vez tan intrigado por lo que leía.

Sus ojitos oliva parecían simplemente brillar y Roy sonrió al saber que él había ayudado a que el rostro del menor resplandeciera así.

Sin decir nada se levantó de su lugar y fue a sentarse a su lado, hundiendo un poco el puff, pero ni con eso la concentración de Conan se rompió, incluso llegó a reclinarse hacia el hueco que Roy había provocado al sentarse pero solo se movió para apoyar su peso en el costado del castaño. Era cálido, tanto que Roy sintió unas ganas extrañas de refugiarlo en su pecho, sus mechones de cabello espeso caían sobre su frente y sus pies envueltos en sus medias oscuras le hizo sentir que el chico estaba cómodo.

Mi Chico RevoltosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora