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Los tacones de la hermosa omega resonaban por toda la casa mientras se dirigía a la sala de la misma.

Cuando encontró a quien estaba buscando se asombró por la imagen que recibió.

El alfa se encontraba sobre el sofá, con expresión demacrada, semblante oscuro y botellas de licor a su alrededor.

Aunque sabía que éste tenía resistencia a la hora de beber, también era consciente que había dejado de hacerlo hace mucho tiempo, y cualquiera que sea la situación que lo orilló a tomar nuevamente, no era nada bueno, y menos teniendo en cuenta su aspecto.

—Jungkook... mi amor, ¿qué ocurre? — inquirió con preocupación mientras se acercaba al pelinegro y tomaba lugar a su lado.

La atención del menor inmediatamente se centró en la hermosa mujer que recién llegaba, y no pudo evitar lanzarse hacia ella en un cálido abrazo mientras sollozaba con fuerza. En sus brazos siempre encontraba la paz que necesaria para afrontar todos los males que llegaban a su vida.

Serim gustosa aceptó el acto del alfa, totalmente confundida por sus acciones tan repentinas. Había algo que perturbaba a su chico, y necesitaba saberlo porque la incertidumbre le estaba dando escenarios muy nefastos que prefería ignorar.

Cuando Jungkook pudo detener su llanto incesante, y respirar con tranquilidad tomó una fotografía que reposaba sobre la pequeña mesa que se encontraba en el centro de la sala y se la ofreció a la omega, quien dudosa la tomó.

Cuando Serim vio la foto su ceño se frunció de inmediato. Era un niño de unos tres a cuatro años, era exactamente igual a Jungkook, pero estaba segura que esa foto no era de él. Ya que no recordaba haberla visto con anterioridad.

—¿Quién es? Se parece mucho a ti, de hecho, diría que es una foto tuya de pequeño... pero estoy segura que no es así.

Jungkook tomó aire antes de volver hablar, sus mejillas aún húmedas y ojos rojos por las lágrimas. Y en su pecho el latente dolor al sentirse culpable.

—Es mi hijo — respondió con simpleza, mientras una tímida sonrisa se asomaba por sus labios.

Serim abrió la boca a más no poder, y sus manos temblaron mientras dirigía su atención nuevamente a la foto entre sus manos... sí aquello era creíble. El parecido del pequeño cachorro con Jungkook era impresionante, pero...

—¿Cómo? ¿Cuándo ocurrió? Él ya es grande Jungkook, ¿por qué no está contigo? ¿Es de SeungGie? ¿Lo tienes escondido? ¿Por qué no me lo habías dicho? — eran tantas preguntas que quería hacer la omega, eran tantas dudas que se aglomeraban en su cabeza debido a la noticia tan sorpresiva que recibió de parte del alfa.

—No, no es de SeungGie — respondió Jungkook, sintiendo un amargo sabor de boca al nombrar a su amiga fallecida —. Y no te lo había dicho porque yo me enteré hace poco.

—¿Qué?

—Es de un omega que conocí una noche, fue algo de una sola vez debido a que ambos estábamos tomados, no pensamos en las consecuencias, y ahora él y YeonJun están... — Jungkook ni siquiera era capaz de terminar de decirlo en voz alta.

—Bebé, necesito que me cuentes todo, no estoy entendiendo nada, cálmate y por favor, cuéntame todo lo que pasó.

El alfa se tranquilizó y empezó a relatar todo lo que ocurrió varios años atrás, sin omitir ningún detalle hasta llega a la situación en la que se encontraba ahora, incluyendo el estado de su pequeño cachorro debido a sus malas decisiones e influencia negativa de parte de la omega que había marcado hace varios años.

Por el rostro de Serim pasaban varios gestos conforme el menor contaba su historia. Estaba completamente anonadada, no entendía el por qué del comportamiento tan cobarde que había tenido Jungkook con aquel pobre omega, e incluso las mentiras de SeungGie no eran excusa suficiente para justificar su actuar, ya que quien había escapado en primera instancia al darse cuenta de lo que había ocurrido era justamente Jungkook, sin siquiera interesarse en lo que podría a llegar a sentir el pobre chico.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora