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La sensación de alivio era indescriptible en su cuerpo.

El joven doctor había logrado transmitirle tanta confianza con respecto a la situación de YeonJun que no pudo dejar de sonreír lo que restó del día.

Había una esperanza para su hijo, aunque estaba consciente de que la falta de visión de su pequeño no era impedimento para tener una vida normal, pero él era un padre desesperado que solo quería lo mejor para su cachorro.

Había vivido atormentado durante tantos años, culpándose injustamente por la condición de YeonJun. Y ahora el doctor Jeon Jungkook aparecía como un ángel para darle un rayito de luz a sus vidas. Una luz que podría tornarse en una felicidad inmensa.

Las comisuras de sus labios se mantuvieron elevadas en todo momento, recordando cada palabra que había mencionado el azabache.

Todo empezaba a mejorar.

—¿A qué hora abrirás la puerta? —escuchó que su madre preguntó con voz cansada detrás de él, sacándolo de su ensoñación momentánea.

Parpadeando, enfocó su vista nuevamente en el cerrojo de la puerta, girándolo finalmente para poder abrirla. Era evidente que su progenitora estaba cansada, puesto que ella había insistido en cargar a YeonJun luego de salir de la clínica.

Taehyung aún podía percibir de cierta manera el olor del alfa que había atendido a su hijo, realmente el doctor no lo soltó en ningún momento, siempre lo sostuvo en sus brazos, y aunque el pequeño no podía verlo, nunca dejaba de sonreírle. YeonJun se veía tan cómodo con el pelinegro que extrañó bastante a Taehyung, ya que por lo general el cachorro azabache solía ser tímido con los desconocidos.

—Por fin —murmuró la omega a modo de festejo, con su pequeño nieto dormido en los brazos —. Llevaré a YeonJun a su habitación —informó, recibiendo un asentimiento de parte del castaño.

Taehyung exhaló sin dejar de sonreír, dirigiéndose hasta la sala, pero antes de poner un pie dentro de ésta sintió como un objeto desconocido chocó contra su frente.

—¡Taehyung! —gritó Lisa corriendo hasta donde se encontraba el omega, tomando su rostro entre sus manos para verificar que todo estuviera bien —¡Ten cuidado, idiota! ¡Si le dañas el rostro me quedo sin trabajo! —espetó en dirección al rubio que se encontraba del otro lado de la habitación con una expresión de susto.

—¡Es tú culpa! ¡Tú te apartaste! —gritó de igual manera el omega, para luego correr y llegar hasta donde se estaba su amigo.

—¡Es obvio! ¡Ni modo que me deje golpear, tonto!

—¡Dejen de gritar! —habló enojado el castaño, apartando con sus manos a sus amigos —. ¿Por qué pelean?

Jimin y Lisa formaron un pequeño puchero en sus labios, bajando la mirada para luego empezar hablar sin detenerse al mismo tiempo, señalándose, culpándose el uno al otro por cosas que el omega castaño ni siquiera entendía.

Taehyung exhaló, cansado de esa absurda situación, caminando hasta el sofá. Las peleas entre el rubio y la pelirroja eran constantes, pero nunca pasaban a más de algunos gritos e insultos, lo cual era bastante normal en su relación.

Luego de unos minutos, cuando Lisa y Jimin se cansaron de pelear, tomaron asiento cada uno a un lado del castaño, con gestos de preocupación en sus rostros.

—Tae... ¿Cómo les fue? —empezó preguntando el rubio, siendo la incertidumbre lo destacable en su tono de voz.

Para asustarlos, Taehyung simplemente bajó la cabeza, sin responder nada.

—¡Oh Dios, Tae! No llores, él estará bien —exageró la pelirroja.

Siempre tan dramática. Pensó el omega.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora