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—¿En serio no puedo darle ni siquiera un golpe? — inquirió Eunwoo con los brazos cruzados encima de su pecho, recostado contra el umbral de la puerta de la habitación de Taehyung, con la vista fija en el castaño sobre la cama.

El omega soltó un prolongado suspiro de cansancio mientras apartaba su mirada de la computadora que tenía entre sus piernas para dirigirla hacia su primo. Eunwoo lo observaba con el entrecejo fruncido, y Taehyung ya no recordaba cuántas veces le había estado haciendo la misma pregunta en la última hora.

Alcanzó a escuchar unas cuantas risas que provenían de la sala y sintió como su corazón se encogía al ser consciente de que estas eran emitidas por YeonJun y Jungkook.

El alfa azabache se tomó muy en serio sus palabras sobre ver a su hijo cuando quisiera, y apenas dos días luego de la larga conversación que mantuvieron para aclarar muchas cosas referente a ellos, Jungkook apareció frente a la puerta de su departamento con una sonrisa apenada, con la intención de ver a su pequeño hijo. Generalmente sus visitas eran por la noche, pero le comentó brevemente que esa noche en específico tenía que estar en la clínica, así que llegó en la tarde para pasar tiempo con su cachorro.

Taehyung estuvo bien con eso. Lo aceptó, y tomando una profunda respiración, le permitió ingresar a su hogar nuevamente después de tanto tiempo, murmurando monosílabos cuando pasó por su lado. No podía evitar sentirse extraño al tenerlo cerca, pero lo hacía por su hijo. Eso era lo que se repetía una y otra vez para aceptarlo voluntariamente.

YeonJun estuvo muy emocionado por volver a verlo después de tantos días. Incluso lloró un poco y se prendió de la basta de su pantalón con mucho ímpetu, pidiéndole que no se vaya nunca más. Le recriminó su ausencia con sus ojitos grandes llenos de lágrimas brillantes y su belfo inferior temblando por los espasmos de sus sollozos.

Esas gotas de amargura y tristeza provocaron un agobiante dolor en sus padres, sintiéndose responsables por hacer llorar a su adorado niño. Sobre todo Jungkook, ya que no cumplió con su palabra. Le había dicho a YeonJun que no se alejaría de él, y lo hizo. Él se lo había prometido y tuvo que faltar a su palabra, pero se encargaría fervientemente de que eso no pase de nuevo. Nunca más se alejaría de su cachorro. Sin importar nada se quedaría a su lado. Así se lo volvió a asegurar, con mayor convicción que antes, con las lágrimas asomándose en los extremos de sus orbes.

Eso fue demasiado para Taehyung, quien prefirió dejarlos solos en la sala mientras él se ocupaba de sus propios asuntos en su habitación, y desde entonces, no había salido para verlos. Pero podía escucharlos reír y jugar cada cierto período de tiempo, cuando las risas se volvían más intensas. El ruido no le molestaba en lo absoluto. Le gustaba. Su departamento se había sumido en silencio en los últimos días. Escuchar las risas de YeonJun y Jungkook mezclándose entre sí eran como una cálida caricia para sus oídos.

Y por otro lado estaba Eunwoo, algo molesto por verlo a él tan tranquilo mientras que Jungkook estaba en el exterior jugando con su hijo como si nada.

Aunque Taehyung tenía claro que las cosas que pasaban entre el alfa y él solo eran de su incumbencia, de cualquier forma les contó a sus amigos parte de las cosas que conversó con Jungkook, centrándose en aquellas que de cierta forma le daban una respuesta a la manera en la que actuó el alfa en el pasado y como seguía actuando cuando volvieron a coincidir por casualidad. No obstante, eso no parecía ser suficiente para su primo.

—No — le volvió a responder Taehyung. La misma respuesta contundente que le había estado dando todas las veces que le preguntó con anterioridad.

—¿Ni siquiera uno así de pequeñito? — con dos de sus dedos hizo una diminuta muestra frente a su rostro.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora