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Sus manos temblaban en señal del nerviosismo que estaba sintiendo en ese momento.

Su garganta estaba hecha un nudo, ni siquiera podía emitir una sola palabra sin sentir esa opresión en el pecho.

Jimin había insistido en acompañarlo, pero esto era algo que debía hacer solo.

Debía enfrentar sus errores. Pero se le hacía tan difícil hacerlo.

Él no quería decepcionarlos. Sin embargo, era consciente de que ya lo había hecho.

Los necesitaba. Sabia que no podría hacerlo solo, necesitaba de su apoyo y consejos para poder ser un buen padre y continuar con su vida sin fallos.

Aunque ya hubiera cometido el mayor error de toda su existencia.

¿Era malo llamar error al pequeño ser que empezaba a desarrollarse en su interior?

Tal vez debería dejar de hacerlo, después de todo, él decidió tenerlo y darle la felicidad que se merece. Esa pequeña criatura no era responsable de sus equivocaciones.

Podría hacerlo. Estaba seguro que cumpliría su rol de la mejor manera posible. Pero aún quedaba un detalle que resolver, algo que no tenía solución. Una marca que no podía ser eliminada de su cuello.

Se sentía confundido.

La presión lo estaba ahogando.

Y la preocupación palpable en los ojos de sus progenitores solo hacían que se sienta aún peor.

—Taehyung cariño, si tienes algo que decirnos, hazlo. Nos estás preocupando — pidió en medio de la desesperación su madre, tomándolo de las manos.

Había decidido que era momento de hablar con sus padres sobre los últimos acontecimientos que estaban suscitando en su vida. Sin embargo, al tomar asiento en un sillón en la sala central de la casa toda su valentía se esfumó.

Era un auténtico cobarde.

Su mente le recriminaba a cada momento sobre lo ocurrido. Porque fue fácil abrirle las piernas a un completo desconocido, y ahora que debía afrontarlo no tenía ni la más mínima idea de cómo hacerlo.

—Yo... Lo siento, re-realmente lo lamento — sin resistir la presión provocada en su interior las lágrimas empezaron a caer por su rostro. La culpa y la desesperación se hicieron presentes.

—Pero bebé, ¿Qué te ocurre? Nosotros podemos ayudarte — Jisoo se abalanzó contra su hijo, mientras este se aferraba a su cuerpo, llorando, totalmente desconsolado.

El señor Kim, que hasta ese entonces era simplemente un espectador de los lamentos que soltaban las dos personas que más amaba en la vida, se sentó a un lado de Taehyung, presionando levemente su mano sobre el hombro de su hijo, dándole a entender que estaba con él, y que cualquier cosa que estuviera preocupándolo lo resolverían juntos. Como familia.

Ese sutil gesto ya era conocido por el menor. Desde que tan solo era un niño eso bastaba para tranquilizarlo. Pero ahora no estaba tan seguro de que todo saldría bien.

Taehyung levantó su rostro, limpiando sus lágrimas con las llemas de sus dedos. Manteniendo el semblante triste, y mirada perdida.

—¿De quién es? — inquirió finalmente su padre.

El castaño se heló al escuchar esa pregunta. Resultó ser cierto. Su progenitor era un alfa de categoría alta, no había olor que pase desapercibido por su olfato. Inclusive su madre le contó que fue su padre quién le dijo que estaba embarazada de él.

Jisoo observó consternada a su hijo, entendiendo el implícito mensaje que había sido declarado por su esposo. Por instinto su vista viajó al vientre aún plano del pequeño omega asustado. Con lentitud llevó una mano hasta el borde del cuello de la camisa que usaba el castaño, y la apartó. Ahogó un jadeo asustado al ver la marca de color vibrante que relucía en dicho lugar.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora