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Taehyung soltó un suspiro prolongado cuando llegó a su hogar.

Las semanas habían transcurrido con calma. Y muy por el contrario a los pensamientos que habían estado afligiendo al hermoso omega, Jungkook no se alejó de ellos, de hecho, con el pasar de los días su presencia se había vuelto aún más indispensable en sus días.

Ellos ni siquiera habían hablado sobre lo que querían o esperaban del otro, simplemente se dejaban llevar por las sensaciones que ambos experimentaban cuando estaban juntos.

Taehyung se sentía bien cuando estaba con Jungkook, y Jungkook se sentía de igual manera con Taehyung. No necesitaban apresurar las cosas, sin embargo, esa idea estaba bastante alejada de la verdadera realidad que estaban viviendo, pues prácticamente ya parecían una pareja compartiendo su hogar.

Con el pasar del tiempo, la vista de YeonJun mejoró mucho, y aún así Jungkook no evitaba inventar cualquier excusa, por más tonta que esta fuera, para aparecer frente a la puerta del omega y hacer acto de presencia hasta altas horas de la noche.

Obviamente el castaño tampoco iba a poner objeciones con eso, después de todo, tanto su lado humano como el lobo, amaban todas las atenciones que recibían del varonil alfa azabache, incluso este ya tenía una llave de su departamento.

Sí. Él podría acostumbrarse, aunque tal vez ya lo estaba, a tener a Jungkook en cada día de su vida, llenándolo de caricias y palabras que hacían a su corazón latir con fuerza contra su pecho, llenándolo de tanto cariño... y amor. Invadiendo cada parte de su ser con una calidez abrumadora que inhibía sus límites y lo volvían anhelante de mucho más.

Cuando el omega abrió la puerta y cruzó el umbral de la misma, cerrándola con su espalda debido a lo agotado que se sentía ese día, se encontró con el más perpetuo de los silencios. Lo cual para él era bastante extraño en los últimos días, o desde siempre teniendo en cuenta que vivía con cierto rubio cuya facultad no era precisamente ser silencioso.

Sonrió cuando llegó a la sala y al encender las luces se encontró con algunos libros infantiles sobre la mesa de centro. Eran los mismos libros que Jungkook le había estado enseñando a leer a YeonJun el día anterior, lo cual era un total desatino teniendo en cuenta que el pequeño cachorro ni siquiera se sabía las vocales, y se lo mencionó al alfa, aunque este solo lo ignoró y continuó tratando de "enseñarle".

Podía ser bastante obstinado en ciertas ocasiones; estaba empezando a conocerlo... mucho. Y le agradaba. Saber cada vez más de la vida del alfa le agradaba en demasía, era irlo conociendo poco a poco, explorar su mundo, se sentía bien. Se sentía feliz.

Taehyung caminó por los pasillos de su hogar hasta llegar a su habitación, tirándose sobre la suave cama cubierta por blancas y pulcras sábanas. Casi al instante, el aroma de Jungkook invadió sus fosas nasales. Profanando todo su interior, extasiándose de esa esencia que lo desconectó del mundo durante algunos minutos.

Sintió cierto deje de calor por todo su cuerpo, el cual fue ignorado en ese instante de éxtasis.

Dormiría un poco; abrazado y resguardado por aquel aroma que le brindaba tanta protección y placer.

YeonJun no iría hasta el día siguiente, ya que se había ido a la casa de sus padres, y estaba seguro que Jimin llegaría bastante tarde con la cena.

Él necesitaba un descanso.

Solo una hora...

Tan solo una...

Sin embargo, cuando sus ojos se cerraron, y la esencia de Jungkook lo envolvió, sus sueños tomaron un rumbo diferente de lo que se había imaginado. La temperatura corporal ascendió, al igual que el ambiente en la habitación.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora