De ese modo lo arrastró al interior de la casa, ignorando los quejidos del contrario. Ya adentro cerró la puerta tras de sí y lo agarró de la mano para guiarlo al patio trasero.
Aquel tacto se sintió diferente, Roy no era de los que tenía ese tipo de cercanía con sus amigos, pero si se trataba de Conan él sentía que no estaba mal. Era una necesidad incomprendida de tener esa confianza con él, hasta el punto en el que llevarlo de la mano no fuera motivo para avergonzarse.
Cuando llegaron al patio, una reunión de personas mayores fue visible a los ojos de un Conan sonrojado por la pena de aparecer ahí y por el hecho de que Roy lo agarrara como si fuera un niño. Un grupo de chicos de más o menos la edad de ambos se hallaban en una mesita conversando entre ellos y la señora Beckman estaba sentada junto a dos señores mayores, riendo.
—¡Mamá, Conan se unirá!—le dijo Roy por encima de la música suave que sonaba, la señora alzó la vista y sonrió con grata felicidad.
—¡Oh, eso es maravilloso!—dijo la madre de Roy acercándose a los recién llegados enfundada en su vestido de flores amarillas hasta la rodilla mientras sostenía una bandeja con pasabocas de queso y dulce de guayaba—me da gusto verte aquí, querido, entre más seamos, mejor. Come todo lo que quieras ¿gustas un poco de esto?
Le ofreció la bandeja que tenía y Conan observó con una sonrisa tímida.
—Gracias por recibirme, señora Beckman. Es usted muy amable, pero...
—Ah, mamá...—lo atajó Roy tomando con un pincho solo un poco de dulce y con otro, queso y dulce—Conan es alérgico al queso, así que solo será dulce de guayaba para él.
Le entregó el correspondiente a Conan y este lo recibió mirándolo algo aturdido y anonadado.
—Es una lastima, es más sabroso con queso. ¡Pero bueno! Disfruta de todos modos, cielo—Conan volvió sus ojitos brillantes y aturdidos hacia la mujer y le sonrió en agradecimiento antes de que esta se fuera.
—Tiene razón, es más rico con queso—murmuró Roy saboreando su pasabocas.
Conan se viró a mirarlo de nuevo, esta vez con sospecha.
—Tú... Estoy considerando la posibilidad de que en realidad sí eres un acosador.
Roy lo miró confundido.
—¿De qué hablas?
—Es que...—Conan miró su pasabocas aún sin comer—incluso mis padres olvidan a veces que soy alérgico al queso.
El castaño lo miró asombrado.
—¿En serio?
—¡Es más!—frunció las cejas—ni siquiera te lo había dicho antes, y eso de por sí ya es sospechoso.
Roy se rió nerviosamente agarrando una papita frita de la mesa de bocadillos cerca de ellos y tragó duro, maquinando alguna excusa que no pusiera en evidencia su obvia manera de saber aquello.
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Mi Chico Revoltoso
RomanceConan Freeman vive bajo las reglas de unos padres egoístas que solo quieren aceptación social y mantener su estatus de familia honorable a costa de la pulcritud con la que han criado a su hijo; Roy Beckman le importa poco lo que piensen de él y solo...