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Taehyung ingresó con timidez al consultorio, cargando a su pequeño en los brazos.

Dió una fugaz mirada al lugar y centró su atención en el hombre detrás del escritorio, éste se encontraba totalmente concentrado en unos documentos que poseía en las manos, ni siquiera había notado su presencia.

El castaño le hizo una rápida evaluación. El doctor se veía considerablemente joven, su cabello negro estaba algo largo, su tez pálida lucía aún más clara debido a la bata blanca de hospital, su rostro poseía facciones muy masculinas, por el olor que desprendía obvió que se trataba de un alfa. Su lobo se removió inquieto en su interior por alguna extraña razón, como si estuviera feliz pero enojado al mismo tiempo.

Un gruñido surgió de su garganta de forma involuntaria, queriendo recibir atención del pelinegro desconocido. Y al recibirla sintió como sus mejillas se sonrojaron.

Jungkook alzó su mirada con una sonrisa, la cual tembló al ver quien estaba de pie del otro lado de su escritorio. Su garganta se secó y su pecho de oprimió. Había percibido un embriagante aroma desde hace algunos minutos, un olor que estaba seguro ya conocía. Pero nunca logró relacionarlo con aquel omega que conoció hace años, y es que realmente no lo había olvidado.

No pudo olvidarlo luego de haberlo marcado y abandonado en una habitación de hotel. Se sintió la peor de las basuras aquel día cuando despertó y se fijó en lo que había hecho.

Fue un cobarde.

Fue un cobarde que huyó sin preocuparse de los malestares que el omega podría sentir por su abandono. Y meses después creyó haberle dado una solución marcando a otra y borrando cualquier unión que pudiera tener con el desconocido.

—¿Buenos días? ¿Doctor? —llamó Taehyung con tono inseguro al ver como el pelinegro se perdía en sus pensamientos.

Jungkook parpadeó repetidas veces para luego volver su atención al castaño, frunciendo el ceño al ver un pequeño azabache en sus brazos y tensandose de inmediato por la loca idea que se instaló en su cabeza.

El pelinegro se aclaró la garganta y respondió.

—Buenos días, tome asiento por favor —trató de eliminar cualquier rastro de nervios de su cuerpo. Borrar esa amarga sensación que se instaló en su pecho al hacerse ideas absurdas. No podía concentrarse. Su lobo estaba inquieto por el olor de las dos personas que se encontraban enfrente, tal vez también reconoció al omega.

—Muchas gracias —susurró con suavidad el castaño, para luego sentarse frente al doctor y dejar a su pequeño en su regazo.

Jungkook sostuvo la mirada con el joven chico durante solo unos segundos. No podía hacerlo sin sentir un gran pesar. Sin sentir que le ha hecho daño, aunque esa nunca había sido su intención. Sintió como sus ojos se cristalinizaron.

—¿Se encuentra bien? —inquirió Taehyung con algo de preocupación al ver el estado que adoptó el pelinegro. Su comportamiento le resultaba extraño, y eso solo lo hizo dudar de sus habilidades. Nuevamente las inseguridades y la constante preocupación por su hijo lo embargaron.

—Sí, sí... Lo siento, es solo que estaba revisando el expediente clínico de su hijo —explicó, mintiendo con naturalidad mientras veía fijamente al menor en el regazo del omega. Quería saber la procedencia de aquel niño. Dios. Es que incluso tenía lunares en los mismos lugares que los propios. No. No. No. Se repetía en su mente. Esto solo era una coincidencia. Una cruel coincidencia. Su lobo inquieto no parecía querer detenerse, necesitaba saciar su curiosidad —. Me han llegado varios informes sobre el caso, pero no tengo la razón concreta del estado de su cachorro.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora