Capítulo 6: "Curiosidad"

2K 256 34
                                    

Roy rodó los ojos sonriendo con burla al tiempo que seguía el trayecto hacia las escaleras del porche, cuando ya subieron por estas y aún sus brazos continuaban en el mismo lugar, la mujer de gris salió tras los hombres robustos que fueron por más...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Roy rodó los ojos sonriendo con burla al tiempo que seguía el trayecto hacia las escaleras del porche, cuando ya subieron por estas y aún sus brazos continuaban en el mismo lugar, la mujer de gris salió tras los hombres robustos que fueron por más cajas.

Entonces sus ojos verdes, parecidos a los del rubio–pero más intensos que los de él– se fijaron en su hijo y luego en quien lo acompañaba, quien le sonrió incómodo con su escrutinio.

—¿Quién es el chico, Conan? —inquirió hacia su hijo, algo indiferente.

De reojo, vio al aludido rascarse la nuca.

—Él es Roy, vive al frente y... También va a mí misma escuela—le informó y Roy estudió con disimulo su expresión tensa.

—No sabía que tenías amigos—comentó y Conan frunció los labios.

—Hace poco empezamos a hablar, así que...

—Ya veo—contestó y viró hacia el castaño—gracias por su colaboración, joven, pero no debería molestarse en cargar esas cosas.

—Oh, no se preocupe. Puedo con ello—le sonrió con los labios cerrados y sus ojos se hicieron chiquitos, Conan pensó por un segundo en lo sincera que se veía aquella sonrisa para ser dirigida a un ser como su madre al tiempo que el antes mencionado avanzaba dentro de la casa y dejaba la caja de manera segura sobre una mesita cerca de la entrada.

—Bien, gracias de todos modos—le dijo con poco interés y se retiró hacia los robustos hombres que bajaban más cargamento para seguir supervisándolos.

Roy suspiró comprobando si sus brazos aún podían moverse con normalidad mientras Conan se acercaba a él, pensando en si la expresión de su madre denotaba alguna emoción al respecto de Roy, pero como siempre, la incertidumbre quedaba ahí sujeta a sus propias especulaciones.

—¿Qué pasa con tu cara? —inquirió Roy luego de haberlo estado observando hace unos segundos, cuando se acercó y se quedó mirando un extremo de algún lugar en especial con gesto pensativo, que más bien parecía como si hiciera un puchero y frunciera el ceño de manera tierna.

—Nada—respondió parpadeando un poco para despejar sus pensamientos—gracias por casi partirte los brazos por mí.

Roy se carcajeó.

—Fue un placer—le sonrió al rubio y este lo observó por unos segundos, con curiosidad por la constante alegría del castaño.

—¿Qué te hace querer sonreír tanto? —le preguntó como si fuera un total misterio la respuesta.

Roy alzó las cejas y se sobó la barbilla, pensativo al respecto.

—¿Sueles hacer preguntas tan profundas con frecuencia? Porque en serio a veces mi cerebro no puede con ellas—Conan rodó los ojos.

—Olvídalo—caminó hacia el interior de su casa y se agachó para tomar una de las cajas sobre el suelo, que se veía más ligera—gracias por tu ayuda, ahora debo ir a arreglar mi habitación.

Roy suspiró algo decepcionado en el fondo, le gustaba platicar con el rubio por alguna razón y volver a su casa, a aburrirse con las quejas de su madre sonando de fondo, no parecía una opción agradable.

—Bien, entonces supongo que volveré a mi casa—murmuró tratando de esconder el sentimiento de querer quedarse con él un rato más.

Aun así, Conan pudo percibirlo a la perfección, tal vez porque en su fuero interno, también quería que se quedara. Por raro que sonara, aquel chico ahora le causaba mucha curiosidad y la idea de acomodarse en una nueva habitación parecía menos aburrida si se lo imaginaba cerca. Podía creer que se acostumbraría a él fácilmente.

—Eh, ¿No... No te gustaría ayudarme? —inquirió algo tímido—es decir, sé que no tiene nada de divertido acomodar cosas y todo eso, pero tampoco es que te ponga a trabajar, puedes ayudarme con pequeñas cosas como...

—¡Sí, sí quiero! —exclamó más feliz de lo normal por el ofrecimiento y Conan quiso reír, extrañado por el brillo en los ojos del contrario, como si de un niño al que se le ofrece dulces se tratara—quiero decir, sí, tal vez pueda ayudarte por un rato.

Esta vez Conan no reprimió una pequeña risita y desvió la vista, asintiendo con la cabeza para después voltearse y dirigirlo a las escaleras. Estaban subiendo las mismas cuando la voz femenina de la señora Freeman se escuchó como eco en el vacío lugar.

—Conan—el aludido volteó tenso de nuevo, la señora les señaló a los hombres que llevaban un mueble de cuero la dirección donde debían dejarlo antes de alzar la vista hacia su hijo de nuevo—¿a dónde van?

Roy sintió de inmediato la tensión en el ambiente y se preguntó si era buena idea seguir ahí.

—Roy va a ayudarme a arreglar mi habitación—contestó el rubio, firme.

La mujer no pareció muy convencida, pero asintió con la cabeza.

—Bien, dejen la puerta abierta.

Y dicho esto, se retiró dejándole una rara sensación a Roy en el estómago mientras continuaban subiendo las escaleras. Le era inevitable no notar lo aún tenso que se veía el contrario.

Pero una pregunta rondaba en su cabeza.

¿Acaso esa mujer acababa de insinuar que ambos iban a hacer algo más en la habitación?

¿Acaso esa mujer acababa de insinuar que ambos iban a hacer algo más en la habitación?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi Chico RevoltosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora