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Era un manojo de nervios en aquel momento. A pesar de no estar tan ansioso como lo estaba hace una hora, debía admitir que sentía miedo.

El día en que el doctor Jungkook le diera una afirmación válida acerca de la futura operación de YeonJun había llegado, y realmente su omega se sentía inquieto al ver cómo el pelinegro se llevaba a su cachorro, quien se veía bastante feliz al ser cargado por el alfa. Aún esa pequeña acción lo confundía.

Aunque era más intrigante el hecho de que el pelinegro trataba de forma exageradamente especial a su hijo. Una prueba de ello era la caja de cartón envuelta en un llamativo papel de regalo rojo que contenía una gran variedad de coches de juguetes, la cual estaba en un rincón del consultorio.

YeonJun estaba tan contento cuando el alfa le dijo que le tenía un obsequio e hizo que lo tanteara para que adivinara de qué se trataba, la sonrisita inocente de su pequeño brilló tanto en aquel instante que sintió como su corazón se derretía por la ternura que irradiaba. Pero al mismo tiempo, observar el brillo en la sonrisa de Jungkook con la misma, o incluso mayor, intensidad al ver el lindo gesto del infante envió un sacudón a todo su cuerpo.

La imperante necesidad de abrazar a ambos nació en él, y si no hubiera sido porque la voz de una enfermera lo sacó de su ensoñación, estaba seguro que habría pasado la mayor vergüenza de su vida haciéndolo.

Un último suspiro salió de su boca mientras observaba por enésima vez el reloj dentro del consultorio. Eso era otro hecho que había llamado su atención.

Jungkook insistió mucho en que esperara dentro de su consultorio, en lugar de la sala de espera.

Taehyung era consciente que estaba recibiendo un trato especial, y no es que se quejara, aquello le agradaba, y al venir del atractivo y joven doctor que sería el responsable de la mejora de su hijo, lo hacía aún más. Sin embargo, continuaba causando en él una gran intriga. La misma que pasaba a segundo plano cuando el aroma varonil y refrescante del alfa entraba por sus fosas nasales, y al permanecer en una habitación donde el pelinegro pasaba la mayor parte del día, estaba seguro que tendría su esencia impregnada en el cuerpo durante un tiempo considerablemente largo.

Taehyung se puso de pie para empezar a caminar de un lado a otro, tratando de aligerar la leve presión en su pecho; pero inmediatamente la puerta se abrió, dejando ver a un Jungkook muy sonriente con el cachorro en brazos, quien sonreía de igual manera.

Cuando Taehyung vio la hermosa sonrisa en los labios del pelinegro sintió algo extraño pasar por su cuerpo. Como si quisiera poder ver aquel lindo gesto por mucho tiempo más.

Jungkook le dirigió una mirada al castaño, y cuando sus ojos se encontraron, —ignorando la corriente que lo atravesó—, simplemente asintió. Dándole a entender así que todo había salido bien, las pruebas resultaron beneficiosas para el estado del pequeño. Ahora solo debía esperar.

En esta ocasión Taehyung no pudo resistir el impulso, y actuó por puro instinto. Se lanzó con los brazos abiertos hacia el doctor y su hijo, apresándolos a ambos en un cálido abrazo. La felicidad rebosaba en el corazón de los tres. Jungkook, con el brazo que tenía libre trató de devolver la acción, envolviendo con delicadeza los hombros de Taehyung.

—Gracias, gracias, muchas gracias — murmuraba repetidas veces el omega, realmente agradecido con el pelinegro.

Jungkook solo pudo sonreír levemente mientras miraba con ternura al lindo castaño. Se mantuvieron de esa manera durante unos minutos hasta que una vocecita los despertó de su ensoñación.

—Papi... me a-aplastas — se quejó con dificultad, tratando de empujar a su papá con sus pequeñas manos.

—Perdón, mi amor — Taehyung se separó con algo de renuencia del abrazo, dejando pequeños besos en las mejillas sonrojadas de YeonJun, quien soltaba risitas por la muestra de afecto.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora