Capítulo 39: "Distancia"

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El peso en su estómago no desapareció ni porque comiera poco en la cena, y aún al despertar a la mañana siguiente seguía ahí

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El peso en su estómago no desapareció ni porque comiera poco en la cena, y aún al despertar a la mañana siguiente seguía ahí. Extrañado miraba de vez en cuando hacia la casa de Conan mientras se arreglaba para la escuela y solo trataba de convencerse de que estaba exagerando.

Llegar a la escuela se sintió como ir en piloto automático, su cabeza no paraba de pensar una y otra vez en lo mismo y juraría que su rostro inexpresivo lo decía todo.

Parqueó su bicicleta y convenientemente un auto aparcó a unos metros de donde él estaba, Roy lo reconoció y algo cruzó por su estómago como un rayo de alivio mientras veía al rubio bajar con la cabeza baja, como siempre.

Caminó hacia la entrada aún mirando el suelo, Roy lo esperó dándose cuenta de que el auto de sus padres ni siquiera se había ido todavía.

—Buenos días—le dijo al más bajo cuando este estuvo a pocos pasos de él, pero... Él no se detuvo.

Siguió caminando y por una milésima de segundo sus ojos se alzaron hacia los de Roy justo cuando pasaba por su lado. Una mirada indiferente, como si no lo conociera....

La sonrisa de Roy se desvaneció de golpe viendo la espalda del chico que se alejaba, fue como si de repente sus ojos solo lo enfocaran a él mientras parecía hundirse en un remolino invisible. ¿Qué acababa de pasar?

Volteó hacia el auto de los padres de Conan que se estaba yendo, pero miraba sin mirar. Como si se encontrara en una simulación, una realidad que no era la suya.

Primero fue confusión, después... Indignación.

 Indignación

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S

eguramente no estaba pasando nada.

Quizá él solo había querido guardar las apariencias frente a sus padres, pero aunque ellos parecían oponerse a la amistad que tenían nunca habían sido un impedimento para que ambos se mostraran cercanos. Como cualquier par de amigos... Sí, quizá solo estaba exagerando.

Quizá no debía estarse sintiendo tan impotente por una pequeñez como esa, inspiró hondo mientras salía a buscar su bicicleta a la hora de irse.

El nudo en su estómago solo se hacía más grande conforme pasaban la horas, las clases habían pasado sin que él pudiera concentrarse en nada más que en el recuerdo que pasaba por su cabeza como disco rayado, como si su cerebro quisiera atormentarlo.

Mi Chico RevoltosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora