Capítulo 94: "Te necesito"

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El castaño se removió en su cama sintiendo el frío de la noche calarle el alma, mientras sus ojos observaban la puerta de la habitación, acostado de lado con las sábanas hasta su cuello

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El castaño se removió en su cama sintiendo el frío de la noche calarle el alma, mientras sus ojos observaban la puerta de la habitación, acostado de lado con las sábanas hasta su cuello.

La oscuridad bañaba el cuarto, pero la luz que venía de la ventana le dejaba apreciar un poco del desorden que tenía. Suspiró cerrando sus ojos para tratar de dormir, pero la inquietud que los últimos días no lo dejaba en paz volvía a atacar, haciéndolo querer ir hasta la casa de Conan e infiltrarse en su habitación para saber que estaba bien, que aún podía sonreír al verlo después de lo ocurrido. Todas las noches sufría del mismo deseo.

Sin embargo, quería darle tiempo, no deseaba presionarlo en una situación como esa, necesitaba esperar a que las cosas se calmaran, aunque cada segundo fuera un maldito tormento, aunque poco a poco la ansiedad estuviera absorbiéndolo.

Una lágrima se deslizó por su mejilla, como si ya no fuera difícil que estas salieran de sus ojos, como si ya estuvieran acostumbradas a recorrer el caminito de su lagrimal hasta la almohada. Cerró sus iris una vez más, su pecho oprimiéndose y deseando que toda esa mierda se acabara, recordando todos los buenos momentos que vivieron juntos y consolándose en ellos, cuando esto no hacía más que romperlo. Entre esos pensamientos, logró conciliar el sueño anhelado.

Unas horas después, la lluvia caía con fuerza en el pavimento de una carretera solitaria y bañada por las luces amarillentas de la calle mientras unas manos pequeñas trataban de hacer uso de su fuerza para escalar las tablas de la casa ajena, afianzando su agarre cuando encontraba una grieta en la cual apoyarse hasta llegar a la ventana del castaño.

Algo debió de haber aprendido del revoltoso Roy Beckman.

Cuando llegó a su objetivo se impulsó hacia arriba, el agua de la lluvia pegándole la sudadera a la piel. Sabía que quizá se enfermaría por estar afuera a esas horas y bajo la lluvia, pero ese día no podía dejarlo pasar. No cuando su tiempo se estaba acabando y se moría de ganas por verlo.

Se sentó en el alféizar de la ventana y sosteniéndose del marco de esta, miró al interior de la habitación, las cortinas se hallaban abiertas y se sorprendió al ver que el seguro no estaba puesto. Como si él lo estuviera esperando de algún modo.

Así que, sin pensarlo, la abrió y entró despacio, evitando hacer ruido para no asustar a la persona bajo las sábanas.

Cerró la ventana y se sacudió un poco el agua que lo empapaba antes de que la otra persona se removiera en la cama y volteara hacia él, sentándose de golpe.

La luz de la noche que entraba por la ventana le permitió ver el gesto de asombro en el rostro del castaño antes de que se quitara las sábanas rápidamente y corriera hasta él, abrazándolo con fuerza y alzándolo en vilo con una risa rota brotando de su garganta.

—Estás aquí, creí que me volvería loco—musitó dándole besitos en el cuello al rubio empapado que suspiraba sintiendo que algo se completaba en su interior al sentir el calor del castaño arrullándolo. Enredó sus piernas en las caderas del susodicho y suspirando con el alivio en su pecho, se apartó para poder tomarlo de las mejillas y pegar su frente a la de él, sonriendo.

Mi Chico RevoltosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora