Capítulo 73: "Animalito"

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A la mañana siguiente, el rubio se levantó con pereza para prepararse e ir a la escuela, pero los recuerdos vívidos de lo que había ocurrido la noche anterior de pronto lo hizo avergonzarse hasta tal punto que se tiró de nuevo en la cama mirando e...

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A la mañana siguiente, el rubio se levantó con pereza para prepararse e ir a la escuela, pero los recuerdos vívidos de lo que había ocurrido la noche anterior de pronto lo hizo avergonzarse hasta tal punto que se tiró de nuevo en la cama mirando el techo con la cara enrojecida.

Maldición, ¡¿Cómo había podido besarlo de nuevo?! Es decir, no negaba que quería pero... ¡No podía! Esperaba que Roy en algún momento se rindiera con él para que no terminara sufriendo por su culpa, sin embargo, sus sentimientos lo engañaban y lo hacían cometer acciones que para nada desanimaban al castaño, al contrario, ¡lo estaba animando!

«Pero, mierda, se siente tan bien cuando me...» gruñó contra la almohada sacando su frustración, no debía pensar así pero con cada minuto y a la menor provocación se encontraba cediendo a él. Y es que... Roy le encantaba, debía jodidamente admitirlo.

Luego de patalear y frustrarse un rato decidió darse una ducha y ya vestido con mochila en mano, bajar a desayunar.

—La señora Freeman me llamó para avisar que no llegarán a tiempo para llevarlo a la escuela, joven Conan. ¿Desea que llame a un taxi?—inquirió la señora Sanders mientras él terminaba su desayuno.

Conan lo pensó, y decidió declinar su propuesta, tomaría el autobús. No le gustaba, pero por alguna razón no quería llegar en taxi a la escuela, era más normal llegar en un autobús abarrotado de gente. La sola idea le dio dolor de cabeza.

Cuando salió miró la hora en su reloj con un suspiro, faltaba poco para que pasara el transporte así que debía darse prisa, pero todos sus planes se desestabilizaron al ver al castaño caminar hasta él con su bicicleta en mano.

—¿Necesita que lo lleve, joven Freeman?—cuestionó con mofa, el aludido notó con timidez la leve marca roja en su labio inferior, producto de su mordida la noche anterior.

—¿Quién dice que necesito eso?—se cruzó de brazos, sonrojado, alzando la barbilla para que no se notara lo avergonzado que estaba cerca de él.

—Sé que tus padres no han llegado aún, tanto como sé que no te gusta subirte al autobús—sonrió orgulloso mientras Conan bufaba en voz baja, Roy se subió a su bicicleta y le hizo una seña—vamos, pequeño saltamontes.

—Tú eres el saltamonte aquí—murmuró sentándose en la parte de atrás de la bicicleta, lo agarró de la camisa solo un poco, algo nervioso.

Roy rió negando con la cabeza y le tomó ambas manos para ponerlas en torno a su cintura, la cara del rubio quedó pegada a sus omoplatos y el castaño sonrió mirándolo sobre su hombro.

—Ya tenemos suficiente confianza como para que andes agarrándome de la camiseta así ¿no crees?—preguntó con sorna, Conan apretó los labios entre sí enrojeciendo un poco, las manos del castaño le dieron una caricia sutil en el dorso de la suya, antes de posarla en los manubrios.

Mi Chico RevoltosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora