36

13.3K 1.5K 266
                                    

Se sentía levemente desorientado, como si su cuerpo estuviera levitando. No lo entendía. No importaba hacia donde dirigiera su mirada. Todo lo que podía ver era blanco, como si estuviera flotando entre nubes que ocultaban todo lo demás.

Incluso su propia ropa lo era, y ni siquiera sabía de dónde habían salido los pantalones de cintura alta y flojos que estaba usando en aquel instante, al igual que la camisa del mismo color que cubría su delgado torso. La tela de las prendas era como seda, caían con suavidad y delicadeza sobre su cuerpo. Estaba descalzo y algo somnoliento, pero a pesar de ello, se sentía tranquilo.

No sabía qué era ese lugar, o cómo había llegado hasta allí. Pero no le causaba miedo o algo similar, sino que más bien lo tranquilizaba y le daba cierta sensación de paz. Aquello que había estado buscando y anhelando en los últimos cuatro días, luego de haber descubierto el engaño de Jungkook.

Los días y las noches eran tormentosas, trataba de reivindicarse con su cachorro luego de lo mal que lo trató, al mismo tiempo que buscaba ordenar sus ideas sobre toda la situación con el alfa.

Jungkook le estaba dando el tiempo y espacio que necesitaba, y Taehyung no sabía qué tanto tendría que pasar para poder hablar como personas civilizadas sobre lo que harían después. Tenía miedo de escucharlo, pero al mismo tiempo, era algo que necesitaba.

El futuro se veía nubloso para ellos.

Al menos el omega, no veía siquiera la posibilidad de un futuro juntos. Todo su enfoque estaba inclinado en lo que tendrían que hacer para explicarle toda esa situación a YeonJun.

La relación que tenía con Jungkook, simplemente quedaría como el recuerdo de algo que pudo ser pero no fue. Tan efímero como una brisa en verano, pero significativo como el sol para formar las lumbres del ocaso.

Mientras trataba de distinguir el lugar en el que se encontraba, al olfato de Taehyung llegó un aroma fuerte que lo mareó por unos segundos, que lo hizo cerrar los ojos y aspirar hasta llenar sus pulmones.

Un aroma tan profundo como el mar. Como el amor.

Un aroma que ya había percibido antes, que había estado en su cuerpo.

Un aroma en el cual se había refugiado en más de una noche lluviosa.

Un aroma que había marcado cada parte de él, y apoderado de su alma por completo, de la misma forma en que se apoderaba la luz del cielo al amanecer.

Aún perdido en el torrente de sensaciones que recorrían cada fibra de su cuerpo, conduciéndolo a una utopía, ajeno a su realidad, escuchó un potente aullido a sus espaldas que eclipsó por completo el hostil silencio que preponderaba en ese lugar. Un repentino escalofrío atravesó su espina dorsal.

Al voltearse, en medio de tanto color blanco, pudo ver una especie de punto negro en la distancia, estaba seguro que la figura se veía algo distorsionada porque se hallaba a varios metros de él.

Se mantuvo estático, apreciando a lo lejos a la figura, sin lograr descifrar de quien se trataba, y de repente, sintió una extraña fuerza que lo hizo moverse y avanzar, con pasos lentos pero determinados. Un súbito anhelo que no comprendía de dónde salió lo guiaba. No se cuestionó lo que le ocurría, simplemente no le nació hacerlo. Todo estaba bien. Algo en su interior le decía que estaba seguro en ese lugar, que nada ahí lo dañaría. Que ese lugar era suyo, donde pertenecía. Al igual que todo lo que había allí.

Conforme avanzaba, su cuerpo se iba llenando de una sensación que nunca antes había percibido, al menos no que él recordara. Era extraño. La figura a la distancia también se acercaba, y a medida que lo hacía, Taehyung pudo ver que se iba haciendo más grande. Eso no impidió que siga caminando hacia ella con la misma determinación, sin intimidarse siquiera un poco.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora