—¡Te encontré!—Conan respingó en su lugar y siseó cuando casi deja caer los batidos que tenía en manos.
—¡Roy, me asustaste!—exclamó volviéndose hacia el sonriente chico que sostenía su mochila en uno de sus hombros—si los hubiera dejado caer te los habría hecho pagar, revoltoso—se quejó refiriéndose a los batidos, Roy los notó y frunció el ceño.
—¿Por qué llevas dos?
Conan rodó los ojos.
—Uno es para ti, te iba a buscar precisamente—masculló entre avergonzado y fastidiado.
Roy lo miró con las cejas alzadas, sus ojos brillaron y no pudo hacer más que sonreír.
—¿Para mí? no es mi cumpleaños.
—Lo sé—dijo el rubio resoplando y esquivándolo para sentarse en una mesa, Roy se mordió el labio inferior gruñendo internamente, se encontraba derretido por el gesto antes de ir tras él—es solo que estaba comprando uno para mi y te recordé, nada más.
Roy se rió sentándose a su lado en la mesa.
—Pero estabas pensando en mí—comentó meneando las cejas con diversión, Conan le lanzó una mirada fulminante a lo que el castaño solo se carcajeó—también estaba buscándote de hecho, necesito saber cómo terminó lo de ayer o mi lado de vecino chismoso se va a volver loco.
Conan sacudió la cabeza dejando frente al castaño el batido de chocolate que era para él.
—Claramente me regañó y me prohibió que siguiera cerca de ti, estaba furiosa porque no asistí a las clases extras también—se encogió de hombros enterrando la pajita en el vaso del batido—sabía que eso pasaría, pero al menos no me castigó, diría que solo fue una advertencia.
Roy bufó.
—Lamento haberte metido en problemas—le dió un sorbo al batido y se relamió los labios, gustoso.
—Ya no importa, ¿está bueno?—inquirió refiriéndose al batido—elegí chocolate porque sé que estás loco por ese sabor—lo observó engullir el cremoso y marrón líquido con gesto de placer.
—Está tan bueno que si fuera gay te besaría hasta el cansancio—comentó mirándolo con gesto serio, una mancha de espuma se veía en la comisura de su labio.
Conan se sonrojó furiosamente y le tiró una servilleta de papel a la cara, avergonzado.
—Límpiate, adicto—le respondió volteando hacia otro lado para mostrar indiferencia y sorbió de su batido, Roy solo se rió limpiándose, sin notar que había dejado una mancha de espuma restante.
El rubio lo miró de reojo y se estresó cuando no limpió la dichosa mancha, así que resoplando tomó la servilleta y lo limpió él mismo con suavidad a pesar de su expresión frustrada.
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Mi Chico Revoltoso
RomanceConan Freeman vive bajo las reglas de unos padres egoístas que solo quieren aceptación social y mantener su estatus de familia honorable a costa de la pulcritud con la que han criado a su hijo; Roy Beckman le importa poco lo que piensen de él y solo...