Con alivio, cortó la distancia entre los dos y se hundió en su boca, al tiempo que lo alzaba de los muslos de nuevo y el rubio se sostenía con fuerza de sus caderas, tomando al castaño de ambas mejillas para mantenerlo cerca tanto como deseaba.
Roy cargó al chico semidesnudo hasta la cama y lo extendió allí con cuidado, sin dejar de besarlo lentamente, dándose el tiempo de saborear sus labios y mordisquearlos a su antojo mientras sus manos se deslizaban por su torso, antes de que fuera su boca la que bajara a su cuello, mordiéndolo con cautela.
Conan se arqueó jadeando y hundió sus dedos en los sedosos cabellos del castaño, sintiendo que deslizaba sus labios cálidos por su pecho, centrándose en lamer su pecho.
Soltó un suspiro y buscó su boca, percibiendo la necesidad de tocar sus labios. Una vez Roy notó lo que quería se incorporó y estampó sus bocas con suavidad.
—Estos días han sido un maldito infierno—musitó Roy a un Conan sonrojado y jadeando quien lo tomó de las mejillas, recibiendo las caricias que los labios de Roy le daban a su rostro en pequeños besitos.
—Pero ahora el cielo parece estarme tocando—susurró el rubio con una sonrisa boba, sintiendo la mano de Roy trasladarse a su cintura.
—Yo estoy tocando el cielo —lo corrigió el castaño riendo sobre su boca al tiempo que Conan metía sus manos por entre la camiseta, tocando la piel del contrario.
Roy de nuevo entendió el mensaje y se la sacó, viendo a Conan incorporarse para terminar sentándose a horcajadas sobre él, con un Roy embelesado por su belleza y el choque de sus pieles.
El rubio le besó los labios esta vez con lentitud, queriendo grabarse en la memoria esa sensación que explotaba en sus entrañas con tan solo esa acción, Roy lo abrazó de la cintura correspondiéndole sin dudar.
—¿Te quedarás conmigo? —inquirió Roy en un susurro bajo, aspirando el aliento del rubio entre sus brazos.
Entonces un nudo se atravesó en la garganta de Conan mientras sonreía, pretendiendo que estaba bien, que nada le atormentaba, aunque para el castaño fuera bastante evidente.
Pero no le respondió, solo se inclinó y lo besó, acariciando el cuero cabelludo del castaño con sus dedos, aferrándose a ese cuerpo que lo abrazaba como si supiera su respuesta sin necesidad de que hablara.
Quizá fue por eso que aquel beso lleno de agobio se enredó con las lágrimas de ambos.
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Mi Chico Revoltoso
RomanceConan Freeman vive bajo las reglas de unos padres egoístas que solo quieren aceptación social y mantener su estatus de familia honorable a costa de la pulcritud con la que han criado a su hijo; Roy Beckman le importa poco lo que piensen de él y solo...