Conan Freeman vive bajo las reglas de unos padres egoístas que solo quieren aceptación social y mantener su estatus de familia honorable a costa de la pulcritud con la que han criado a su hijo; Roy Beckman le importa poco lo que piensen de él y solo...
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El joven miró a su alrededor tratando de ocultar la ansiedad que le estaba provocando el no ver a Conan cerca, aun así, no salía en su búsqueda debido a lo ocupado que lo mantenía Samantha con sus platicas que en vez de distraerlo, lo preocupaban más.
Hace más de veinte minutos había notado la ausencia del rubio, y durante los primeros minutos creyó que estaba bien, hasta que pasó el tiempo y él no volvía. Se suponía que debía cuidarlo pero ni siquiera había visto el momento exacto en el que había abandonado la habitación. Ese hecho lo hacía sentir un inútil.
Tomando ventaja de que la pelirroja se había distraído con sus amigas, se acercó rápidamente a Dan y lo jaló lejos de la reunión en la que estaba conversando. Este lo miró, extrañado.
—¿Sabes a dónde fue Conan?—le preguntó de manera directa, Dan parpadeó buscando con la mirada al antes mencionado.
—Pensé que ya había vuelto…
—¿Te dijo a dónde fue?—insistió el castaño, estresado con la idea de que él estuviera solo en la fiesta.
—Solo dijo que iría a tomar aire fresco, no creí que tardaría tanto—Roy se pellizcó el puente de la nariz bufando.
—Iré a buscarlo...—de pronto Samantha lo interceptó con su sonrisa de siempre, sin sospechar la frustración que supuso para Roy el que apareciera frente a él justo cuando se disponía a irse.
—¿A dónde vas tan acelerado? ¿Todo bien?—cuestionó, Roy se vio tentado a ponerle una excusa rápida y retirarse, sin embargo no tuvo el valor para hacerle tal desplante así que sonrió algo incómodo.
—Sí, todo bien. Solo iba a…
—¡Oh, esa canción me encanta!—exclamó elocuente atajándolo en sus palabras—hay que bajar y bailarla ¿quieres?
—Bueno, yo…
—¡Vamos, será divertido!—lo haló con emoción fuera de la habitación en dirección al primer piso, Roy no hizo nada para evitarlo ya que su plan en primer lugar era ese.
No obstante, bailar era algo que definitivamente no iba a hacer y mientras pensaba en una forma de zafarse de Samantha por un instante, sus ojos se fijaron con extrañeza en la multitud eufórica reunida en un círculo al centro de la sala con fuck it i love you de lana del rey sonando de fondo a todo volumen.
Samantha también parecía extrañada, hasta que se acercaron lo suficiente para ver lo que ocurría. Roy abrió sus ojos de golpe al reconocer aquella delgada figura que se movía como una pluma al ritmo de la lenta canción, siendo todo un espectáculo el observarlo danzar.
Y se sintió celoso de repente por todas las personas que estaban teniendo el placer de verlo en ese estado, embriagado de música, de gracia, tan liviano y certero en cada uno de sus pasos.
Sus ojos cerrados disfrutaban del ritmo sensual y el movimiento de sus caderas tenían a más de uno salivando en sus lugares, porque si de por sí, Conan Freeman era hermoso como un chico invisible de la secundaria, siendo bailarín era jodidamente de otro mundo.