Dolor. Confusión. Decepción. Eso era lo único que Taehyung podía sentir en ese momento. Los recuerdos lo abordaban con la única intención de abrumarlo, y ondeaban en su ser como si estuviera siendo azotado por una fuerte tempestad. Se sentía como un náufrago que navegaba en un mar turbulento lleno de mentiras, donde se ahogaba con cada segundo que transcurría, a la deriva.
Su cabeza era un completo lío. No podía ordenar sus ideas, los sollozos escapaban de su boca, las lágrimas corrían por sus mejillas como una cascada que no tenía fin.
Imágenes de aquella noche donde había conocido a Jungkook se paseaban en medio de sus recuerdos, ahora más claros que nunca antes. Como si su propio subconsciente se burlara de él por lo estúpido que había sido al confiar en el alfa. Sí. Fue él. Fue Jungkook aquel alfa que le provocó tantas lágrimas.
Lo que comenzó como un hermoso día soleado se tornó gris, las nubes oscuras cubrieron por completo al astro proveedor de luz, o tal vez era la forma en la que él lo veía ante la situación que estaba viviendo justo en ese momento. Es que simplemente no lo entendía.
¿Cómo había sido tan idiota cuando siempre tuvo la verdad frente a sus narices?
La reacción del alfa cuando los vio por primera vez y le contó lo que había ocurrido.
El apego emocional que desarrolló su hijo con Jungkook con tanta naturalidad.
La insistencia del alfa de inmiscuirse en sus vidas a pesar de ser el doctor de su hijo.
La forma en que siempre hablaba como si les debiera algo.
El increíble parecido de Jungkook con YeonJun.
Todo siempre estuvo delante de él, y no fue capaz de verlo, o solo no quería verlo. Se cegó ante la idea del alfa perfecto que trataba de mostrar Jungkook, que nunca pudo asociarlo con aquel hombre que lo marcó y desapareció.
¿Qué había sido real? De todo lo que vivieron juntos, ¿qué fue real?
Nada. Nada lo fue. Absolutamente nada.
En ese momento de dolor, rabia y confusión, para Taehyung, cada uno de los actos buenos de Jungkook habían desaparecido por completo. Todos aquellos hermosos recuerdos quedaron bajo los escombros de un cruel engaño.
Porque en ese preciso instante, para Taehyung, cada cosa que había hecho Jungkook, no fue con la intención de acercarse a ellos y hacerlos felices. No. Solo había sido un hombre que guiado y atormentado por la culpa cumplía con una condena autoinfligida. Taehyung ya no podía estar seguro si el cariño que Jungkook le profesaba era real, o si alguna de sus sonrisa, las cuales siempre lo dejaban desarmado, eran sinceras.
Una risa seca, carente de gracia, brotó de él, y sus ojos se cerraron con fuerza para derramar las lágrimas que allí residían, pero tan pronto como estas descendían por sus mejillas, volvían a salir, acumulándose y nublando su visión.
—¿Por qué...? ¿Por qué tuviste que mentirme? ¿Por qué tuviste que ser tú? — preguntó Taehyung a la nada, con la voz rota.
Sus manos fuertemente empuñadas sobre el volante del auto, con los nudillos casi blancos por la presión que ejercía. Se quedó con la mirada perdida por minutos que parecieron eternos, hasta que el sonido repetitivo del claxon de los autos que transitaban por la misma calle que él lo alertaron.
Sorbiendo por la nariz, y tratando de regular su vista, puso en marcha su coche. Conducía a una velocidad lenta. No se sentía lo suficientemente estable como para conducir en ese momento, y si las circunstancias fueran diferentes, no lo hubiese hecho. Pero luego de haber escuchado aquellas palabras salir de la boca del hermano de Jungkook, lo único en lo que pensó fue en huir de ese lugar.

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Mordida desconocida [KookTae]
RomanceLuego de una noche, donde el alcohol hace estragos en su cuerpo, Taehyung se despierta en una habitación de hotel, solo. No sabe cómo llegó ahí, pero lo que sí sabe, y siente, es el dolor en su cuello. Y semanas más tarde, le llega la noticia de que...