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Jungkook estaba seguro que incluso ya había perdido la cuenta de todas las ocasiones en las que se imaginó el complejo momento en que tendría que explicarle a Taehyung todo lo que había ocurrido para que ambos llegaran hasta ese instante.

Idealizó varios escenarios. Cada uno de ellos más dramático que el otro. Aunque siempre tenía la plena certeza que su imaginación ni siquiera le hacía honor a lo que sentiría cuando el momento llegara.

Y aunque en un inicio parecía casi imposible llegar hasta él, por fin, el momento había llegado.

Tenía a Taehyung frente a él.

El omega castaño no había dicho nada desde que llegó. Ni siquiera había separado los labios para devolverle el saludo cuando él lo hizo al dejarlo ingresar a su casa.

Las palabras que compartieron por mensaje de texto fueron cortantes y muy directas. Casi como si el omega no quisiera intercambiar más datos de los necesarios con el azabache. Acordaron una hora y el lugar; que fue la casa del alfa, ya que tendrían mayor privacidad a la hora de hablar, sin molestas interrupciones.

Cada uno tuvo su propia lucha interna antes de estar ahí. Frente a frente en la sala del alfa, dispuestos a decir y escuchar todo lo que que había pendiente entre ellos.

En ese mismo lugar donde tan solo hace algunos días se acurrucaron el uno al otro, y compartieron risas y palabras cariñosas llenas de afecto, ahora parecía que ni siquiera podían hablar. Como si una muralla de rigido e inquebrantable hielo se hubiera alzado para impedirles transmitirse todo lo que querían en realidad.

El nudo en sus gargantas les impedía hablar, y de parte del omega, Jungkook solo podía percibir cierta hostilidad que trataba de ocultar, pero que a pesar de todo, seguía ahí. Latente. Dirigida hacia él de forma disimulada.

En algún momento llegó a pensar que cuando Taehyung quisiera hablar con él, esas emociones negativas que los apartaron estarían reducidas. Pensó que el desprecio en sus orbes ya no estaría ahí. Pero podía ver claramente que se había equivocado en gran magnitud.

No debería de ser una sorpresa para él. Después de todo, tampoco estaba esperando que Taehyung solo perdone todo lo que que hizo en el pasado y continuó haciendo luego de que se volvieran a encontrar. Aunque sí esperaba tener una mínima oportunidad de redención. Esa diminuta esperanza que se desvanecía cada vez que sus orbes se encontraban con los ajenos.

Taehyung, por otra parte, se estuvo debatiendo mucho en si sería necesario involucrar a YeonJun en ese primer acercamiento, ya que tenían muchas cosas que discutir, y algunas de ellas (todas en realidad), no eran muy aptas para un menor. Así que llegó a la conclusión que eso no iba a ser lo más sano para su hijo; aún era un infante que no tenía gran noción de las cosas pese a que era muy inteligente.

¿Cómo le explicaría a un niño que el hombre que llegó a sus vidas con un infame papel de héroe no era más que el mismo hombre que los dejó a ellos atrás sin importarle nada en el pasado?

Tendrían que dejar la explicación que le darían a YeonJun sobre todo lo concerniente a ellos para otra ocasión. Cuando estén listos para afrontar esa realidad. En aquel instante, solo se enfocaría en escuchar lo que Jungkook tenía para decirle.

Podía sentir como la tensión que había en esa sala lo ahogaba. Su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho. Estaba más que nervioso pese a que lo sabía disimular, o al menos eso pensaba. Pero él fue quien quiso hacer eso de una vez por todas, y no había espacio para el arrepentimiento, después de todo, ya se encontraba ahí.

Afrontarlo y terminar con todo eso que lo hacía preso de una sensación agobiante era todo lo que quería, pero no importaba cuanto se esforzara, las palabras simplemente no salían. Y ver a Jungkook tan decaído, con esa expresión abatida en su rostro y las claras señales de agobio enmarcando sus facciones, siendo el vivaz reflejo del arrepentimiento, lo volvía todo más difícil.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora