Para Taehyung, llegar a la casa del alfa fue bastante sencillo. Afortunadamente, Jungkook vivía en un complejo de residencias bastante conocido y costoso en una zona distinguida de la ciudad, así que no perdió mucho tiempo para encontrar el lugar que el azabache le había indicado en un mensaje de texto.
Se quedó completamente asombrado al bajar del vehículo luego de estacionarlo correctamente en el lugar indicado y quedar frente a la enorme casa. Era casi tan grande como la de sus padres, y por lo que tenía entendido según palabras propias del alfa, él vivía solo. Se veía imponente desde afuera, con un amplio porche y una infraestructura elegante que dejaba en evidencia que en aquel lugar residía una persona de buena posición social.
La luz se filtraba del interior a través de las ventanas de cristal que decoraban la parte delantera de la residencia, y aunque se suponía que era un complejo residencial, las casas estaban muy apartadas unas de las otras, por lo que Taehyung podía inferir que gozaban de total privacidad gracias a la distancia. La acera estaba alumbrada por algunas farolas.
—Tae — el omega se sobresaltó al escuchar el llamado, y dejó de apreciar los alrededores para dirigir su atención a la voz que lo llamó.
Jungkook estaba a tan solo algunos pasos de él, Taehyung había estado tan ensimismado que ni siquiera había reparado en la presencia del azabache acercándose hasta él. El alfa se veía más atractivo que nunca ante los ojos del omega, con el cabello algo largo y ligeramente despeinado, usando un suéter negro de cuello alto y ajustado a su torso, resaltando su musculatura, junto con unos pantalones del mismo color oscuro que se amoldaban perfectamente a sus gruesos muslos y se ceñían en su delgada cintura. Dejaba sin aliento a cualquiera que tuviera la suerte de verlo.
—Jungkook, buenas noches — Tae fue quien acortó la ínfima distancia entre los dos, avanzando por la acera, dándole una sutil sonrisa al alfa que lo veía con los labios curvados y las manos dentro de los bolsillos de su pantalón —. Lamento el retraso, Chungha tardó más de lo acordado en llegar y debía estar ahí para darle indicaciones sobre YeonJun.
Jungkook negó levemente con la cabeza, retirando las manos de su prenda inferior para posarlas sobre el rostro ajeno, dejando superficiales caricias en los pómulos del contrario. Eso era algo que siempre hacía, y ni él entendía el por qué.
Posiblemente era porque le gustaba demasiado la suavidad de la tersa piel contra sus falanges, o tal vez lo hacía porque quería estar seguro que ese ángel llamado Taehyung estaba ahí, y era real. Era tan etéreo, su sola existencia bastaba para hacer que su lobo se removiera con una felicidad abrumadora.
Su corazón latía con fiereza ante la presencia del omega, tan necesitado de él. Y aunque era un pensamiento irracional dadas las circunstancias que lo unían a Taehyung, sentía que se pertenecían el uno al otro, no en el sentido posesivo, sino más bien, como dos piezas de un rompecabezas que encajaban a la perfección y debían estar juntos, complementándose.
—No te preocupes, sé que te preocupas mucho por YeonJun, lo importante es que ya estás aquí — Jungkook le sonrió con dulzura a Taehyung, inclinándose para dejar un corto beso sobre los labios del omega, las manos de este viajaron hasta sus hombros de inmediato, tratando de mantenerse estable sobre el suelo, la cercanía de Jungkook lo hacía sentir que estaba flotando —. Te ves precioso — susurró el alfa sobre los belfos ajenos al separarse.
Taehyung sentía como sus mejillas se calentaban ante el mínimo halago de parte del azabache. No podía controlar las emociones que lo embargaban cuando estaba con él, a pesar de que eso era algo que Jungkook hacía con frecuencia.
—Gracias — musitó, relamiéndose los labios y subiendo una de sus manos hasta el cabello azabache del alfa, pasándola con suavidad sobre las suaves y largas hebras —. Tú también te ves muy bien esta noche.
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Mordida desconocida [KookTae]
RomanceLuego de una noche, donde el alcohol hace estragos en su cuerpo, Taehyung se despierta en una habitación de hotel, solo. No sabe cómo llegó ahí, pero lo que sí sabe, y siente, es el dolor en su cuello. Y semanas más tarde, le llega la noticia de que...