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El sonido de la música era exageradamente alto.

No debió haberse dejado convencer por su tonto amigo.

Ahora estaba solo. ¿A dónde rayos se había ido Jimin? Siempre le hacía lo mismo.

Lo invitaba a fiestas que no disfrutaba en absoluto, para luego irse con alguien y dejarlo olvidado.

Dirigió su vista escaneando los alrededores por vigésima vez, observando exactamente lo mismo.

Luces de diversos colores por todas parte. Adolescentes hormonales frotándose entre sí, parecía que no les importaba estar prácticamente comiéndose con tantas personas a su alrededor. Éste ambiente no era para él.

Se había dejado llevar por las vacías promesas del contrario de no abandonarlo.

Y como de costumbre, le falló.

Ni siquiera sabía porqué le seguía creyendo todo a Jimin. Tal vez era por la mirada de cachorro que siempre le ponía, debía de dejar esa debilidad. Pero es qué el rubio era una cosita tierna, se le hacía imposible negarle algo.

Dio un suspiro cansado y se dirigió a pasos lentos hacia la barra.

Pidió una bebida algo fuerte, la cual fue entregada con rapidez, y con la misma rapidez se la llevó a la boca, tomándola de un solo trago.

No tenía muy buena tolerancia con el alcohol. Así que seguro pronto se arrepentiría de lo que estaba haciendo, tal vez al día siguiente, pero eso no importaba mucho.

Siguió con su consumo desesperado de alcohol. Recordaba que el rubio siempre decía que esa era una buena forma de aliviar tensiones, y debía admitir que tenía mucha razón.

Se sentía más relajado. Algo mareado, pero relajado.

Debía controlarse. No podía estar tomando hasta agotar la función de sus neuronas.

Debía ser un omega precavido. Cualquiera podría aprovecharse de su estado.

—¿Tan hermoso y solitario?—inquirió un pelinegro, mientras se sentaba a su lado con una sonrisa coqueta en sus labios.

El castaño lo detalló con la mirada. Cabello azabache. Labios finos pero llamativos. Hombros anchos y muslos de ensueño. La mandíbula afilada, dándole un toque varonil. Alcanzaba incluso a ver sus clavículas, seguramente tenía un cuerpo ejercitado. Por el olor que emanaba asumió que era un alfa.

Usaba un pantalón de mezclilla negro, y una camiseta sencilla con una chaqueta de cuero del mismo color.

—¿No es eso muy cliché?—respondió con otra pregunta. Realmente todo en aquel azabache gritaba cliché.

—Tal vez lo sea. Pero eres indudablemente hermoso. ¿Estás solo?

—No, ahora estás tú.—dijo con una sonrisita imperceptible.

—Me encanta estar aquí. ¿Cómo te llamas, angelito?

—Prefiero reservarme ese derecho.

—Entiendo. ¿Eres muy reservado?

—Algo.

—¿Hay algún problema si te invito a bailar?—cuestionó mientras se mordía levemente el labio inferior.

—En lo absoluto.

Y sin más se pusieron de pie hasta llegar a la pista de baile, donde empezaron a mover sus cuerpos al ritmo de la música.

Un Taehyung con sus sentidos estables no hubiera accedido.

Un Taehyung con sus sentidos estables ni siquiera hubiera respondido los intentos de coqueteo del azabache.

Un Taehyung con sus sentidos estables no estaría frotándose de forma atrevida contra el cuerpo de aquel desconocido.

Al finalizar la noche, ambos estaban consumidos por el alcohol, en una habitación de hotel, totalmente perdidos por los deseos carnales.

Dentro de las cuatro paredes solo se escuchaban los chasquidos de sus labios al unirse.

Sus instintos más salvajes estaban despiertos. Querían consumirse en las llamas de la pasión.

Para ese momento el castaño estaba totalmente fuera de sí. No sabía cómo había llegado hasta ahí. Pero lo disfrutaba. Disfrutaba cada sensación que su cuerpo experimentaba.

En un abrir y cerrar de ojos la molesta ropa ya no era un problema, estaba desecha en el suelo.

El azabache paseaba sus manos por todo el cuerpo del castaño, disfrutando de las calidez que emitía. Besaba, mordía y chupaba cada parte de aquella tez acaramelada que se disponía frente a sus ojos. 

Puso tres de sus falanges frente a la boca del chico que se encontraba bajo su cuerpo, quién inmediatamente captó el mensaje y los metió a su cavidad bucal de forma sensual, chupando sin despegar sus ojos del pelinegro. Lo deseaba.

Fue ingresando sus dedos con cuidado por la entrada dilatada del omega. Escuchando los debiles gemidos que el mismo soltaba debido a la intromisión. Poco a poco sus gemidos se intensificaron, así que supo que era el momento indicado.

Retiro sus dedos y se acomodó de mejor manera entre las largas piernas, se inclinó un poco y le dió unas mordidas en los muslos internos del castaño.

Luego ubicó su miembro erecto y bañado en fluidos en la entrada que se encontraba lo suficientemente estirada para recibirlo.

Entró de una sola estocada. Soltando un agudo gemido, la sensación era fascinante. Se sentía tan delicioso estar dentro del cuerpo del omega. Había sido bien recibido.

Por otro lado, el castaño, al sentir tal longitud ingresar a su cuerpo de una forma poco cuidadosa se aferró a la fuerte espalda del contrario, arañando el lugar.

Pronto las estocadas comenzaron a tener velocidad. El pelinegro entraba y salía con rapidez, disfrutando de las sensaciones.

Ambos eran un desastre. Gimiendo como si la vida se les fuera en ello. Sus cuerpos estaban perlados por el sudor. De sus labios caían restos de saliva debido a los besos salvajes que se daban.

Se dejaron consumir por la pasión.

Se dejaron llevar por el deseo.

Taehyung se corrió debido a la excitación y el calor del momento, ni siquiera hizo falta que el contrario lo tocase.

Con el orgasmo del castaño su entrada se contrajo un poco, ocasionando que apretase el miembro del  azabache, quien se desconectó totalmente de su racionalidad y dejó relucir sus caninos, inclinándose hasta la unión del cuello con el hombro del chico que ahora jadeaba, enterrando sus dientes fuertemente en dicha zona.

Derramando a la vez su esencia en el interior del omega.

Ambos se durmieron al instante. No tuvieron oportunidad ni de alterarse por lo que habían hecho.

Sin embargo, al día siguiente, cuando Taehyung despertó totalmente solo en un lugar desconocido, con un fuerte dolor en el cuello y en su espalda baja, supo que su vida cambiaría para siempre.

Y ese cambio se intensificaría semanas más tarde.

Cuando descubra la semilla que fue plantada en su interior.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora