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Jungkook sonrió cuando vio al castaño salir por las puertas del complejo departamental en el que vivía, con YeonJun en brazos. Le había dicho que él subiría por ellos a través de una llamada, pero el omega le aseguró que no era necesario porque ellos ya estaban de bajada por el ascensor, y en efecto, a los pocos minutos, ya se encontraba recibiendo a su omega y su cachorro.

—¿Esperaste mucho? — inquirió el castaño con calidez cuando llegó frente a él.

Jungkook negó, expandiendo su sonrisa. Avanzó dos pasos en dirección a Taehyung y presionó sus labios sobre la frente del mismo, viendo como sus orbes adquirían un destello precioso ante su accionar.

—No, llegué cuando te llamé — explicó el azabache, para luego desviar su mirada hacia el pequeño en brazos del omega, algo somnoliento. YeonJun desprendía mucha ternura, evidentemente eso lo había heredado del castaño, al menos eso percibía Jungkook, ya que para él, Taehyung también era la definición de de dulzura —. Eh, al parecer un cachorrito no tuvo todas sus horas de su sueño.

YeonJun rió, y estiró sus brazos en dirección del alfa, siendo sostenido por su padre con gran gusto de inmediato.

—Buenos días, hyung — trató de exclamar con entusiasmo el pequeño azabache, aunque su voz se fue apagando con cada letra pronunciada hasta terminar en un gran bostezo.

Taehyung y Jungkook compartieron miradas antes de echarse a reír.

—Es culpa de Eunwoo — dijo Tae después de recuperarse de la risa, pasando su mano con suavidad sobre el cabello de su hijo —. Lo mantuvo despierto hasta la madrugada, a pesar de que le insistí en que hoy saldríamos contigo por la mañana.

—No pasa nada — respondió Jungkook —. Al lugar al que iremos se encuentra bastante lejos, así que YeonJunie tendrá mucho tiempo para dormir todo lo que necesite — canturreo, picando con las puntas de sus dedos el abdomen del infante, quien solo liberó risas, removiéndose en sus brazos.

—¿A dónde iremos? — inquirió Taehyung, derritiéndose ante la afectuosa imagen que tenía frente a él —. No me lo has dicho.

Jungkook detuvo el jugueteo con YeonJun para dirigir su atención hacia el castaño, quien lo observaba con los labios curvados en una sonrisa.

—Es un secreto — informó, tratando de guiñar un solo ojo, aunque como normalmente le ocurría cuando intentaba hacer eso, ambos se le cerraron, provocando una corta risa en el contrario y en él mismo —. Bueno, ya es momento de irnos, porque de lo contrario se nos hará más tarde y de por sí solo el lugar al que los llevaré ya está bastante lejos.

—¡Sí! — exclamó YeonJun, esta vez con más emoción. Aparentemente, Jungkook le había transmitido sus ánimos.

Ante eso, el azabache se volteó y abrió la puerta de los asientos traseros del auto, para después, adentrar la mitad de su cuerpo con YeonJun en brazos, con lentitud, y cuidando de no golpear la cabeza de su cachorro.

Taehyung se mantuvo en el exterior viendo como Jungkook acomodaba al pequeño dentro del auto. Notó que demoró más de lo normal, aunque lo comprendió cuando el alfa terminó y salió, dejando ver el lugar que ocupaba su hijo en el interior del vehículo, la sorpresa absoluta cubrió por completo su rostro.

—¿Compraste un asiento para niños y una pantalla para tu auto? — inquirió con incredulidad, aunque no necesitaba respuesta para algo que podía comprobar con sus propios ojos en aquel instante.

Jungkook rió ante lo confundido que se veía el omega.

—Técnicamente solo compré el asiento, la pantalla ya la tenía — se encogió de hombros antes de voltearse para cerrar la puerta, y luego de hacerlo, se acercó hasta Taehyung y lo tomó con una mano de la cintura, mientras que con la otra repasó su perfil, sintiendo la suavidad de la piel ajena.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora