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Jungkook jadeó de cansancio mientras veía salir a la última paciente de ese día. La alfa que atendió salió de su consultorio con una gran sonrisa en los labios. Sus análisis habían salido favorables.

El azabache se echó contra su asiento, soltando un suspiro y cerrando los ojos para descansar un poco su vista. No había salido de ese consultorio desde hace varias horas, y teniendo en cuenta que tuvo una cirugía el día anterior que llevó mucho tiempo en quirófano, hasta la madrugada, estaba hecho polvo. Apenas y logró dormir unos cuantos minutos para no estar tambaleándose en el día.

Unos toques en la puerta lo obligaron a despegar sus párpados, enfocando débilmente su vista en el escritorio que tenía frente a él. Levantó la mirada y trató de acomodarse de mejor manera sobre su silla mientras se aclaraba la garganta.

—Adelante — dijo con la voz algo ronca, apoyando sus dos manos sobre el escritorio.

Un omega castaño con su pulcro uniforme de enfermero se asomó por esta, haciendo una corta reverencia antes de ingresar finamente al consultorio.

—Ella fue la última cita agendada del día, doctor Jeon — le avisó con la voz suave y la sonrisa deslumbrante que había caracterizado al joven omega desde que lo conoció —. Pero aún debe hacer un chequeo al paciente de la habitación catorce.

Jungkook ladeó levemente la cabeza.

—Es el chico alfa, ¿no? — preguntó, arqueando una ceja.

El omega asintió. —Precisamente él. Pasé por su habitación durante el día para constatar su estado.

—Bien... — musitó, bajando la mirada a los papeles que descansaban sobre la superficie frente a él —. En un momento paso por su habitación.

—Está bien, lo estaré esperando — le respondió con cordialidad el omega, pero su voz se fue debilitando poco a poco.

Jungkook solo le dio una sonrisa sellada mientras asentía y dirigía de nuevo su atención a los papeles que tenía sobre el escritorio, moviéndolos de lugar para lograr ordenarlos y no marearse con tantas letras y números.

No obstante, tuvo que detener sus acciones al notar que el chico aún seguía en su consultorio, ya que no escuchó el sonido de su puerta volver a cerrarse. Al levantar la vista lo vio ahí, en el mismo lugar que había estado con anterioridad, viéndolo fijamente. Estaba algo sonrojado y parecía estar debatiéndose entre hablarle o no.

—¿Ocurre algo malo? ¿Te sientes bien? — le cuestionó con cierto atisbo de preocupación. Una fina línea se formó en su entrecejo al fruncirlo.

El omega pareció salir de su ensoñación, sacudiendo su cabeza levemente. Mirándose ahora algo avergonzado por estar actuando extraño frente al doctor.

—N-No, no ocurre nada malo — titubeó, relamiéndose los labios y frotando su antebrazo con algo de nerviosismo —. Es solo que... Ah... El fin de semana es el cumpleaños del doctor Park — Jungkook escuchaba con atención la explicación del más joven —. Y pues iremos a celebrar en la noche, y tengo entendido que usted está libre ese día, así que... Uhm... Yo me preguntaba, si tal vez, usted tenía algo de tiempo... Eh... ¿podría venir con nosotros?

Los orbes de Jungkook se abrieron con lentitud, no de sorpresa, sino de genuina curiosidad por el nerviosismo que percibía del contrario. Estaba seguro que si aún pudiera percibir feromonas ajenas a las de su omega, las del chico que tenía frente a él estarían cargadas de inquietud.

Y realmente no entendía por qué. O bueno, tal vez podría ser porque esa no era la primera vez que alguno de sus compañeros de trabajo le hacía alguna invitación. En el tiempo que llevaba en la clínica, no se había tomado la molestia de convivir con los demás doctores y enfermeros más allá de lo necesario, ya que priorizaba el tiempo para dedicárselo a su omega y a su cachorro.

Mordida desconocida [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora