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Taehyung había perdido por completo la noción del tiempo cuando despertó a causa el insistente llamado lleno de preocupación de Chungha, luego de haber estado sumido por completo en el pacífico mundo de los sueños durante algunas horas.

Realmente solo necesitaba espacio y tiempo para terminar de asimilar lo que había descubierto, y su amiga lo entendió, a pesar de que él no quiso darle demasiadas explicaciones sobre la realidad de su estado. Ni siquiera sabía cómo explicarlo después de todo. Sentía que ni siquiera sería capaz de unir oraciones con sentido en dicho estado.

Había tenido la intención de disculparse con YeonJun, quien había pasado casi todo el día encerrado en la habitación con Chungha, de algún modo ella había logrado que el infante mejore su estado de ánimo luego de que él le gritara sin razón alguna, pero en cuanto ingresó a la recámara, las risas del cachorro cesaron, y solo se mantuvo cabizbajo, sin siquiera mirarlo y con sus pequeñas manos vueltas puños sobre su regazo.

Si YeonJun escuchó alguna de sus palabras, las cuales fueron emitidas con un tono de voz entrecortado y ronco, Taehyung no lo sabía, ya que el menor nunca hizo ningún gesto que lo evidenciara. El omega castaño tuvo que abandonar la habitación luego de esperar alguna respuesta, cualquier cosa de parte de su pequeño, pero solo hubo un amargo silencio, lleno de incomodidad y melancolía. Pese a la insistencia de su amiga con el cachorro, este se mantuvo renuente a hablarle. Estaba enojado y tal vez sumamente triste, y Taehyung lo entendía.

Así, con una fuerte opresión en su pecho y el dolor creciente en su cabeza, pensando que sería lo mejor para YeonJun, lo volvió a dejar solo con Chungha, aparentemente, era la única persona con la que quería estar el menor en aquel instante.

Él sobraba.

Ya no sabía qué hacer con tantas emociones mezcladas, con tantos golpes internos sacudiéndolo como si estuviera en el ojo de un huracán.

Por un lado estaba la situación con YeonJun, su hijo ahora le tenía miedo. Y todo era su culpa. No debió haberle gritado, sobre todo porque no era responsable de nada. Pero en el momento en que lo hizo no estaba pensando racionalmente, e incluso en aquel instante tampoco estaba seguro de estar haciéndolo. Solo podía sentir dolor y cansancio emocional.

Y por el otro, lo que había empezado todo ese martirio; las palabras que escuchó, las cuales eran como fuertes rocas que habían logrado derribar todo lo que había vivido con Jungkook en el tiempo que estuvieron juntos.

Jungkook... el padre de YeonJun.

El padre de su hijo.

El alfa que se fue, dejándolo solo, marcado y con un embarazo desconocido.

El mismo alfa que había sido responsable de la ceguera de su cachorro, que lo hizo pasar por tantas cosas malas.

Su vida se convirtió en una pesadilla desde aquella noche en que lo conoció, y aunque siempre trató de convencerse de que él era el principal responsable de todo lo malo, también tenía claro muy en el fondo, que toda esa autorecriminación se debía a que no conocía el rostro o el nombre del otro responsable. Pero ahora sí.

Ahora ese alfa tenía un rostro y un nombre. Era Jeon Jungkook. El mismo alfa que quería, pero que lo había estado engañando desde el inicio.

Ahora estaba más que confundido. Porque no lo entendía.

No entendía el propósito de tantas mentiras.

¿Cuál era su verdadero rostro?

¿Cuál era el verdadero rostro de Jungkook?

¿Era el hombre que lo había abandonado en aquella habitación de hotel hace varios años sin importarle nada? ¿O era el hombre que se había presentado frente a él como alguien honesto y preocupado?

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora