Capítulo 62: "Amor es amor"

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—Déjame adivinar

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—Déjame adivinar...—comentó Dan sentándose al lado del rubio distraído con el libro sobre sus piernas, había estado sentado bajo ese árbol “leyendo” pero era imposible concentrarse cuando tenía algo más en su cabeza. Conan miró sorprendido al moreno ante su repentina aparición—¿discutieron?

Conan frunció las cejas viéndolo abrir un empaque de papas fritas.

—¿De qué hablas?—cuestionó extrañado.

—De Roy por supuesto—respondió, la sola mención del susodicho provocó que Conan apretara los labios y volviera la vista al libro.

—¿Por qué supones que hemos discutido?—Dan sonrió con obviedad.

—Quizá porque no está pegado a ti justo ahora, molestándote—se burló.

—Últimamente no ha sido así, como te habrás dado cuenta Roy sale con Samantha ahora—comentó removiéndose en su asiento sin despegar los ojos del libro, Dan rodó los ojos.

—Por favor, tú y yo sabemos que eso no va para ningún lado. No necesito ser adivino para saber que a Roy no le gusta ella—contestó con seguridad, Conan desvió la vista, recordando las palabras del castaño.

«Pero me gustas, ¿qué quieres que haga?»

El rubio suspiró con pena y a la vez, con el sentimiento de siempre revoloteando en su pecho. Dan notó el gesto del menor y sonrió sacudiendo la cabeza.

—Ustedes son tan tontos, en serio—masculló, Conan frunció las cejas jugando con el pasto debajo de él—si tienen algún "problema"—hizo comillas—deberían hablarlo, es ridículo que se alejen hasta que llegue la ocasión perfecta para hablar.

—No estamos esperando la ocasión—refutó inseguro—solo... Se siente raro volver a hablar luego de…

—¿De que al fin se dieran cuenta de lo que sienten por el otro?—preguntó Dan, el rubio torció los labios melancólicos.

—Sí... Espera ¿qué?—de inmediato se dio cuenta de lo que el moreno acababa de decir y atónito lo miró, dispuesto a convencerlo de que estaba equivocado.

—No te sorprendas, sé muchas cosas incluso cuando no me las cuentan—le guiñó un ojo sonriendo orgulloso, el rubio boqueó con nerviosismo.

—Y-yo…

—No tienes que decir nada, es completamente normal—comentó Dan masticando las frituras.

—¿Es normal que dos hombres se gusten románticamente?—inquirió Conan, descolocado.

—Claro, en estos tiempos el que piense lo contrario es un anticuado, la mayoría de la gente está aprendiendo a aceptarlo porque de todos modos, amor es amor ¿no?

Conan lo pensó un segundo, estaba convencido de que las personas sentían asco o aversión hacia esa clase de cosas, y no podía negar que aún había personas que sí eran de esa manera.

Sin embargo, al parecer habían más personas como Dan que podían tomar la homosexualidad como un tema sin mucho conflicto, lo cual contrastaba con su creencia inicial. Esa que sus padres le habían introducido todos esos años para que negara lo evidente, su sexualidad.

—Roy se ve muy extraño estos días—comentó Dan de repente sacando de sus cavilaciones al rubio.

—¿Extraño de qué modo?—cuestionó frunciendo las cejas con preocupación.

—Menos entusiasta quizá, ni siquiera quiso el batido que le compré para subirle los ánimos.

—Entonces sí es extraño, Roy Beckman nunca se niega a un batido—Dan sonrió asintiendo con la cabeza.

—Deberían hablar, no tengas miedo al qué dirán, vivan lo que sienten, no es justo que te reprimas y lo obligues a reprimirse. Sé que Roy no está ni un poco asustado por lo que siente, lo conozco y es muy honesto con sus propios sentimientos. No sé con exactitud qué fue lo que ocurrió, pero creo que lo mejor es que lo platiquen y lleguen a un acuerdo, o mejor, solo bésense y hagan las paces, siempre funciona—Conan lo miró como si tuviera un tercer ojo sintiendo sus mejillas arder mientras el moreno se reía. Le revolcó el cabello y se irguió—piénsalo, ninguno de los dos está feliz con esta distancia y no es justo que se obliguen a estar lejos cuando quieren todo lo contrario.

—Está bien, solo… No sé cómo hacerlo—musitó apenado mirando al moreno desde abajo. Este frunció las cejas, pensativo.

—Bueno, los chicos y yo nos reuniremos mañana en mi casa—Conan lo miró con curiosidad y el moreno se encogió de hombros—por si quieres ir, eres bienvenido, te prestaré mi habitación para que se reconcilien como es debido.

—¡Dan!—exclamó rojo de vergüenza.

—Solo para que hablen, no seas malpensado—se rió y le sacudió los cabellos con diversión—piénsalo, te mandaré la dirección por si te decides.

Le dio una sonrisa y se retiró dejándolo solo de nuevo, con una revolución de emociones que no sabía cómo controlar.

Le dio una sonrisa y se retiró dejándolo solo de nuevo, con una revolución de emociones que no sabía cómo controlar

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