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Después de esa terrible noche, fuí a mi casa y me tomé al menos dos días para querer descansar.

No solo para estar calmada, sino que el horario en dónde debía justificar ya que era la única que estaba en el lugar era complicado.

De todas maneras, pasaron dos días y decidí volver a trabajar.

Apenas entre a la oficina, me topé a Suk.

— Viniste. — contestó.

— Debía venir en algún momento. — Murmuré. — ¿Que haz estado haciendo? — pregunté.

— Rudolph me pidió hacer tus trabajos pero como ya volviste, puedes seguir tu. — respondió.

— Tú eres mi secretario asique te pido que lo hagas tu. — contesté.

Suk me miró por cortos segundos y murmuró.

— Tuviste demasiado tiempo para descansar, ¿No crees?

E...espera... Su voz.

Esa voz...

Me quedé algo estética al oír su comentario y el tono de su voz exactamente como la del hombre que estaba en el baño...

— ¿Que pasa? — preguntó Suk.

Estaba a punto de hablar sin pensar pero Rudolph entró a la oficina sacándome de mis pensamientos.

— Tn. Hablemos afuera.

Lo seguí hasta la puerta para cruzarme de brazos.

Rudolph Kassyks. Un hombre de 40 años con una de las fortunas más deseadas de Norteamérica.
Cuenta con Miles de acciones y objetos con mucho valor además de ser un hombre apuesto que logra tener a una mujer en cuestión de segundos.

Pero no, no era de mi interés.

— Me gustaría que fueras como mi acompañante a la ceremonia de gala de la organización de la empresa. — contestó.

— oh... Eso sería muy lindo... De hecho, es importante. No podría rechazar tal invitación. — respondí algo impresionada.

Suk me está viendo. Nos está observando a ambos mientras finge imprimir sus papeles...

Maldito chusma.

— Podría pasarte a buscar a las 8. — comentó Rudolph.

— A las 8 estaré esperándolo. — respondí con una amable sonrisa.

Rudolph me dedicó una apuesta sonrisa y se alejó por el pasillo por lo que me giré y noté como Suk guardaba algunas páginas con largos textos en su mochila.

— ¿Trabajarás en tu casa? — pregunté.

— Si, me gusta trabajar. — comentó cerrando el cierre. — Veo que te invitaron.

— Si.

— Ajá.

Ambos nos quedamos mirándonos con cierta molestia.

¿Porque este chico me caía tan mal?

Caminé hacia mi asiento y me senté empezando a pensar como me maquillaria y que me pondría esta noche.

— Tal vez no deberías ir. — contestó Suk.

— ¿Porque no? Es mi vida, no me conoces... — Murmuré observandolo.

— Debo admitir que también leí tu currículum, sabes hablar correctamente el inglés, haz hecho Miles de donaciones contribuyendo a diferentes causas con todo el dinero de tu salario durante el año, eres amante de los animales, especialmente de los perros. Adoras la comida chatarra pero siempre sucumbes a los gimnasios para sentirte segura de ti misma.

Pero que mierda.

— ¿Que? ¿Cómo sabes todo eso? — pregunte algo inquieta.

— Dije que leí tu currículum. — respondió volviendo a trabajar.

— ¿En mi currículum dice todo eso? — pregunté.

— Si tú no sabes. — susurro con ironía.

— Entonces. ¿Porque tú puedes saber eso sobre mi y yo no puedo saber sobre ti? — pregunte con interés.

— Mi vida no es interesante.

Si, claro que no era interesante.

Se la pasa trabajando hasta los días que no tiene que hacerlo.

— Ah... Entiendo. — murmure dejando de mostrar interés. — Eres un chico reservado, entiendo.

Suk miró su reloj, tocó un botón y se levantó tomando sus cosas para largarse sin despedirse.

¿Porque tanto apuro?

En si, viendo la hora.
Me doy cuenta que debo ir a casa a arreglarme, habrán muchas personas importantes y debo estar completamente bien si voy a ser la acompañándote de Rudolph.

ᴀɢᴇɴᴛᴇ ꜱᴇᴄʀᴇᴛᴏ x ᴛɴ 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora